Las consecuencias obvias en muchos temas dirigidos y articulados políticamente y machacados activa y mediáticamente por múltiples vías trae en muchos casos consecuencias indeseables y ciertamente nefastas, pero que por alejadas que estén de la razón, el sentido común o la verdad, calan entre las masas, sin resistencia apenas (pues quien se resiste es objeto de diversos ataques, antipatías, descalificaciones...), normalizándose y convirtiéndose en verdades inapelables.
Y esto desgraciadamente, sucede con muchos temas sociales candentes actualmente.
Y es que es bien sabido que el ser humano, como ser social que es, prioriza estar dentro de la "seguridad" del grupo (seguir a la manada) por errónea que esta decisión pueda ser (si se equivoca, se equivocan todos, no uno solo, y si lo dicen muchos, por algo será...).
En este vídeo se presenta uno de los experimentos "clásicos" en el estudio de la conformidad grupal. En el experimento realizado por Salomon Asch (1951), se reunía grupos de 7 a 9 estudiantes universitarios (cómplices), los cuales estaban dispuestos de tal manera que el sujeto crítico era siempre el penúltimo en contestar. En total se examinó a 31 sujetos críticos varones. Cada uno realizaba 12 comparaciones en las cuales el grupo daba unánimemente la respuesta incorrecta. Los resultados de este experimento mostraron que aproximadamente el 33% de las respuestas entraban en acuerdo con la mayoría errada, lo cual indica que las respuestas de la mayoría unánime contaminaban un tercio de las estimaciones de los sujetos críticos. Se concluyó que la condición experimental influyo significativamente sobre las respuestas de los sujetos. Además, se observo que existían diferencias individuales extremas, pues algunos sujetos se sometieron a la opinión del grupo en el total de sus respuestas, mientras que otros no se sometieron en ninguna.
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