sábado, 3 de febrero de 2018

La Fórmula 1 se rinde ante la tiranía de lo políticamente correcto quitando las azafatas

Javier Rubio analiza otro nuevo ejemplo de la tiranía de lo políticamente correcto, y la contradictoria hipocresía de la actual dictadura de género, que lejos de luchar por la libertad individual de las mujeres, pretende imponer qué pueden o no pueden hacer (aunque ello suponga no trabajar ni elegir sobre su propia vida y cuerpo). 

La liberación de la mujer se está convirtiendo a pasos agigantados debido al feminismo radical (de tercera ola) en puritanismo inquisitorial e intolerante (todo lo contrario a la liberación de la mujer de décadas pasadas, en una represión hacia la que se tiende nuevamente). 
El puritanismo actual es una vertiente más de la intolerancia y el totalitarismo. Pretende imponer a todo el mundo su visión del mundo, su moral y cómo actuar, decidiendo por el resto qué pueden o no pueden hacer. Es justo una nueva inquisición (que hacía exactamente lo mismo). La libertad es solo un cuento, el "derecho a decidir" que abandera es un mito, solo permitido cuando se decide hacer lo que la inquisición puritana feminista dice. Cuando en su libertad se decide otra cosa, la inquisición se abalanza ferozmente por múltiples vías. 
Artículo de El Confidencial: 
Foto: Vettel, junto a un grupo de azafatas. (Reuters) Vettel, junto a un grupo de azafatas. (Reuters)
“Hombre, a ti no te molestará, pero tener mujeres florero a estas alturas de la vida, a mí sí me molesta…”. Esta era la respuesta de una joven en un debate en Twitter sobre la retirada de Liberty de las ‘grid girls’ en las parrillas de la Fórmula 1. La misma que, curiosamente, en su ‘time line’ de Twitter participaba en el juego del programa 'Master Chef' en el que se votaba sobre dos de sus protagonistas masculinos. “¿Con quién te quedas?”, rezaba el título. Entre ellos, el plurimedallista español Saul CraviottoAmbos, con sus fotografías a pecho descubierto y sacando músculo. “Mujeres florero no, claro, hombres florero, ya si eso…”, le contestaban a la joven con sorna y su misma moneda.
Una anécdota sin mayor importancia, pero sí reveladora de esta esquizofrenia que se está dando en nuestras sociedades occidentales. En este sentido, la decisión de Liberty Media ha vuelto a sacar a la palestra el tema de la condición femenina y la igualdad de sexos. Con todas sus contradicciones.
¿Y cuáles son esas normas sociales?
“Esta costumbre no resuena con los valores de nuestra marca y está claramente en desacuerdo con las normas sociales actuales. No creemos que la práctica sea apropiada o relevante para la Fórmula 1 y sus aficionados, los antiguos y los nuevos, en todo el mundo”. Con estas escuetas razones Liberty justifica la retirada de las azafatas de parrilla. En primer lugar, como entidad privada, está en su derecho de establecer las reglas del juego que considere oportunas en el ámbito de su negocio. Y cabría comprender razones culturales de alcance global, ya que la F1 viaja a todo tipo de entornos y podría considerar apropiada una imagen aséptica de la mujer. Pero parece que no se trata de predicar la igualdad de sexos, ni de salvaguardar la dignidad de la condición femenina.
Porque si hablamos de las ‘normas sociales’, y para ser coherentes, quizá la Fórmula 1 debería evitar algunos países con carreras en el calendario actual donde la condición femenina sí que está verdaderamente sojuzgada. Pero, más en concreto: ¿de qué normas sociales actuales hablamos? Porque en Instagram y otras redes, por ejemplo, son las propias mujeres quienes libremente, a miles y en todos los países, están exhibiendo su físico con sus fotografías y sin el menor pudor o complejo. A ningún movimiento feminista en Occidente se le ha escuchado campaña alguna contra Instragram, por ejemplo.

Azafatas en el GP de Mónaco. (Reuters)
Azafatas en el GP de Mónaco. (Reuters)

La ley de la realidad dominante

Podrá responderse otra vez que cada mujer puede actuar en su radio de acción con la misma autonomía y libertad que Liberty en el suyo. Pero la moraleja de la decisión que nos ocupa es otra. Porque la F1 no va a cambiar porque haya más o menos azafatas en la parrilla. En el fondo, es un tema menor para este mundo.
La cuestión sirve para ilustrar que los americanos también parecen víctimas de la ley de la realidad dominante que están imponiendo algunos movimientos feministas, con mensajes opuestos a las miles de mujeres que viven sus vidas como quieren. Según esa ley escrita en la vertiente social del ser humano, quien más grita e insiste consigue plasmar su marco a otros, su paradigma. Porque en las opulentas sociedades occidentales muchos colectivos están agarrándose a la bandera del feminismo con furor revolucionario.

Un gesto buenista

Liberty tiene grandes problemas y resistencias para imponer su modelo de negocio a la Fórmula 1. No es este el espacio para explayarse sobre ello. Por varias razones, esta decisión se antoja más una pincelada cosmética, un gesto hacia la galería para congraciarse con esa realidad dominante que están imponiendo los movimientos feministas. Por el temor a ser etiquetado.
Porque Liberty podría haber tomado otra decisión, por poner un ejemplo: que mujeres y hombres compartieran la parrilla de salida. Una pareja por línea. Hubiera sido una perfecta forma de visualizar y reivindicar la igualdad de sexos a los ojos de todo el mundo, incluidos aquellos países donde compite la F1 y la mujer es discriminada. Pero los americanos no han sido proactivos, sino que se retiran, ceden a la visión de lo políticamente correcto. Y con ella han dejado fuera a mujeres que, como en Instagram, decidían libremente. En este caso, trabajar y disfrutar en una parrilla de salida. Porque parece que el feminismo también va de mujeres diciendo a otras mujeres cómo tienen que vivir sus vidas. Como nuestra amiga, la ingeniera española de Twitter.

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