lunes, 16 de enero de 2017

El legado

Juan Manuel López-Zafra analiza el legado de Obama (EEUU) centrándose en los tres ejes fundamentales en los que el presidente se centró en su discurso de despedida (10 enero). 
Artículo de El Confidencial:
Foto: Barack Obama durante un discurso. (Reuters)Barack Obama durante un discurso. (Reuters)
“Duda de todo. Encuentra tu propia luz”. Buda
El próximo 20 de enero Barack Obama dejará de ser oficialmente presidente de los EEUU para ser reemplazado por Donald Trump, ganador de las pasadas elecciones como anticipamos aquí, a pesar de todo. Estos días escuchamos en los medios todo tipo de alabanzas y parabienes sobre lo que ha supuesto Obama para Occidente. Parece que si el primer presidente negro de los EEUU no hubiese existido seríamos todos más pobres, menos libres, y estaríamos sumidos en la mayor de las tristezas.
Desgraciadamente, no todo ha sido como los medios reflejan. Y para ello, fijaré el mensaje en los tres ejes fundamentales en los que el aún presidente articuló su discurso de despedida del pasado día 10 de enero: la democracia, la diversidad racial y la igualdad de oportunidades.
Que la democracia funciona en los EEUU es algo que el resultado de las pasadas elecciones vuelve a poner de manifiesto. A pesar de todos los intentos de desprestigiar al candidato republicano (que, sin duda, ha hecho méritos más que suficientes para lograrlo él solo, sin necesidad de ataques externos), Trump ganó con una sólida ventaja en voto electoral, de nada menos que 306 frente a los 232 de su rival. Muchos no entienden que el sistema electoral norteamericano funcione de manera que una candidata con más votos (Hillary Clinton, 61,3 millones) se viese superada por alguien con menos (el citado Donald Trump, 60,5 millones), pero el sistema era conocido y aceptado por todos antes y durante el proceso electoral; luego ya hemos visto que los propios votantes demócratas (no todos, cierto es, y muy minoritarios, pero con el suficiente eco en los medios europeos como para ser portada y noticia principal durante algunos días) rechazaron el resultado, poniendo en solfa la propia democracia norteamericana que Obama defiende y representa. Es bueno para una sociedad mostrar su disconformidad con lo que podría suponer una amenaza para ella, pero mejor aún es respetar el resultado de las urnas. Todos los infundios sobre pucherazo en los estados clave quedaron hechos migajas cuando el recuento de Wisconsin descontó más de 18.000 votos a la candidata demócrata por solo 3.000 al republicano; en ese momento, y a pesar de haber recaudado más de siete millones de dólares, la representante del partido verde, Jill Stein, que encabezaba la lucha, decidió no seguir adelante. Efectivamente, la democracia ha salido reforzada tras el mandato de Obama, a pesar de los intentos de sus propios conmilitones por mancharla.

Barack Obama abraza a Hillary Clinton en el acto de fin de campaña electoral. (Reuters)
Barack Obama abraza a Hillary Clinton en el acto de fin de campaña electoral. (Reuters)
La diversidad racial de la que presume Obama ha permitido reducir los crímenes de “odio” ('hate crimes') desde los 6.628 de 2010 a los 5.850 de 2015, a pesar del ligero repunte del último año, de acuerdo con los datos del FBI. De ellos, tienen origen racial el 56,9% y religioso el 21,4% No existe por tanto un incremento de la violencia racial en los EEUU desde que Obama alcanzó el poder, sino todo lo contrario. Es el presidente que más deportaciones ha llevado a cabo en la historia de los EEUU, de acuerdo con la información de la ABC del pasado agosto, tantos como 2,5 millones entre 2009 y 2015, sin contar aquellos que eran directamente rechazados en frontera; eso supone una media de unos 1.000 deportados diarios, lo que le ha llevado a ser nombrado “Deporter in Chief” (deportador en jefe) por las organizaciones de ayuda a los inmigrantes. Por supuesto, nadie recuerda ya aquella promesa de cerrar Guantánamo.
Por último, la igualdad de oportunidades, santo y seña de los EEUU, se ha visto deteriorada gravemente con las políticas del presidente y las de la Reserva Federal.
La deuda de los hogares ha caído del 98% del PIB al 79,7% en su período de presidencia, indicando un fuerte desapalancamiento de las familias; sin embargo, en el mismo período la deuda pública ha crecido desde el 73,5% hasta el 104,8%, alcanzando los máximos niveles históricos, y el gasto federal se ha incrementado en un 11%, lo que supondrá más impuestos y un mayor empobrecimiento a los norteamericanos en el medio plazo. El número de beneficiarios del programa de asistencia de suplemento alimenticio (los famosos 'food stamps') ha pasado de 2,.5 millones a su llegada al poder a más de 45 millones, con un récord de casi 48 millones en 2013. La tasa de participación de la fuerza laboral para los que tienen entre 15 y 74 años (la medida habitualmente en los EEUU) se encuentra en niveles de 1982, con un 67,4%.
El índice de Gini, la medida más habitual para representar la equidad en la distribución de la renta, ha pasado de 40 a 41, indicando un deterioro. La relación del percentil 90 de la población en cuanto a renta disponible respecto al percentil 10 (el 10% más rico sobre el 10% más pobre) ha pasado de 5,9 veces a 6,4 veces, señalando una mayor desigualdad de renta. Las medidas proteccionistas aprobadas bajo su mandato superan a las de cualquier otro país de la OCDE, de acuerdo con los datos de Geopolitical Intelligence Services (GIS), muy por encima de las aprobadas por la India, Rusia o, incluso, Argentina. Su gran apuesta social, el Obamacare, ha fracasado rotundamente, y no ha sido por los palos en las ruedas que los republicanos le han puesto; más bien, por tratar de imponer medidas en las que, por ejemplo, resulta más rentable pagar la multa por no estar asegurado que asegurarse. Los incrementos de primas han sido, en algunos casos, de más del 60%, llevando a varias compañías aseguradoras a abandonar el programa por inviabilidad técnica.
Y sí, sin duda el índice SP500 se ha incrementado un 140% durante su mandato y los beneficios empresariales un 160%; pero no olvidemos que la política llevada a cabo por la Reserva Federal ha hecho que la mayor parte del dinero procedente de la expansión monetaria se haya dirigido a los mercados, generando, posiblemente, el mayor rescate diferido de la historia, pues serán los contribuyentes quienes acabarán pagando la borrachera de crédito y dinero que Greenspan y Bernanke han provocado.

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