domingo, 5 de marzo de 2017

Breve análisis de los dislates del Papa Francisco

No hay nada más desorientador que escuchar al Papa Francisco hablar de economía. Precisamente, en este sentido, debiera leer más a Juan Pablo II, que tenía un conocimiento muchísimo mayor, como mostraba en Centesimus Annus (1990).

Y es que el ridículo en dicha materia no puede ser mayor (otra cosa es que quede bien lo que dice, como cualquier otro populista más). 


Y es que es un no parar lo del papa peronista, para algunos comunista (lo cual tampoco es de extrañar, proveniendo de Sudamérica, donde tanto mal ha hecho la religión, vía la desacreditada pero tan extendida y exitosa en el siglo pasado, Teoría de la liberación, que tanto daño ha hecho al desarrollo del continente). 

El papa Francisco, EFE

En primer lugar, comparar al comunismo con el cristianismo (al decir que son los comunistas los que piensan como los cristianos), es un duro golpe a sus creyentes (a los que representa) y no deja nada bien al cristianismo que dice defender al igualarlos a una ideología totalitaria caracterizada por los asesinatos, deportaciones, torturas, persecuciones y genocidios allí donde se ha impuesto (porque se impone mediante la sangre y violencia).

Y empezamos con la sarta dislates impropia de una persona que debiera tener una cierta preparación (o consejeros) antes de referirse a temas fuera de su "jurisprudencia" por su impacto. 

-"el dinero es el estiércol del diablo". 
El dinero no es otra cosa que un medio de intercambio empleado entre distintos agentes económicos para intercambiar bienes o servicios y alcanzar o mejorar los distintos fines de cada uno. Es una sencilla unidad homogénea de medida para facilitar dichos intercambios, indispensable (a no se que se quiera volver a una economía y mundo primitivo) en una sociedad desarrollada y compleja como la actual. De hecho, el dinero es una de las instituciones más vitales y esenciales para el desarrollo y la existencia de nuestra civilización.
NO es el dinero el culpable de nada, sino la propia persona en sí, que es la que actúa potencialmente mal. 

-Las empresas "no deben existir para ganar dinero", sino "para servir". 
Seguimos con las tonterías. Dicha sentencia, que puede sonar muy bonito para cualquier lego en economía profundamente desconocedor del proceso económico de mercado, es una sencilla aberración que si se siguiera llevaría a la absoluta decadencia económica y social de las sociedades, multiplicando exponencialmente la miseria, el despilfarro de recursos, el hambre, el malestar, el subdesarrollo...

Los beneficios, tal como las pérdidas, no son más que un faro, una guía que impulsa al ser humano a actuar. En principio, todo ser humano actúa porque subjetivamente considera que el fin propuesto tiene para él un valor superior al coste en el que incurre. Es decir, porque espera obtener un beneficio empresarial. Constituye el incentivo que motiva a actuar. En ausencia de dicho beneficio, que actúa como incentivo, ni siquiera se genera la información práctica necesaria para coordinar los desajustes sociales. Son dichos beneficios lo que guían el camino a mejorar la sociedad. El camino de las actividades que son demandados por los ciudadanos, y hacia dónde deben ir dirigidos los esfuerzos y recursos (por definición escasos), abandonando aquello en lo que están siendo dilapidados no satisfaciendo las necesidades del ciudadano (donde hay pérdidas). Así, el beneficio no es más que un premio a quién es capaz de eliminar un desajuste previo, satisfacer una necesidad y petición del público. 
Dañar los beneficios y penalizar a los empresarios eficientes no es más que una manera que hacer daño a la gente misma. Es gravar el éxito a servir mejor al público, es redireccionar menos recursos en mejorar una situación, es encarecer un servicio requerido por la gente, es disminuir el incentivo a mejorar una necesidad, es aminorar la capacidad de reinversión en mejorar la manera de mejorar la calidad y el precio de un producto-servicio.
Curiosamente, cuánto más éxito tiene un empresario en satisfacer un deseo más se le ataca y se le extrae mediante impuestos (desperdiciándose más recursos asignándose peor). Cosas de una debilidad común en el hombre, la envidia y el resentimiento.
Además, la inmensa mayoría de dichos beneficios no van a consumo de dicho empresario (legítimo), sino a la reinversión (el no hacerlo le saca a uno del mercado, siendo superado por otros) en la misma empresa. Lo que hace a los pequeños negocios florecer y convertirse en grandes empresas es precisamente el ahorro y la acumulación de capital.

Y esto enlaza con su final de sentencia "sino para servir". Toda empresa sirve al público o consumidor, pues no actúa coactivamente (esto solo lo puede hacer el Estado), sino que se compra voluntariamente porque el consumidor elije dicho servicio o producto. El precio no es más que la contraprestación por la prestación efectuada por la empresa, de igual manera que nuestro salario es nuestra contraprestación por la prestación servida a la empresa. 
Lo que intuye o parece proponer el Papa, no es algo novedoso. Lo hemos visto con dramáticas consecuencias en distintos momentos de la historia, cultura y área geográfica. Sin excepción, siguiendo las mismas y profundamente inocentes utopías. 

-"la corrupción está generada por la adoración del dinero. 
Es más de lo mismo que expliqué anteriormente. No me extenderé más al respecto. La cuestión es que la corrupción solo puede generarse cuando hay incentivos y capacidad para ello. Si dotas de poder arbitrario sobre terceros (político), en lugar del intercambio voluntario entre las partes, que solo se produce cuando es mutuamente beneficioso (mercado) generas el incentivo a la corrupción. Pues en el mercado libre solo puedes enriquecerte sirviendo a un tercero mejor o más barato que la competencia (no puedes corromper a nadie para que te otorgue beneficios automáticos por ley u obligando a nadie a que te compre a ti. Sin embargo, otorgando poder de decisión a un tercero que decide qué hacer o qué no, cuáles son las condiciones de intercambio, el precio del mismo, la cantidad o producto...generas la semilla de la corrupción, pues creas todos los incentivos a corromperse (el poder corrompe). Generas de esta manera el incentivo al burócrata a corromperse (exigiendo contrapartida por permitir a un tercero poder realizar una actividad, conceder una licencia, agilizarla, mejorar las condiciones frente a la competencia, ponerle barreras a la misma...) y generas el incentivo al agente económico (empresa, lobby...) a corromper otorgando contraprestación para poder hacer una actividad (entorpecida y trabada por el burócrata), mejorando sus beneficios a costa del consumidor y competencia. 

-"la corrupción es un fraude a la democracia y abre las puertas a otros males terribles como la droga, la prostitución y la trata de personas, la esclavitud, el comercio de órganos, el tráfico de armas, etcétera".
La corrupción, más que un fraude a la democracia (que sí), es una consecuencia de la misma, de mayor gravedad cuan más responsabilidades y poder se le da al gobernante (no ajeno a otros sistemas políticos). E íntimamente relacionado con ello, su aparición en males como la droga, la prostitución...(la esclavitud y la trata de personas son caso a tratar y explicar aparte). Dichas actividades son decretadas-prohibidas por el poder político, impidiendo la voluntaria y libre decisión de terceros, generándose tal como he expuesto antes el problema de la corrupción (y los incentivos perversos), que es una consecuencia de este hecho, no la causa de dichos problemas. 

-Por último, sobre el sistema de acceso al crédito es "más accesible y más barato para quien posee más recursos, y más caro y difícil para quien tiene menos".
Esto, para todo aquél que no sea lego, es más que obvio, justo y adecuado. Crédito significa buena reputación o buena fama, y el crédito solo se da a quienes tiene reputación y solvencia suficiente para devolver lo prestado, pues el riesgo para el prestamista se dispararía, y por lo tanto las probabilidades de arruinarse o de que no le paguen. 
En consecuencia, el crédito y las condiciones del mismo son mayores/mejores para una persona con mayor capacidad de devolverlo o más garantías ofrece en caso de impago que una persona sin las mismas. De no ser así, el incentivo (otra vez el incentivo) a prestar se reduciría drásticamente (y con ella el crédito precisamente para dichas personas que menos tienen), aumentando los impagos, y empeorando las condiciones para todos en general (aumentan las garantías y los intereses a todos para compensar los mayores riesgos asumidos) lastrando el crédito otorgado a toda la sociedad, y empeorando así el progreso, las inversiones, las innovaciones, las oportunidades laborales, los salarios...
Precisamente cuando se han seguido las recomendaciones del Papa (y tenemos un fantástico ejemplo en la crisis de la burbuja inmobiliaria), con la intromisión de las autoridades políticas por una parte, sobre el crédito (aumentándolo al dar garantías a los bancos, concederlo ellos directa o indirectamente, exigirles por diversos medios más crédito a las entidades privadas para TODOS -en EEUU por poner un solo ejemplo impidiéndoles expandirse a otros estados- Y la crisis de los subprime es eso precisamente, mayor crédito a personas de mayor riesgo sin garantías). 
Y por otra parte, sobre los tipos de interés, rebajándolo arbitrariamente para incentivar un mayor crédito en la economía (con la intención de generar más crecimiento económico, gasto y consumo), abaratando así el crédito e incentivando la demanda y la oferta drásticamente, reduciendo el control de riesgos y distorsionando los precios. En definitiva, generando burbujas y crisis multiplicando los impagos. Y todo era para ayudar a los más necesitados, se ha visto claramente...

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