martes, 12 de junio de 2018

‘Un chalé y tres hipocresías’

Carlos Rodríguez Braun analiza las tres hipocresías que subyacen a la compra del chalet de Pablo Iglesias y a las respuestas de Podemos para salir en su defensa. 

OpiniónOpinión
El revuelo causado por el chalé de Irene Montero y Pablo Iglesias ha venido marcado por tres muestras de hipocresía.
La primera es la supuesta incoherencia entre un chalé de lujo y ser uno de los líderes de la izquierda, como si debieran ser personas humildes. Nunca lo son. Desde Marx y Engels hasta Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, desde los socialistas más vegetarianos hasta los más carnívoros, la gran mayoría han sido señoritos; casi todos han vivido sin estrecheces y algunos en condiciones de lujo. Un ilustre antecesor de Iglesias en esto del populismo, el general Perón, vivió en una mansión en Puerta de Hierro en Madrid. Por tanto, llevarse las manos a la cabeza porque un político que presume de representar a “los de abajo” viva como “los de arriba” es pura hipocresía.
La segunda muestra de hipocresía es la que han exhibido los jefazos de Podemos, considerándose injustas víctimas de lo mismo que les parecía justo cuando ellos lo practicaban contra otras personas. Fue el caso de los “escraches”, definidos por Iglesias ecomo “jarabe democrático de los de abajo”, pero que se transforman en “amenazas fascistas” cuando se los hacen a él. Dijo que había que cuidar a los niños, pero no se recuerda que haya criticado a Ada Colau y sus secuaces, que escracharon el domicilio particular de Soraya Sáenz de Santamaría, donde vivía su niño de pocos meses.
Y, por fin, la tercera hipocresía es, precisamente, el empleo sistemático de la expresión “fascismo” para referirse a los adversarios. Esta costumbre está muy extendida entre la izquierda y los nacionalismos, y resulta llamativa porque son ellos mismos el mejor ejemplo de las características más nocivas del fascismo.
Lo debería saber el señor Iglesias, que es nada menos que doctor en Ciencias Políticas —otra señal de que él, como tantos otros en su partido, es elitista como el que más. Las características del fascismo se encuentran replicadas en varios aspectos de Podemos, como el colectivismo, el personalismo, el narcisismo, y sobre todo el antiliberalismo. Y, por supuesto, en sus proclamas ideológicas y sus métodos de adoctrinamiento y acción política, empezando por la identificación de la algarada callejera con la expresión del genuino sentir popular.

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