El desastre perpetrado en Argentina por el kirchnerismo fruto de las políticas socialistas e intervencionistas es manifiesto (pero nunca aprendemos y las mismas medidas que llevan al fracaso una y otra vez se defienden, exigen y levantan el aplauso también aquí en España:
-Manipulación monetaria mediante el aumento de la oferta monetaria para monetizar deuda y aumentar el gasto público (con su consecuente inflación disparatada).
-Aumento de la regulación laboral (aumentando enormemente la rigidez laboral y el desempleo).
-Aumento espectacular de la presión fiscal (mayores impuestos asfixiantes que reducen el poder adquisitivo del ciudadano, desincentiva la creación de riqueza y produce paro).
-Aumento disparatado del gasto público (aumentando el déficit, la deuda, los impuestos, la política inflacionista para costearla vía el cada vez más escaso ahorro del ciudadano, los intereses...)
-Nacionalizaciones de numerosos sectores "estratégicos" (lo que aumenta de la ineficiencia, la corrupción, el gasto público, la deuda, los impuestos, el desempleo en el sector privado eficiente, y reduce la capitalización de la economía, la efectiva asignación de recursos, la productividad, la inversión, el ahorro y los salarios a nivel general).
-Aumento del control de capitales (desincentiva la inversión, reduce la seguridad jurídica, hace huir inversiones, reduce la actividad económica y la creación de riqueza, hunde el poder adquisitivo de la moneda y del ciudadano, que cada vez puede comprar menos cosas...
-Aumento de la burocratización y tamaño de la administración (estatalización que lleva a reducir la sociedad civil, las libertades de la sociedad, que pasan a manos de decisiones cada vez en mayor número del burócrata, mayor corrupción ya que todo pasa por sus manos, mayor ineficiencia y costes económicos y menor prosperidad...)
Diego Sánchez de la Cruz muestra como tras este desastre perpetrado por el populismo kirchnerista, no es óbice para que sus élites extractivas roben a manos llenas aún en mayor medida a sus ciudadanos y dejando también un pésimo legado institucional.
Artículo de Libre Mercado:
La economía ha tenido mucho que ver con el vuelco político que acaba de experimentar Argentina. No en vano, el PIB per cápita apenas ha crecido en los últimos doce años mientras que la presión fiscal se ha disparado del 20% al 35% del PIB.
El oficialismo peronista intentó evitar el debate económico durante toda la campaña. El nuevo presidente, Mauricio Macri, fue atacado por los partidarios del gobierno por su supuesto apego al "capitalismo salvaje". De hecho, sus adeptos fueron más allá y no dudaron en criticar los "orígenes millonarios" del nuevo mandatario, nacido en una familia ligada al sector de la automoción.
Las críticas no tuvieron el efecto esperado y la segunda vuelta de los comicios ha arrojado un histórico cambio político que zanja doce años de kirchnerismo y devuelve al centro-derecha a la Casa Rosada. El legado económico recibido no se lo pone nada fácil al nuevo gobierno.
El desastre K
Son muchos los desaguisados económicos que ha alimentado la Era K. En el mercado laboral, por ejemplo, el refuerzo del poder de los sindicatos y las modificaciones en la regulación laboral han aumentado notablemente las rigideces del mercado de trabajo.
En vez de admitir el deterioro generado por esta agenda política, el gobierno argentino se ha limitado a ocultar el nivel real de paro que soportan los ciudadanos. Así, las cifras oficiales hablan de un 7% mientras que los estudios independientes elevan la tasa de desempleo al 12%.
El modelo K también ha estado marcado por las nacionalizaciones (YPF, Aerolíneas Argentinas, Aguas Argentinas, Aeropuertos Argentinos, Astilleros Tandanor, Energía Argentina...) y por el aumento del gasto público. Sobre este segundo punto, cabe señalar que el sector público ha liderado la creación de empleo o que los subsidios sociales crecieron más de un 1.700%.
Durante los años del kirchnerismo, Argentina perdió también su lugar como uno de los líderes regionales en la exportación de carne. Aunque parezca mentira, el país suramericano ha sido superado por productores mucho más pequeños como Uruguay y Paraguay.
Por el lado monetario, los años de gobierno de CFK dejan una inflación acumulada cercana al 500%. La agresiva política del Banco Central y los fuertes controles a la entrada y salida de capitales no hicieron más que complicar esta situación, hundiendo el poder de compra de la divisa argentina.
En términos de desarrollo, los resultados son desoladores. Aunque el gobierno afirma que la tasa de pobreza es de apenas el 5%, los estudios de la Universidad Católica elevan los niveles de indigencia hasta casi el 30%, seis veces por encima de lo que reconocían las autoridades.
Nefasto legado institucional
La estabilidad política de los años de Néstor y Cristina Kirchner no vino de la mano con una mejora del clima institucional. De entrada, conviene apuntar que la fortuna de la familia presidencial habría crecido un 1.000% entre 2003 y 2015, un enriquecimiento que ha despertado las sospechas de corrupción, con presuntas irregularidades que habrían supuesto más de 40 millones de dólares.
Tampoco ha ayudado a normalizar el clima político la doble vara de medir que ha tenido el gobierno a la hora de juzgar episodios violentos de los años de la dictadura militar. Y es que, como señalan los más críticos, las condenas impuestas a los líderes de aquel régimen contrastan con la impunidad de la que gozan los terroristas y guerrilleros de la época.
Otro punto de fricción ha sido el rol de organizaciones juveniles apoyadas por el gobierno como "La Cámpora". Estas fuerzas fueron acusadas de infiltrarse en los colegios para adoctrinar a los más jóvenes y acercarlos al partido peronista.
A nivel internacional, Argentina también ha apostado por alejarse de los paradigmas de la democracia liberal. La nueva agenda de alianzas ha estado marcada por un acercamiento a regímenes como el castrista o el chavista.
Si todo lo anterior no fuese suficiente, también están encima de la mesa los continuos ataques del gobierno a los medios de comunicación que criticaban su gestión o el fuerte choque del Ejecutivo con el Poder Judicial, marcado por la muerte del fiscal Alberto Nisman.
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