Diego Sánchez de la Cruz entrevista a Chistopher Snowdon, sobre el impacto de las políticas públicas centradas en subir impuestos a los refrescos, en los que analiza el objetivo real fácilmente evidenciable así como sus consecuencias.
Artículo de Libre Mercado:
Varias marcas de refrescos | Archivo
El periodista británico Christopher Snowdon es toda una eminencia a la hora de analizar el impacto que tienen las políticas públicas centradas en asuntos de salud. La nueva recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de subir un 20% los impuestos que gravan el consumo de refrescos hacía obligada una llamada a Londres para conocer la opinión de Snowdon sobre esta cuestión. Libre Mercado ha entrevistado al investigador del Institute of Economic Affairs y estas son sus respuestas.
- ¿Qué es lo primero que pensó al conocer la publicación de este nuevo documento de la OMS a favor de subir los impuestos a las bebidas azucaradas?
Francamente, lo primero que me vino a la cabeza es que la OMS necesita una reforma muy seria si lo que más le preocupa a sus burócratas es el precio de la limonada y no las enfermedades que matan a diario a miles de personas.
- ¿Y qué opina de la propuesta que hace la OMS? Usted lleva años dedicado al estudio de estas cuestiones.
Simple y llanamente, hay que decir que ningún país ha aplicado con éxito este tipo de medidas y ha logrado una caída en los niveles de obesidad. Por tanto, la evidencia nos dice que es una medida recaudatoria que no logra mejorar la nutrición y la salud de la población.
- Hábleme de los experimentos que se han hecho. ¿Tan equivocada está la OMS?
Veamos, la mayoría se han hecho en Estados Unidos, donde está cada vez más generalizado el cobro de algunas tasas por el consumo de refrescos. Efectivamente, cuando se imponen estos gravámenes se pueden observar caídas en el consumo de bebidas azucaradas. Sin embargo, no hablamos de caídas que reduzcan los niveles de obesidad, que se mantienen constantes.
- ¿A qué se debe?
Esto es así porque se produce un efecto sustitución. Si se le sube el precio a un producto, los consumidores reducen las compras del mismo pero elevan las adquisiciones de otro. Al final, te encuentras con que, por ejemplo, toman menos soda pero más batidos. Y el saldo final es que se consume un número muy similar de calorías.
- ¿Qué otros experimentos explican su escepticismo?
México es otro caso digno de mención. Hubo cierta caída de las ventas, cierto. Hablamos de un descenso de entre el 3% y el 5%. Sin embargo, incluso si el descenso fuese de un 10%, esto apenas supondría un consumo de 10 calorías menos al día por persona. No hablamos, por tanto, de cambios efectivos.
- Lo que sí hay es una clara motivación recaudatoria…
Una vez más merece la pena analizar el caso mexicano, porque allí vimos que se introdujo este impuesto al mismo tiempo que se aprobaban otras subidas fiscales. No era un problema de salud pública lo que motivó la reforma fiscal, era la decisión del gobierno mexicano de aumentar la recaudación. Es más, al mismo tiempo que aprobaban la tasa a los refrescos, daban luz verde también a un impuesto aplicado a la comida para perros, gatos y otras mascotas. Obviamente, lo que querían era recaudar más.
- Francia también ha impuesto gravámenes de este tipo.
Sí, pero de nuevo nos encontramos con todo tipo de incoherencias. Por ejemplo, en Francia vemos que se le cobra el mismo impuesto a las bebidas más azucaradas que a sus versiones light. ¿Qué sentido tiene eso? La única explicación es que lo que realmente buscan es recaudar más.
- En sus trabajos sobre estas cuestiones ha subrayado el coste desproporcionado que tienen estas políticas entre los contribuyentes de menos recursos.
Así es. Estos impuestos no los pagan los obesos, los pagan los consumidores en general, y la factura resulta especialmente gravosa en el caso de los hogares de ingresos bajos. Es precisamente en ese segmento en el que un mayor porcentaje de la renta se va a comprar alimentos y bebidas. Es curioso que los mismos partidos de izquierdas que dicen ser defensores de los pobres acaban imponiendo estos gravámenes que golpean precisamente a los más vulnerables.
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