Artículo de Voz Pópuli:
El pasado lunes 7 de diciembre tuvo lugar en Atresmedia el que se ha venido conociendo como “el debate decisivo” para las próximas elecciones generales. El primer bloque se dedicó a debatir sobre la economía y el Estado de Bienestar: y, más allá de lo criticables que sean las distintas propuestas de las cuatro formaciones políticas, los argumentos fácticos que emplearon para defenderlas fueron en gran medida tramposos, incorrectos o directamente falaces.
En este artículo, me gustaría repasar las principales tergiversaciones económicas que pudimos escuchar el pasado 7 de diciembre por boca de Soraya Sáenz de Santamaría, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Albert Rivera, acaso con algo más de astucia, apenas realizó ninguna declaración con contenido empírico, optando por centrarse en el más etéreo mundo de las propuestas (y, como digo, no tengo intención de dedicar este artículo a las propuestas de los partidos: para mi crítica más detallada a casi todo el programa de Ciudadanos, puede consultarse esta serie de artículos: I, II, III, IV y V).
Soraya Sáenz de Santamaría
"Hemos hecho muchas reformas. Cogimos el país en un momento muy difícil, y evitamos el rescate".
“El 75% de los trabajadores tienen un contrato fijo, un 4% más que cuando cogimos la legislatura. Pero ahora se trata de incentivar esa estabilidad en el empleo, ampliando por ejemplo —idea nueva— cuatro años la exención de 500 euros para los trabajadores que empiezan con un contrato indefinido o que les hacen en su empresa un contrato indefinido”.
“Cuando llegamos al gobierno el agujero del déficit era enorme y tuvimos que pedir un esfuerzo a los ciudadanos. En cuanto hemos empezado a crecer, hemos devuelto ese esfuerzo a los ciudadanos”.
“Con crecimiento podremos bajar los impuestos y pagar el déficit”
Pero, ¿es esto lo que pretende hacer el PP? En absoluto: si acudimos al propio Programa de Estabilidad 2015-2018 remitido por el Ejecutivo del PP a Bruselas, la expectativa es que los ingresos del Estado sobre el PIB aumenten del 37,8% en 2015 al 38,1% en 2018. Es decir, el PP no pretende reducir el peso del Estado en nuestras vidas, sino incrementarlo.
“Hemos hecho muchas reformas: entre ellas la reforma de la administración. Yo voy a dar un dato: 30.000 millones dejaron de déficit; 30.000 millones hemos ahorrado con una reforma de la administración”.
Si nos centramos específicamente en lo que podríamos llamar gastos de funcionamiento —salarios de empleados públicos y consumos intermedios—, el recorte anual asciende a 14.000 millones de euros. La mitad de lo que afirma Soraya. Ahora bien, tengamos presente que estos 14.000 millones de euros de “reforma de las administraciones públicas” no se corresponde exclusivamente con la eliminación de duplicidades administrativas, la supresión de gastos superfluos o el cierre de empresas públicas: en su práctica totalidad estamos hablando de la reducción del empleo público (incluyendo el empleo público en escuelas u hospitales) o de la restricción del material en hospitales, comisarias o escuelas.
Conste que no estoy criticando la magnitud de este necesario ajuste —de hecho, se queda corto— pero ni asciende a 30.000 millones de euros ni es imputable a una mera reorganización de la grasa de la burocracia estatal.
“El objetivo del Partido Popular es que en España haya 20 millones de personas trabajando en 2020. Esa es la manera de garantizar nuestras pensiones y su sostenibilidad”.
Pedro Sánchez
“Hay más precariedad: 9 de cada 10 contratos que se firman en este país son temporales”.
En cifras: al cierre del tercer trimestre de 2015, el total de empleos por cuenta ajena en España era de 14,95 millones, de los cuales sólo 3,9 millones eran trabajadores temporales. Ahora bien, en noviembre de 2015, se firmaron 1,6 millones de contratos, de los cuales sólo 132.000 eran indefinidos. (La explicación es simple: imaginemos que en un mes se crean dos empleos, uno con contrato indefinido y otro con una renovación diaria de contratos temporales. El número de contratos firmados habrá sido de 31 (un contrato indefinido y 30 contratos temporales, uno por día), mientras que los empleos serán dos (un empleo indefinido y otro temporal): es decir, el 97% de los contratos totales serán temporales, pero sólo el 50% de los empleos lo serán.
En definitiva, nadie miente, pero nadie dice completamente la verdad. Por un lado, el Gobierno pretende transmitir la imagen de una temporalidad bajo control, cuando evidentemente la elevada rotación de contratos temporales sí indica una anormalidad de nuestro mercado de trabajo. Por otro, la oposición pretende trasladar la imagen de que la inmensa mayoría de trabajadores padece un contrato temporal, cuando evidentemente no es así.
Con todo, en lo que sí miente Pedro Sánchez es en decir que la precariedad haya aumentado con el PP: en noviembre de 2015, el 8,28% de los nuevos contratos eran indefinidos; en noviembre de 2011, el 6,89%; en noviembre de 2010, el 8,6%; y en noviembre de 2009, el 8,92%. Diferencias muy escasas.
“No hay que olvidar que durante estos últimos cuatro años ha caído el crédito en 300.000 millones de euros a pequeños autónomos, a pequeñas y medianas empresas y, en consecuencia, el grifo del sector financiero está cerrado para los pequeños y medianos empresarios”.
Pero, además, lo que se ha reducido en 300.000 millones de euros no es el nuevo crédito, sino el endeudamiento heredado de la burbuja inmobiliaria. Si miramos los importes de concesión de nuevo crédito a empresas, entre enero y octubre de 2015 se han otorgado 13.500 millones de euros en nuevo crédito con un importe inferior al millón de euros, mientras que entre enero y octubre de 2011 se concedieron 14.500 millones (es decir, una caída del 6% en la concesión de nuevo crédito de importe inferior a un millón de euros entre el último año del PSOE y el último del PP); en cambio, la concesión de nuevo crédito de más de un millón de euros en ese mismo período pasa de 28.500 millones en 2011 a 18.800 millones (una caída del 34%).
En suma, la reducción del endeudamiento empresarial no es una mala sino una excelente noticia: y en cuanto a la sana restricción del nuevo crédito, lo están padeciendo mucho más las grandes empresas (caída del 34%) que las pequeñas (caída del 6%).
“Por tanto, ¿ha habido rescate al sector financiero? Sí. El sector financiero rescatado, por cierto, es lo que explica la reforma laboral que aplicó este gobierno”.
“El contrato único es el despido libre: el empresario no va a tener de argumentación, de causa, para poder expulsar o despedir a un trabajador de su empresa”
“El contrato único es: si antes te despiden, menos cuesta la indemnización por despido. Con lo cual es blanco y en botella: lo que se va a hacer es universalizar la precariedad”.
“[Si quieres restablecer la negociación colectiva] el contrato único no es eso”.
Personalmente no me gusta el contrato único (prefiero un contrato libre), pero cada vez que Sánchez (o Iglesias) hablan del contrato único sólo demuestran o que no han entendido en qué consiste o que mienten deliberadamente.
“Para que nos entiendan todos los españoles: durante estos últimos cuatro años, se han aumentado los impuestos, se ha recortado el gasto social y ha aumentado la deuda púbica. ¿Qué es lo que ha pasado? Pues el agujero de Bankia”.
Pero eso no lo puede admitir Sánchez, porque entonces tendría que reconocer que el PP apenas ha practicado (como sí debería haber hecho) la tan denostada “austeridad” alrededor de la cual ha girado el demagogo discurso del PSOE durante estos cuatro años. Es decir, si Sánchez admitiera esto estaría, en el fondo, reconociendo que PP y PSOE son prácticamente idénticos.
Pablo Iglesias
“El contrato único lo que hace en última instancia es abaratar el despido, porque acaba con los días de indemnización. Entonces, habría que estar trabajando nueve años para que uno tuviera unos días de indemnización decentes. En la práctica, lo que hace es igualar por abajo”.
Es cierto que, bajo esos supuestos, el contrato único implica una rebaja del coste del despido, pero es falso que se acabe con los días de indemnización o que el despido sea prácticamente gratuito antes del noveno año. Por cierto, el contrato único podría diseñarse para no implicar ninguna rebaja del coste del despido: si, por ejemplo, la indemnización del primer año fuera de 18 días con un incremento de tres días por año, un trabajador devengaría un derecho de indemnización de 120 días al quinto año (frente a los 123 del sistema actual).
“El problema de este país no es el mercado de trabajo, porque con la misma legislación laboral puede haber más paro en Huelva que en el País Vasco. El problema es generar empleo”.
De hecho, el único problema de España no es sólo su alta tasa de paro, sino su muy elevada dualidad (esto es, justamente, lo que pretende remediar el contrato único): casi toda la destrucción de empleo se ha concentrado entre las personas que tenían un contrato temporal, y no entre los contratos indefinidos (es decir, se ha sobredestruido empleo entre los jóvenes). Y, en esto, Andalucía se comporta de forma muy parecida al País Vasco: en el tercer trimestre de 2015, el número de trabajadores con contrato indefinido era 8,5% superior en Andalucía y un 1,2% superior en el País Vasco al número de trabajadores indefinidos en 2006. Sin embargo, el número de trabajadores con contrato temporal era un 35% inferior en Andalucía y un 25% inferior en el País Vasco.
“Entre 60.000 y 300.000 euros [defiendo] un impuesto progresivo: porque, actualmente, el que gana 60.000 al año paga lo mismo que el que gana 300.000”.
Así, en 2008 ya sucedía que el tipo marginal a partir de 53.407 euros era del 43% y, como decimos, no pagaba lo mismo quien ganaba 60.000 euros que quien ingresaba 300.000: el primero abonó un tipo efectivo medio del 22,96% y el segundo del 30,21%. Pura demagogia antitrabajadores cualificados.
“A cada ciudadano de este país, el fraude fiscal de los que están arriba —porque son los que [están arriba los que] defraudan, le cuesta 2.000 euros al año”.
Dicho de otro modo, uno podría llegar a argumentar que el fraude fiscal en España asciende a 90.000 millones de euros, pero no existe base alguna para afirmar que éste se concentra en los más ricos (máxime cuando la mayor parte del fraude procede de la economía sumergida: y no parece que las grandes empresas tengan a la mayor parte de su plantilla sin dar de alta a la Seguridad Social).
De hecho, es Podemos quien asegura que tales estimaciones de fraude fiscal son totalmente artificiosas. En su programa económico asevera textualmente que: “El peso de la economía sumergida estaría en España en torno al 20% del PIB, lo que equivaldría a un fraude fiscal equivalente al 5% o 6% del PIB. No podemos esperar, siendo realistas, que las medidas que proponemos lo eliminen por completo, así que un objetivo para la próxima legislatura podría ser reducir el tamaño de la economía sumergida al mismo nivel que Alemania, que es un 5% del PIB más bajo. Esto reduciría el fraude fiscal también en una cuarta parte, o el equivalente al 1,5% del PIB”.
Un 6% del PIB equivale a unos 65.000 millones de euros (no 90.000) y la recaudación que cabe esperar es de unos 17.000 millones, es decir, unos 350 euros por español, no 2.000.
“Barcelona crece al 7%”.
“Las pensiones no son un problema demográfico. Tienen que ver con el modelo productivo. Hace 40 años hacían falta cuatro personas para pagar una cotización. Ahora hace falta solo una”.
La tasa de sustitución podemos definirla cómo el porcentaje del sueldo medio que representa la pensión media. Se trata de una ratio muy relevante, ya que expresa qué salto de vida experimentará el pensionista al abandonar el mercado laboral. En la actualidad, la pensión media de jubilación es de 14.280 euros anuales, aproximadamente el 63% del sueldo medio (por tanto, el pensionista media experimenta una merma del 37% en su ingreso mensual medio). Por eso necesitamos alrededor de dos trabajadores por pensionista para sufragar una pensión: la cotización por contingencias comunes de cada trabajador es aproximadamente el 30% de su salario, por lo que necesitamos dos cotizaciones medias permiten abonar una pensión media. ¿Qué sucederá cuando seamos un trabajador por pensionista (la ratio hacia la que demográficamente nos dirigimos)? Pues que sólo podremos pagar una pensión media equivalente al 30% del salario medio: es decir, los pensionistas experimentarán una merma de ingresos del 70% con respecto a su salario medio una vez se jubilen. Y eso sucederá con independencia de cuál sea nuestra productividad: aunque nuestros salarios se multipliquen por 10, la pensión media seguirá siendo un 30% de ese salario medio multiplicado por 10. ¿Eso no constituye problema alguno para Iglesias?
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