miércoles, 25 de enero de 2017

Los verdaderos objetivos del feminismo radical: privilegios y más violencia

Antonella Marty analiza los verdaderos objetivos del feminismo radical (que flaco favor hace a las mujeres) y de dónde proviene. 
59608543_L
Fuente: Panam Post
Para ellas todo reside en la victimización. Yo, como mujer, no me siento víctima de nada de todo lo que ellas dicen, al contrario, sé que las mujeres tenemos muchísimos privilegios que los hombres no tienen.
Lamentablemente, estos movimientos que tanta presencia y voz tienen en los medios y distintas organizaciones mundiales –y sin embargo, dicen estar oprimidas–, nos inculcan que los hombres y las mujeres estamos en una especie de lucha a muerte, una batalla entre sexos y que el hombre es el que domina a la mujer.
La realidad es que estas mujeres que marchan, agreden, destruyen y protestan no buscan ninguna “igualdad”, solo buscan privilegios. Privilegios a costa del hombre, a costa de los bebés muertos que proponen abortar “por si salen machos”, privilegios a costa de todos los demás, un modus operandi muy similar al de la izquierda mundial. 
Como bien señala la autora Vanesa Vallejo, la tiranía de los movimientos feministas no es solo contra los hombres a quienes les quitan derechos amparándose en que son mujeres, sino también una tiranía contra nosotras mismas, las propias mujeres. Esto se debe a que las feministas parecieran ser unas sabelotodo que conocen a la perfección cómo debería ser la mujer ideal y buscan imponer ese prototipo a rajatabla: si tú no compartes la idea y no odias al hombre, entonces eres enemiga, algo también bastante similar a los planteamientos de la izquierda mundial.
La realidad es que estos individuos deberían dejar a la gente ser, que cada mujer y hombre lleve la vida que quiere, como le guste. Pero no, ellas salen a destruir ciudades, irrumpir el orden público, destrozar la propiedad privada, agredir a los que no piensan igual, por el simple hecho de sentirse “víctimas”. Empero, hay otra cara de la moneda que ninguna de ellas quiere ver y aquí es donde sale a la luz la gran hipocresía tanto del movimiento feminista como de las celebridades que maquinan la chispa.
Pareciera ser algo similar a la idea expuesta por Gramsci, cuando sugería a los comunistas que “tomaran la cultura y la educación y el resto se daría por añadidura”. La cultura, el arte, la música, el cine, todo siempre dominado por la izquierda para imponer un mensaje y llevar al mundo a la ruina a partir de su perversión a través de la opinión pública. Ahora, son las influyentes mujeres de Hollywood las que se muestran en guerra con la figura del hombre.
No era suficiente escuchar a los comunistas hablando de la lucha de clases, ahora también debemos soportar a las feministas radicales hablando de la lucha de géneros/sexos.
Probablemente haya muchas personas a las que no les guste leer esto, pero no voy a pedir permiso para dar mi opinión, no voy a someterme a la tiranía de género que exige el feminismo radical. Por el simple hecho de ser mujer no tengo por qué odiar a los hombres como ellas lo piden.
Dicen estar oprimidas, pero son ellas las que oprimen a todos los que pensamos diferente. Una violación sexual está mal, una agresión física, verbal o psicológica también está mal. Pero el punto aquí es el siguiente: no solo está mal cuando quien las sufre es del sexo femenino, también está mal cuando quien las sufre es del sexo masculino.
Las feministas radicales de hoy en día, las que vemos en las marchas a diario y nos llenan las redes sociales de mensajes repletos de odio, no solo no reconocen que los hombres también son golpeados, abusados, asesinados e inclusive violados, sino que también fomentan la violencia hacia ellos: esto lo podemos ver en las calles en esos mensajes que suelen grafitear como “aborta al macho”, “muerte al macho” o “machete al machote”. Entonces que no vengan a hablarnos de paz, que no vengan a hablarnos de que están oprimidas, cuando son ellas mismas las que quieren oprimir y fomentar la violencia hacia el otro sexo. Nuevamente, todo se basa en cuestiones de privilegios y exigir más de ellos.
Esta Marcha de las Mujeres que se dio en distintos lugares de los Estados Unidos para protestar contra el presidente electo en las urnas fue una muestra más de la influencia e intolerancia del feminismo radical. Como era de esperar, tampoco respetan la democracia, tampoco respetan los resultados de una votación libre.
Hipócritas es lo que son, al llamar a nuestras sociedades patriarcales, cuando somos las mujeres las que tenemos el doble de privilegios que los hombres, cuando la religión islámica es una de las más patriarcales que ha conocido este mundo y sin embargo ellas jamás lo mencionan. Hipócritas porque dicen defender a la mujer mientras lo único que piden es más privilegios y a la vez se olvidan de las mujeres que realmente están sufriendo y por las que deberían levantar la voz: las mujeres de Medio Oriente.
El daño que ha hecho Hollywood es inmenso. Además de promover la violencia defienden a los políticos indefendibles. Mario Vargas Llosa bien lo aclaró al señalar que “además de dictadores, los progresistas de Hollywood defienden a asesinos en serie”, bien lo podemos ver en los casos de Sean Penn y Oliver Stone, quienes pareciera ser, tienen debilidad por los tiranos tercermundistas.
La cantante Madonna apareció en la Marcha de las Mujeres junto a otros personajes como Cher, Katy Perry, Ariana Grande y Rihanna, mujeres que dicen que el resto de las mujeres estamos oprimidas, cegadas por un prototipo de mujer y vistas como objetos sexuales. Bueno, resulta ser que nada de esto es válido para ellas cuando deciden grabar un video musical y se muestran como los más fieles iconos sexuales del mundo, además de prometer sexo oral a todos aquellos que voten por Hillary Clinton, como fue el caso de Madonna, ¡vaya respeto a la mujer! Hipocresía y más hipocresía.
Hipocresía de estas feministas que proclaman la defensa de cuestiones tan aberrantes como lo es el aborto, mientras luego marchan para quejarse por los femicidios. Pero claro, es así, para ellas algunas vidas valen más que otras.
Estos grupos que defienden los “derechos de la mujer” lo único que hacen realmente es reclamar privilegios por el simple hecho de ser mujer. Pero por supuesto, “feministas” hasta que les abren la puerta para darles el paso, “feministas” hasta que un hombre les cede su asiento, porque ahí poco y nada protestan.
Es muy sencillo defender los “derechos de la mujer” en Occidente, donde no te matan por ser mujer, no te apedrean por haber sido violada y no te ocultan tras una burka o un hiyab. Si no lo creen acá van algunas citas del Corán:
“¡Oh, Profeta! Di a tus esposas y a tus hijas y a las mujeres que se cubran todo el cuerpo con sus túnicas. Eso es lo mejor para que no sean reconocidas” (59)
“Las mujeres correctas son devotamente obedientes”, en esto se observa además que el Corán permite que los hombres golpeen a sus esposas si ellos sospechan de la lealtad de éstas: “A aquellas de las que teman una conducta rebelde y obstinada, amonéstenlas primero y si no surte efecto abandónenlas en el lecho y en última instancia golpéenlas, pero si los obedecen no hagan nada contra ellas” (4:34)
“A la fornicadora castíguenla con cien azotes, y que su castigo sea presenciado por un grupo de creyentes” (24:2)
La realidad es que si les interesaran tanto las “pobres mujeres oprimidas” estarían alzando la voz ante los abusos y humillaciones que padecen las mujeres en los países musulmanes o mucho más cerca, en el Caribe, en Cuba –les sugiero que antes de vacacionar allí lean un poco sobre quiénes son las Damas de Blanco, un movimiento respetable y serio–, y no estarían reclamando más y más privilegios.
Mi recomendación a las feministas: si quieren hacer algo en serio por las mujeres, levanten la voz por quienes realmente están sufriendo y no pueden hablar, dejen de repetir un eslogan, dejen de desnudarse en las calles y dejen de mostrar cómo pasan por alto la depilación.
Mientras tanto, los intolerantes no solo nos piden sino también nos exigen que toleremos su intolerante estilo de vida, y nosotros, sin defendernos por miedo a sentir culpa, parecemos aceptarlo.
Aquí el hilo conductor entre el marxismo, el feminismo radical y el islamismo: el cambio no se logra solo con predicar, sino que también es necesario recurrir a la violencia. El feminismo se hace cada vez más radical y hoy es un movimiento que promueve la idea de que los hombres son menos que las mujeres, que un sexo es mejor que el otro solo porque sí. Pareciera ser que no es tanto por la igualdad, en realidad buscan supremacía.
Pero es raro y a su vez contradictorio: estas mujeres se disminuyen a sí mismas, asumen que son pésimas y que por eso deben tener más privilegios, más bancas en el gobierno, más, más y cada vez más. Con esto muestran a la figura de la mujer como “poco capacitada”, tan poco que tienen que exigir que les aseguren un puesto o les den mayores privilegios.
Es raro, repito. En sus pancartas dicen que las mujeres somos “el mejor género”, que debemos ser “iguales”, que somos “poderosas”, pero a su vez quieren que se nos proteja de cualquier cosa porque somos frágiles, delicadas y oprimidas. Vamos. No estamos nada oprimidas.
De hecho, la violencia de género es el nombre que se le da al tipo de violencia física o psicológica que impacta sobre la mujer… ¡Como si el hombre no sufriera violencia! Miren, inclusive tenemos un tipo de violencia solito y exclusivo para nosotras.
La realidad es que el hombre no tiene una tendencia a denunciar esta violencia por parte de la mujer. No lo hace porque no existen los 0-800 para la violencia hacia el hombre, porque tampoco hay credibilidad o por la idea de que el hombre tiene que mostrarse fuerte, pero el hombre sufre casi igual o más que la mujer el maltrato por el sexo opuesto.
La violencia es violencia. A los hombres también los matan. Tal como muestra Agustín Laje en uno de sus reciente escritos, “en el año 2014 en Argentina se cometieron 3.269 asesinatos, de los cuales el 83,6 % corresponde a hombres asesinados (2.733 hombres), y el 16,4 % a mujeres asesinadas (536 mujeres)”. En este sentido, “los hombres, indudablemente, tienen mayor propensión que las mujeres a ser asesinados en nuestras sociedades: en concreto, tienen casi 8 veces más posibilidades de ser víctimas de un homicidio que las mujeres”. Pero tal como señala, lo que importa no es el número, importa el hecho, importa que no debería haber más violencia, importa que el eslogan debería ser “nadie menos” y no solo “ni una menos”.
Estas feministas no entienden al hombre, no entienden que los hombres también pueden ser sensibles, pueden tener miedos pero no tienen los “permisos” que las mujeres tenemos para mostrarlos, y de eso nadie habla.
No entienden que al hombre, en verdad, no le gusta una mujer escuálida que se muere haciendo dieta y se le ven los huesos. Ese es el prototipo de hombre que las mujeres han creado, esa creencia de que el hombre quiere una mujer así, pero no, el hombre quiere una mujer con la que pueda compartir experiencias, historias, su vida; el hombre también quiere alguien con quien divertirse y alguien a quien abrazar.
La realidad es que los hombres no andan por la vida haciendo estrategias de cómo hacernos daño o cómo hacernos llorar, ni siquiera se les cruza por la mente. Los hombres no son tal cosa, los hombres son más simples, más sencillos, a diferencia de las mujeres.
Así que a las mujeres que adhieren a los preceptos del feminismo radical, les digo algo, entiendan a los hombres, entiendan a los demás seres humanos, no todo gira en torno a ustedes y a los privilegios que buscan conseguir.
El motivo de estas palabras es quitar un poco aquella idea demonizada que tienen las mujeres sobre la imagen del hombre. Pero más que eso, la demonización que tienen algunos seres humanos sobre otros, porque a pesar de los sexos diferentes, somos individuos, seres humanos, personas que sienten, temen y viven.
Chicas, no existe un patriarcado maligno que busca hacernos la vida infeliz, los hombres no conspiran en nuestra contra. Dejen de hacerse las víctimas y hagan a un lado la histeria de una buena vez por todas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear