miércoles, 19 de octubre de 2016

Corrupción

Luís I. Gómez analiza el corrupto sistema política en el que nos vemos obligados a estar, cuyo diseño por la clase política permite el robo institucionalizado, el abuso de poder y el clientelismo sin límite. 

Artículo de Desde el Exilio:
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El sistema político español se basa en el robo, el engaño, la corrupción y la idiotización de los ciudadanos.
La clase política española ha conseguido legalizar el hurto, institucionalizando y legitimando un sistema fiscal profundamente injusto y absurdamente ineficiente. El único fin de todo el cuerpo legal en que se apoya el sistema fiscal español es la financiación del estado como órgano monopolista de poder del que – sin rubor alguno y en clara connivencia pactada/consensuada entre todos ellos  – se sirven los partidos políticos para alternarse en el fomento del clientelismo ciego, herramienta indispensable para secularizar el paripé pseudodemocrático en el que vivimos los “hombres felices”. Cada vez más pobres, cada vez menos libres, pero satisfechos de nuestros logros sociales. ¿Satisfechos? Ningún servicio del estado satisface las necesidades de nadie. El receptor de una ayuda social apenas puede vivir de ella, no digamos ya crecer y desarrollarse como individuo. El receptor de asistencia sanitaria sabe en muchos casos que otra medicina/cirujía es posible/mejor. El escolar no sólo ve cómo se coarta su individualidad, apenas recibe más infomación de la necesaria para mejor poder integrarse en un sistema social de mediocridad obediente. Y todo ello a un precio fantástico e impagable, cuyas consecuencias trasladamos irresponsablemente a las futuras generaciones vía deuda pública.
La clase política española ha conseguido diseñar mediante lo que ellos llaman “transición democrática” y “constitucionalismo” un sistema de estado en el que mentir en campaña electoral para obtener votos no tiene nunca consecuencias. La prevaricación, el nepotismo y el abuso de poder no son constitutivos de delito si se hacen desde las instancias democráticamente legitimadas. ¿Cómo es esto posible? Una de las obras maestras de nuestra clase política es la “integración” del poder legislativo/ejecutivo con el poder judicial. Lo que en cualquier sociedad civilizada recibiría el nombre de “secuestro de la justicia” – bananerismo, totalitarismo, fascismo, … – aquí es “control parlamentario del poder judicial”. Los jueces, que no son sólo víctimas de este juego, son segregados no en función de cómo aplican la ley, sino en funcion de cómo la interpretan. La jurispruidencia está llena de juicios de valor y huérfana de valor en los juicios. Secuestrados por los intereses de los partidos, incapaces de medrar profesionalmente fuera del ámbito de influencia de ésta o aquél partido político, los jueces pasan a formar parte indisoluble del propio sistema: el ciudadano queda indefenso ante la arbitrariedad de la acción política. Nos engañan, lo sabemos, pero no podemos hacer nada.
La clase política española ha sabido dotarse de un sistema en el que no se dan casos de corrupción: el sistema es corrupto en sí mismo. Las sucesivas leyes de financiación de partidos políticos y sus enmiendas, las disposiciones referidas a la subvención de sindicatos, patronales, a los sueldos de concejales, alcaldes, diputados, secretarios de estado, asesores, … conforman un sistema legal exclusivamente diseñado para desviar de nuestros monederos los medios económicos que ellos necesitan para la subsistencia de la casta política. Los favores, el amiguismo, el derroche, la prevaricación son inmanentes a todo sistema público o privado basado en la coacción y/o el monopolio. Los ciudadanos somos parte del sistema, ya que:
–          sin preguntarnos nos convierten en ciudadanos de “estepais” bajo un contrato constitucional que ni hemos leído ni firmado,
–          cuando hay sitio (se muere alguien, se necesitan nuevos clientes) nos permiten acceder vía oposición al aparato estatal convirtiéndonos en parte interesada de su mantenimiento,
–          nos convierten en clientes obligatorios de sus servicios: energía pedórrica, bombillas startreck, escuelas ciudadanas, …
y quien crea que puede hacerlo de otra manera o paga dos veces o termina sabiendo cómo se siente uno en comisaría, más allá de lo adivinado viendo Criminal Minds.
Y ahora díganme: ¿qué piensan hacer para salir de este embrollo?

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