Se cierra el círculo. Primero cierran el centro histórico al automóvil. Por supuesto, justificándolo que será positivo para el comercio y los bares, que ven así ampliadas en algunos casos sus terrazas, ocupando lo que antes era la calle.
Y una, vez hecho, a crujir a impuestos al sector de la hostelería, en muchos casos, pequeñas y medianas empresas de carácter familiar.
Te incrementan las tasas hasta un 70% por el uso de terrazas en el centro de Valencia, y que irá creciendo durante los próximos cinco años (+468% respecto al coste del 2016) que se suma al incremento experimentado en el IBI.
Pero todo por tu bien, por supuesto, por "la gente". Las pérdidas en las que entren los comercios (y que en muchas ocasiones es la puntilla para echar el cierre, con el drama que supone), la falta de contratación o despidos para compensar la medida y la pérdida de rentabilidad (que supone menores sueldos o no aumentarlos, menores contrataciones, menores inversiones y mejoras...tanto directa como indirectamente) qué importa...
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