martes, 30 de abril de 2019

Queremos tanto a Warren

Carlos Rodríguez Braun analiza la victoria electoral del PSOE de Sánchez. 

Artículo de su blog personal:
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestastambién tuvo ayer los votos con los que soñaba, seguramente más, y permanecerá en el Palacio de la Moncloa. Ha funcionado el efecto ídem. Queremos tanto a Warren.
En el relato de Cortázar, unos fanáticos roban, adulteran y perfeccionan las películas de la actriz que idolatran, pero no le permiten que regrese a las pantallas después de su retiro. Y Warren ha probado reiteradamente su rechazo a cualquier noción cercana al recogimiento.
Toda la izquierda comparte su ímpetu antiliberal, empezando por la arrogancia de creer que ella representa el progreso, y que quienes la critican encarnan el atraso. Este supremacismo ético estuvo encarnado en el “mundo de la cultura”, que reclamó el voto “contra el toro bravo de la ultraderecha”, y que con un mensaje diáfano en su puerilidad narcisista de superioridad moral convocó: “tenemos que llenar las urnas de bondad democrática”. Se llenaron las urnas y volvió a ratificarse que la mayor participación beneficia a la izquierda. O más bien, al PSOE. Y desde luego a Warren. Porque lo queremos.
La prueba de que queremos tanto a Warren es el mensaje económico de los partidos. Es cierto, y así lo editorializó nuestro periódico, que hay dos bloques: los que quieren bajar los impuestos, en la derecha, y los que quieren subirlos, en la izquierda. En los últimos días de la campaña incluso la izquierda se apuntó a bajarlos, salvo a los sospechosos habituales —la banca, los ricos, etc.—, pero las propuestas de subida del gasto público, particularmente disparatadas en el caso de la ultraizquierda, impiden conceder la más mínima verosimilitud a cualquier concreción de bajada real de los impuestos por parte del PSOE y sus aliados en la izquierda. Señora, prepárese, porque vienen curvas. Subirán los impuestos; le dirán, como siempre, que sólo castigarán a los millonarios, y pagará más usted, como siempre.
Dirá usted: qué pena que no hayan ganado las derechas. Pues no sé qué decirle. La verdadera clave de la posibilidad de bajar los impuestos es la posibilidad de bajar el gasto público y abrir los mercados a los contratos libres de los ciudadanos. El PP de Pablo Casado, que los medios políticamente correctos han llegado a calificar, en páginas de información, de “ultraliberal”, nada menos, declaró explícitamente que no era su aspiración recortar el gasto público por debajo del 41 % del PIB. Si el PP es ultraliberal, no tengo palabras para resumir cómo ha sido calificado VOX, vamos, pero prácticamente de anarcoliberal, partidario de desmantelar el Estado. Por supuesto, esto no tiene nada que ver con la realidad. VOX, con el programa económico más liberal de todos los partidos principales, apenas abogaba por reducir el “gasto superfluo”, que ya me contará usted por qué hay que reducirlo: no debería existir.
¿Quién ayudará a Warren a conservar su colchón? El anhelo moderado es que pacte con un crecido Albert Rivera. Puede ser, pero no lo creo, sería una confirmación demasiado brutal de su carácter de veleta.
Más razonable es esperar lo que ya sabemos: negociaciones con ultraizquierdistas e independentistas en las que Warren no tendrá escrúpulos para ceder lo que le resulte necesario para conservar el poder. La demagogia que ya hemos visto, la seguiremos viendo. Aumentada.
Ha funcionado la ilusión fiscal, la idea de que un número suficiente de votantes piensa que el gasto público es menos oneroso de lo que es en realidad, y por tanto demandan que aumente, y apoyan a los partidos que le aseguran que ese aumento será sufragado por sus vecinos.
La catástrofe del PP podrá llevarlo a una resurrección liberal tras una travesía del desierto, o a la desaparición. Ciudadanos y Vox podrán repartirse el electorado si tienen lo que el PP no ha tenido: principios claros y atractivos.
¿Habrá que recordar que las elecciones no resuelven los problemas sino que apenas los disfrazan? Eso es lo malo. Lo bueno es que después de unas elecciones, habrá otras. De momento, queremos tanto a Warren. Nos vemos en el hall del teatro.

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