sábado, 24 de noviembre de 2018

Aquí tenéis mi hacha para cortaros la cabeza

Juan Soto analiza la dictatorial y pelígrosísima ley aprobada sobre la "protección" de datos en España, que pone la información y perfil de los ciudadanos en manos de los políticos, con los múltiples incentivos perversos que ello crea. 
Pero el Estado, que no es otra cosa que la herramienta que emplean los políticos para perseguir sus objetivos políticos (el primero y básico, al que se supedita cualquier otra cosa, es el poder, su alcance, mantenimiento y ampliación, por múltiples vías) lo hace por tu bien...
Como en cualquier colectivismo, que deviene en dictadura, el individuo y sus derechos naturales, no pinta nada, pues éste es un mero peón al servicio del "colectivo" (o sea de ellos, que son los que lo dirigen y mandan). La historia muestra las múltiples aberraciones que se han dado y alcanzado bajo dicha sentencia (recitada por tanta ideología criminal defendida hoy en día)...
 
Artículo de El Confidencial: 
Foto: Foto: Reuters.
Todos los políticos se han puesto de acuerdo por una vez. Ha sido algo histórico. El consenso se ha alcanzado además en una cuestión éticamente compleja. Se preguntaban sus señorías a lo largo de varias sesiones en el Congreso y una final en el Senado si tienen derecho los partidos políticos a crear y archivar perfiles ideológicos de los ciudadanos, espiando o comprando reportes de su actividad en redes sociales, para bombardearles con propaganda personalizada. Y han llegado a la conclusión de que sí lo tienen.
Esto es, 'sermo vulgaris', lo que permite el artículo 58bis de la nueva Ley de Protección de Datos, en la que se actualiza este campo al mundo digital. Debido al escándalo que ha provocado la interpretación que expertos en derecho digital como Carlos Almeida, David Bravo o Borja Adsuara han hecho de este artículo, Unidos Podemos, Bildu y Nueva Canaria han votado en el Senado contra el mismo texto que apoyaron en el Congreso. Podemos dice además que van a enmendarla en el Constitucional, y quien lo entienda que lo compre.

Que los partidos puedan spamearte con propaganda electoral es malo, pero lo realmente espeluznante es que puedan tener una base de datos de ciudadanos ordenados por la ideología que parecen tener según sus manifestaciones en internet. De locos.

1.463 personas están hablando de esto
Queda inaugurado con esto el Gran Hermano 2.0 en el que todo son ventajas para el Partido, puesto que los mismos ciudadanos espiados llevan a cabo el espionaje voluntariamente y brindan la información gratis a quienes la utilizarán con fines propagandísticos. Está claro que si Orwell pudiera volver a escribir '1984' ahora, abarataría los costes del Socialismo Inglés, que se dejaba los cuartos instalando cámaras dentro de todas las casas de Oceanía. Con los móviles y las redes se ahorra un pastizal.
Ahora los partidos políticos pasan a recibir el tratamiento de las simpáticas empresas de telefonía que nos incordian con ofertas-trampa a las cuatro de la tarde, como MásMóvil, que para mi gusto es la campeona de brasa y acoso. Podrán recopilar información y utilizarla en campaña electoral sin exigencia explícita de borrar los archivos más tarde. Es decir: añadirán a la información privilegiada que les proporciona el censo lo que el escándalo de Cambridge Analytica definió como el retrato robot de nuestro pensamiento reptil.
La pregunta es: ¿y cómo usarán esta información? Pues con la máxima responsabilidad. La capacidad que adquieren los partidos para pinchar a cada ciudadano con lo que la inteligencia de datos determine que puede animar al voto jamás se usará de forma irresponsable. Los partidos de derechas no enviarán noticias deformadas o falsas sobre los peligros de la inmigración y los partidos de izquierdas se abstendrán de convertir una sentencia por abuso sexual en la excusa para difamar al poder judicial.
Basta con observar el comportamiento de los líderes en las redes sociales o los escaños del parlamento para estar tranquilos. De ninguna manera esas personas tan educadas y refinadísimas encargarán a empresas de inteligencia de datos que encuentren la mejor manera de polarizar a la ciudadanía con esta nueva herramienta. De ninguna manera la utilizarán para lanzar mensajes difamatorios sobre el resto de opciones políticas. De ninguna manera guardarán los datos en archivos y, si en el futuro las cosas cambian y la paz se resquebraja, nadie transformará los perfiles ideológicos de los ciudadanos en listas negras.
Empezamos a tener bastante claro ya que las redes sociales ni son gratuitas ni salen baratas. Durante años, hemos sido felices e incautos y ahora, pese a que sabemos lo que sabemos, seguimos lanzando allá más información de la que confiaríamos a un pariente lejano. Los usuarios somos idiotas, y yo el más idiota. El mapa que dibujamos con nuestras filias y fobias puede terminar mañana en manos de cualquier hijo de perra con poder. Y se ha visto en China o en Brasil que gracias a estos ficheros puede cazarse al disidente con un clic.
Que los partidos políticos españoles hayan colado esta trampa en una ley de protección es una señal más de que el precio de esta tecnología empieza a pagarse. Por el momento será más brasa en campaña, pero mañana quién sabe.
“—Y ya que estamos en esto, aquí tenéis una vela para alumbraros mientras os acostáis; aquí tenéis mi hacha para cortaros la cabeza.
Algo cayó con estrépito sobre la cama a espaldas de Winston. Era el marco de la ventana, que había sido derribado por la escalera de mano que habían apoyado allí desde abajo. Por la escalera de la casa subía gente. Pronto se llenó la habitación de hombres corpulentos con uniformes negros, botas fuertes y altas porras en las manos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear