lunes, 17 de diciembre de 2018

El papel del Estado en la educación

Sebastián Ortiz analiza el papel del Estado en la educación. 

Artículo de Mises.org:
Cuando la educación es obligatoria se convierte en coercitiva. Normalmente la educación pasa a manos del Estado y luego explicaremos la razón y qué problemas conlleva esto. Obligar a alguien a estudiar es simple coacción hacia el individuo en cuestión, pues se usa la fuerza o la amenaza de ésta para que realice dicha acción. Obligar, vía la coacción, a un niño a estarse 6 horas, como mínimo, diarias en una aula es un acto de secuestro inadmisible.
La educación pasa a manos del Estado porque es éste, en última instancia, quien quiere controlar qué se enseña a la población. Quiere tener bien delimitado lo que pueden aprender y lo que no. Es, por decirlo claro, un acto de manipulación educativa. Es también el Estado quién dicta las pruebas de acceso mínimas a estudios superiores (sean éstos privados o no). Ellos imponen, arbitrariamente, las materias a estudiar por parte del alumnado. Nos dicen, por ejemplo, que tenemos que estudiar a Platón, Aristóteles y demás filósofos. No estoy necesariamente en contra de estos filósofos. Lo que quiero dejar claro es, ¿por qué estos y no otros? ¿Por qué no se enseña a Murray Rothbard o a Hans-Hermann Hoppe en las escuelas? Simplemente porque al Estado no le interesa estos autores.
El secuestro del individuo por parte del Estado se hace evidente cuando queda demostrado que se obliga a los niños a estudiar, durante 6 horas al día, las materias y los autores que el Estado escoge. Tal vez ese individuo utilizaría mucho mejor esas 6 horas al día haciendo otras cosas. Seguramente si el Estado no raptara a los alumnos durante este tiempo, ellos lo utilizarían en su beneficio, lo que les permitiría, seguramente, ser grandes profesionales y emprendedores en el futuro en aquello en lo que son realmente buenos. Esto les haría tener mucha mayor creatividad.
La educación debería ser libre. Y cuando decimos libre, nos referimos 1) que no sea obligatoria y 2) mucho menos a costa de los contribuyentes. En una sociedad libertaria consecuente, la educación estaría mucho más extendida y sería mucho más específica e importante. Al no existir la falsa propiedad intelectual, no habría que pagar por los mal llamados derechos de autor.
Actualmente, en esta era de la información en la que vivimos, cualquier persona puede aprender acerca de cualquier tema con solo un ordenador y una conexión a Internet. Seguramente aprenderá mucho más rápido, mejor, voluntariamente y a su ritmo, que si lo hiciera obligado por el Estado a que le enseñara un funcionario (profesor).

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