viernes, 22 de junio de 2018

Ninguna empresa europea está entre las 20 grandes tecnológicas

Europa sigue quedándose atrás en la carrera del desarrollo y de la generación de riqueza. Ha dejado de ser hace ya mucho el motor de crecimiento mundial para convertirse en un red gigantesca que impide o limita la innovación y con ello la generación de valor para las personas. 
Impuestos, regulaciones, clientelismo y cesión a lobbies y burocracia son las causas de esta lamentable situación. Y es que Europa ha dejado de ser un marco de desarrollo innovador para ser un marco de expolio a toda nueva actividad. Las empresas no se conciben por parte de políticos como vías de crecimiento, prosperidad, generación de empleo y de riqueza e innovación, sino como mero objeto de sacar dinero para justificar más derroches y gasto. 
Patricia Malagón muestra esta situación mostrando a su vez el ranking de las mayores empresas tecnológicas del mundo. 

Artículo de Libre Mercado: 
Apple, la compañía líder del mercado tecnológico | Pixabay/CC/edar
El futuro es la tecnología, eso es algo conocido por todos los inversores y también por todas las empresas. La mejor prueba de ello es que las 20 compañías tecnológicas más potentes del mundo han cuadriplicado su valor en los últimos cinco años. De esta manera, Apple tenía un valor de 418.000 millones en 2013 y de 924.000 millones a finales de mayo de 2018. A parte de esto, a día de hoy, las compañías más valiosas del mundo ya no son las energéticas o las petroleras, ahora el podio lo copan los gigantes de la tecnología, donde Apple reina con mucha claridad.
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Si el crecimiento de Apple ha sido asombroso, el de Amazon lo es aún más. El gigante del comercio eléctrico tenía un valor de 121.000 millones en 2013 y de 783.000 en 2018. El pasado 20 de marzo, la empresa de Jeff Bezos consiguió convertirse en la segunda empresa más valiosa en los mercados estadounidenses. Las acciones superaron los 1.586 dólares y la capitalización era de 768.000 millones. Por primera vez en su historia, pasó por encima de Alphabet -empresa propietaria de Google-, que tenía una capitalización de 762.000 millones.
En el top 5, comparten protagonismo Microsoft, Alphabet y Facebook. En el caso de Amazon, Microsoft y Google las posiciones en el ranking varían casi cada mes porque todas ellas tienen un peso bursátil que está entre los 739.000 millones y los 783.000. Apple se afianza como líder del ranking, ya que supera con claridad los 924.000 millones.
Ya en el sexto lugar es donde aparece una empresa que no es made in USA. Se trata de otro gigante del comercio como Alibaba -propietario de Aliexpress-. Con un peso de 509.000 millones -29.000 menos que Facebook-, el gigante asiático de la red, junto con Tencent y Ant Financial, ambas de origen chino, son las únicas tres empresas que comparten el top 10 con las norteamericanas.

Europa está fuera

Aunque el crecimiento de todas estas empresas se torna asombroso, para Europa hay algo que debería inquietarle. No hay ningún gigante tecnológico europeo en este ranking. El Viejo Continente se está quedando en la retaguardia de la innovación y del nuevo paradigma económico. En 2017, solo cuatro empresas europeas aparecían entre las 50 primeras tecnológicas más importantes del mundo.
SAP de origen alemán, la holandesa Philips, la sueca Erikson y la finlandesa Nokia son las únicas cuatro grandes compañías que aparecían entre las 50 mejores. Pero si se toma el ranking completo, que engloba a 100 empresas, se puede ver que solo 10 son europeas. Entre ellas, aparece la española Amadeus en el puesto 84.
El problema del Viejo Continente no es la falta de talento, ni la falta de infraestructuras, es el propio Gobierno. Europa se ha convertido en un infierno para las empresas tecnológicas. La UE busca crear un tributo que grave con un 3% los beneficios totales de Google, Amazon, Facebook y Apple. En España también se anunció hace unas semanas la creación de un impuesto para estas compañías con la finalidad de financiar las pensiones.
Lejos de lo puramente tributario, la legislación se torna cada vez más hostil con Uber, Airbnb, Cabify y otras plataformas de economía colaborativa. En lugar de fomentar la creación de empresas similares en Europa – no mediante subvenciones, sino desregulando el sector – el Viejo Continente crea nuevas normas de protección de datos que afectan más a las empresas locales que a las estadounidenses y arma un entramado legal para poner trabas a Glovoo y a plataformas del estilo, que crean un nuevo modelo de empleabilidad.

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