martes, 10 de noviembre de 2015

Venezuela, el salario mínimo más bajo del mundo

Analicé hace unos meses la enorme mentira que circulaba en diversos medios y redes sociales que aseguraba que el salario mínimo en Venezuela había superado al de España, desmontándola paso por paso. 
En el siguiente artículo, Alicia Hernández muestra cómo efectivamente, Venezuela muestra el salario mínimo en términos reales más bajo del mundo. 
Es otro gran "éxito" del socialismo, envuelto nuevamente en un aura de propaganda demagógica, y en la que las medidas adoptadas por el "bien común", "por los pobres", "contra los ricos", por los "precios justos"...llevan a su población a la desesperación, la ausencia de libertad, la inflación desmedida, la escasez, el hambre y a un poder adquisitivo que no les llega ni para las necesidades más básicas...

Pero seguirán sin entender las causas que lleva a ello, ni las consecuencias de las medidas que adoptan. Lo único importante es el mensaje y la justificación de que es por los pobres y el bien común (las mayores atrocidades de la historia se han justificado de la misma manera), para comprar voluntades y poner en contra y de malo a cualquiera que no esté de acuerdo con dichos métodos y advierta de lo contraproducente que son dichas medidas. 

Artículo de El Confidencial: 
Si Venezuela es algo, es el reino de los extremos absolutos y polarizados. Todo depende de con qué lentes hagamos la lectura, y los sueldos no escapan de esta división. Para el Gobierno, el salario mínimo de Venezuela es el más alto de América Latina. Para la oposición, es el más bajo del mundo. ¿Quién tiene la razón?
El pasado 1 de noviembre se aumentó el salario mínimo. El presidente Nicolás Maduro dijo que la medida pretende proteger el ingreso, “una estrategia preventiva” que se une a “un plan de estabilización productivo, distributivo, comercializador del nuevo esquema de fijación de precios”. Es decir, mientras trata de estabilizar una producción en franco declive y dependiente del exterior, distribuir lo que hay en el mercado, insuficiente para toda la población, y fijar precios irreales -subsidiados algunos, otros tan bajos que no permiten un margen de beneficio real a los productores-, quiere llenar los bolsillos de los venezolanos con efectivo que palie el resto de las distorsiones.
Respecto a la anterior subida de mayo, el incremento fue del 30%. Es el segundo en lo que va de 2015, y el 31º desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1999. El año empezó con el salario en 5.622 bolívares y en julio quedó en 7.421 bolívares. Con este último cambio, entre quince y último de mes, los venezolanos recibirán 9.648 bolívares, un 71% más que en enero. ¿Qué significa esto en euros? Como todo en Venezuela, depende.
Para entender cuánto es el salario mínimo en el país hay que dar un pequeño rodeo por los jardines de su control cambiario. Para que empresas y particulares puedan obtener una moneda distinta al bolívar hay que acudir a distintos mecanismos, legales o ilegales, cada uno con una tasa de cambio diferente.
El primer cambio es Cencoex (anteriormente, Cadivi) usa una tasa de 6,86 bolívares por cada euro. Este tipo de cambio es muy restringido y solo se usa para importar alimentos e insumos de primera necesidad, como material médico. Es la tasa es a la que pueden acceder los venezolanos cuando viajan al extranjero, cada vez con más dificultades y restricciones. La segunda tasa esSICAD I, un sistema de subasta –poco transparente, de difícil acceso-, al que acuden las empresas. Se les ofrece divisas actualmente a un cambio de 14,69 bolívares por euro. La tercera tasa es el Sistema Margina de Divisas, (SIMADI), un sistema de tasa flotante similar a las casas de cambio tradicionales, solo que con las restricciones de cambiar un máximo de 300 dólares al día, 2.000 al mes y 10.000 al año. Y si se consigue comprador de bolívares. Con SIMADI, el cambio es de 217,65 bolívares por cada euro.
El último mecanismo para conseguir dólares -y el más usado por las restricciones que suponen los anteriores-, es el mercado negro, que puede consistir en algo tan sencillo como escribir en un chat de whatsapp “vendo lechugas verdes” (dólares) o “vendo lechugas europeas” (euros) y aparezca algún conocido y las compre. La tasa viene marcada por página web, Dólar Today, que cada día establece el cambio. A la hora de escribir esta nota, el euro negro o paralelo cuesta 875,48 bolívares.



Un dependiente cuenta bolívares tras vender alimentos a un cliente en un comercio de Caracas (Reuters).
Un dependiente cuenta bolívares tras vender alimentos a un cliente en un comercio de Caracas (Reuters).

Para qué alcanza

Con las tasas de cambio aclaradas ya podemos ver cuánto es el salario mínimo venezolano. Según el primer cambio (6,86) tendríamos un salario mínimo de 1.406 euros, casi el doble del que se disfruta en EspañaAhí es cuando Maduro se llena la boca y dice que es el salario mínimo más alto de la región, muy por encima de los 590 euros de Argentina (351 según su tasa en paralelo), los 372 euros de Uruguay o los 199 de la vecina Colombia. Pero, recordemos, este sistema cambio se emplea solo para algunas cosas y, a medida que manejamos otras tasas, vemos cómo la cifra mengua.
Según el segundo tipo de cambio (14,69), queda en 656 euros, una cifra aún por encima del resto de América Latina y bastante aceptable. Pero de nuevo, conviene recordar que este tipo de cambio es para empresas y de modo limitado. La tercera tasa, 217,65, deja un salario mínimo de 44 euros al mes, ya no por debajo de cualquier país de la región, sino quedando detrás de países como Nepal (69 euros al mes), Ghana (57 euros/mes) o Bangladesh (50 euros/mes).  La última tasa, el mercado paralelo (875,48) deja al “mayor salario de América” por los suelos: 11 euros al mes, cifra que solo supera los 9 euros de salario mínimo de Georgia.
Hablar de un salario mínimo que, según que tasa, puede ser de 1.406 euros o de 11 da idea de lo distorsionada que puede ser la economía en Venezuela, solo entendible en su totalidad y locura por economistas, venezolanos y cualquiera que haya vivido un tiempo en el país, más allá de unas vacaciones. Un modo sencillo de ver cuánto suponen en realidad los 9.648 bolívares es hacerlo con economía a pie de calle: ¿Qué y cuánto se puede comprar con un salario mínimo venezolano?
Si se compra pollo a precio regulado, subsidiado por el Gobierno a un precio de 65 bolívares el kilo, podremos comprar hasta 148 kilos. Para ello hay que contar con varios factores: comprar en un mercado de la red estatal (Bicentenario, Pdval y Mercal), que ese día sea el del terminal del número de cédula de identidad de quien quiere comprar, y que haya pollo regulado. Si se compra pollo en una carnicería, a un precio que cambia dos semanas y que ronda los 800 bolívares por kilo, se gastará el salario mínimo en 12 kilos de pollo.
También se pueden comprar 96 cafés, 24 latas de atún o 32 menús ejecutivos en taguaras (cantinas algo cutres) del centro de Caracas. El salario mínimo por día es de 321,6 bolívares y alcanza para comprar 3 aguacates, 100 gramos de queso, un paquete de cigarrillos de marca importada o 2 desayunos (de una empanada y 1 zumo) si se compra en el centro, sólo uno si  se compra en una zona clase media.
Para comprar una camiseta de cualquiera de las tiendas españolas con proyección internacional que se ocurra, una camiseta normal, de algodón, manga corta y con algún estampado sencillo, se puede gastar hasta 5.000 bolívares, más de la mitad del salario mínimo. Alquilar una habitación -ni siquiera un apartamento-, en una zona de clase media de la ciudad no se encuentra por debajo de los 25.000 bolívares, dos salarios y medio.



Venezolanos intentan comprar carne de pollo en un mercado de precios subsidiarios, en Caracas (Reuters).
Venezolanos intentan comprar carne de pollo en un mercado de precios subsidiarios, en Caracas (Reuters).

“Sal y agua”

La Canasta Alimentaria Normativa (CAN) es un indicador para medir el costo mensual de los alimentos que cubren las necesidades nutricionales de una familia venezolana y contiene rubros como lácteos, frutas, hortalizas, carne o café. El Centro de Documentación de Análisis Social (Cendas) estimó que el costo de la canasta alimentaria en agosto subió hasta los 34.647 bolívares, es decir, se necesitaban 4,6 salarios mínimos para poder cubrirla. Con el aumento de salario se necesitarían 3,5. Pero al igual que el salario aumentó, en tres meses lo que costaba 100 bolívares ahora puede estar en 200.
Cendas también hace el cálculo para la Cesta Básica Familiar, es decir, el conjunto de bienes y servicios que una familia precisa en un mes, entre lo que se está incluida la alimentación, vestuario, vivienda, mobiliario, salud, transporte y recreación. En septiembre era de 97.291 bolívares, 13 salarios mínimos antes del 1 de noviembre; 10 salarios mínimos con el aumento.
Cuando Nicolás Maduro hizo el anuncio del último aumento insistió en que las principales economías capitalistas del mundo “reducen los salarios, desmejoran las conquistas sociales, crece el desempleo y hay precariedad”, mientas que en Venezuela “el Gobierno nacional mantiene un ritmo de dos aumentos de salario por año, para asegurar la constante reivindicación de la clase obrera”.
Hay más aumentos de salario que, casi con total seguridad, en ninguna economía del mundo. Pero a buen seguro ninguna economía del planeta tiene los índices de inflación de Venezuela. La última vez que Maduro se refirió al tema, dejó caer –porque nunca fue un anuncio oficial-, que estaba en el 80%. Las cifras de agentes externos distan mucho de la dada por el presidente y son aún menos halagüeñas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que al cierre de 2015 la inflación prevista supere al 100%. Bank of America publicó en el informe The Red Book: 1Q15 edition que en cifra anualizada será de 172%.
El salario mínimo sube a discrecionalidad, guiado en teoría por el ritmo de la inflación, en previsión de ésta y frente a la “guerra económica”. A pie de calle, el venezolano siente que la quincena “se vuelve agua y sal en las manos”, hace filigranas, estira como puede y cada vez más empieza a prescindir de lujos como algunas frutas, habichuelas negras o pretenciosos platos como pasta con atún.

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