Tho Bishop expone cómo los libertarios no deberían soñar con el mercado común de Hillary Clinton (publicado por Wikileaks) y debieran desconfiar del globalismo político, pues "ni el comercio controlado por el gobierno, ni las fronteras abiertas forzadas por el gobierno son libertarios".
Un artículo que complementa el análisis de Juan Rallo sobre este mismo asunto.
Artículo del Instituto Mises:
Muy olvidados por los medios de comunicación a la vista del vídeo filtrado de Trump de Access Hollywood y el debate presidencial del domingo han estado la multitud de correos electrónicos del Presidente de campaña de Hillary Clinton, John Podesta, publicados por Wikileaks. Una revelación que ha conseguido cierta atención son algunos de los comentarios que la secretaría Clinton hizo mientras hablaba con banqueros de Wall Street, en los que adoptaba una postura muy distinta sobre los acuerdos comerciales de la que ha adoptado durante su campaña. Un correo electrónico señala un discurso en el que dice:
Mi sueño es un mercado común para todo el hemisferio, con comercio abierto y fronteras abiertas, en algún momento del futuro, con una energía que sea tan verde y sostenible como podamos conseguir, impulsando el crecimiento y las oportunidades para todas las personas del hemisferio.
Curiosamente, este comentario ha sido alabado por algunos expertos libertarios. Por ejemplo,Nick Gillespie, de Reason, al tiempo que atacaba la duplicidad de Clinton, describía los comentarios como “buenas noticias” desde una perspectiva libertaria. David Boaz, vicepresidente del Instituto Cato, alababa los comentarios tuiteando: “Hillary cada vez se ve mejor”. Por supuesto, continuaba con un tweet diciendo que ella “no es exactamente digna de confianza” pero indicando que el comentario de Clinton era algo que los libertarios deberían celebrar.
Las alabanzas de Gillespie y Boaz indican una incomprensión fundamental de lo que está defendiendo realmente Clinton. Después de todo, un “mercado común” no es lo mismo que un mercado libre y comercio abierto no es necesariamente lo mismo que “libre comercio”. La idea que está defendiendo Hillary Clinton no es un orden internacional libertario, sino más bien una entidad similar a la Unión Europea para América.
Por desgracia hemos visto una larga lista de libertarios alabando a la UE, en buena parte basándose en el “comercio abierto”. Aunque la idea de “comercio abierto” sea alabable en la teoría, la expresión no es en realidad sinónima de “libre comercio”, igual que la etiqueta de “comercio justo” no es la misma que la de “libre comercio”, aunque el comercio libre sea de por sí justo. Por el contrario, comercio abierto es en realidad comercio dirigido, con gobiernos poniéndose de acuerdo en normas compartidas con respecto a subvenciones, regulación, impuestos y otras formas de intervención pública.
Por eso Murray Rothbard era abiertamente crítico con el NAFTA, señalando que el “verdadero libre comercio no necesito un tratado”. También comparaba al NAFTA con la burocrática Unión Europea:
Así que los cantos de sirena del NAFTA son la misma melodía seductora con la que los eurócratas socialistas han tratado de hacer que los europeos se rindan al super-estatismo de la Comunidad Europea: ¿no sería maravilloso que Norteamérica fuera una enorme y poderosa “unidad de libre comercio” como Europa? La realidad es muy diferente: la intervención y planificación socialistas por parte de una comisión supernacional del NAFTA o burócratas de Bruselas irresponsable ante nadie.
Los investigadores franceses Ferghane Azihari y Louis Rouanet señalaron algo parecido al año pasado en referencia con el TPP, destacando cómo los acuerdos comerciales sirven para aumentar el poder del estado:
La intergubernamentalidad no es más que un proceso que usan los gobiernos para mutualizar sus respectivas soberanías para completar tareas que no pueden lograr solos. Los estados-nación son entidades que raramente renuncian al poder. Cuando llegan a acuerdos, son para reforzar su poder, no para debilitarlo. Por el contrario, el libre comercio requiere una disminución del poder regulatorio de la administración.
Rouanet, en un artículo independiente en el que criticaba a la UE por ser antieuropea, destacaba cómo el verdadero efecto de un “mercado común” es eliminar la competencia regulatoria obligando a las naciones miembros a tener el mismo código:
La Unión Europea no es más que un cártel de gobiernos que trata de obtener poder armonizando la legislación fiscal y regulatoria en todo estado miembro. El artículo 99 del Tratado de Roma (1957) indica claramente que los impuestos indirectos “pueden armonizarse en interés del Mercado Común” por la Comisión Europea. Respecto del artículo 101 del mismo tratado, este restringe explícitamente la competencia regulatoria “donde la Comisión considere que una disparidad entre las disposiciones legislativas y administrativas de los estados miembros distorsione las condiciones de competencia del Mercado Común”.
Estos ejemplos ilustran perfectamente por qué los libertarios deberían desconfiar del globalismo político. A pesar de las evidentes imperfecciones de los estados-nación modernos, la mayor amenaza para la libertad es la centralización política (que es la razón por la que del bréxit y otros movimientos de secesión deberían alabarse). Como argumentaba Jeff Deist este mismo año, el bréxit fue:
un referéndum sobre la nacionalidad, que está un paso alejada del globalismo y cerca de la autodeterminación individual. Los libertarios deberían considerar la descentralización y devolución de los poderes estatales como algo bueno, como siempre, independientemente de las motivaciones de dichos movimientos. Reducir el tamaño y ámbito de cualquier dominio uniestatal (o multinacional) es decididamente saludable para la libertad
Así que, a pesar de lo que puedan pensar Gillespie o Boaz, no hay nada alabable en los comentarios de la secretaria Clinton, aunque sea remotamente digna de confianza. Ni el comercio controlado por el gobierno, ni las fronteras abiertas forzadas por el gobierno son libertarios. No necesitamos globalismo político para avanzar en las ideas de la libertad, simplemente necesitamos que el gobierno se aparte del camino. La secretaria Clinton ha dejado claro que eso no le interesa.
El artículo original se encuentra aquí.
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