Siguen incrementándose las restricciones y prohibiciones sobre las decisiones libres de la gente, según refleja el "Indice Estado Niñera" sobre normativa en hábitos de consumo.
Artículo de Libre Mercado:
Los países de la Unión Europea están endureciendo la regulación relativa a las bebidas alcohólicas, las azucaradas, ciertos alimentos, el tabaco y los cigarrillos electrónicos. Es lo que se desprende del Índice Estado Niñera, que analiza y compara la normativa sobre los hábitos de consumo de estos productos. Según Epicenter, la red de think tanks europeos que elabora el estudio y a la cual pertenece Civismo, en esta edición se constata un incremento de la fiscalidad y otras medidas restrictivas en muchos de los Estados miembro, entre los cuales Finlandia repite como el más severo.
Así, cuatro países más que en la edición de 2017, hasta nueve, han gravado los refrescos, mientras que ahora ascienden a veinte los que han establecido prohibiciones sobre el uso de cigarrillos electrónicos. Por ejemplo, en catorce de ellos, se ha equiparado, en cuanto a limitaciones, a quienes inhalan el humo de estos dispositivos con los fumadores. Por el contrario, en los últimos dos años, el Índice sólo ha detectado cinco medidas encaminadas a liberalizar estos hábitos de consumo.
España se encuentra entre los países más liberales, el sexto de los 28, tras adelantar cuatro puestos respecto a la edición de 2017. Está empatado con Italia, y sólo una décima por detrás de Luxemburgo. Encabeza la clasificación Alemania, tras desbancar al segundo puesto a República Checa, a la que siguen Eslovaquia y Austria.
En el caso de nuestro país, el informe destaca que se trata de uno de los más permisivos con el alcohol, gracias a su laxa legislación y sus bajos impuestos: el que grava la cerveza es el tercero más reducido de la UE; el de las bebidas espirituosas, el quinto por abajo, y el vino está exento, como en la mayoría de los países del sur de Europa, por otra parte.
La regulación española se muestra más estricta, sin embargo, con el tabaco, cuyos impuestos se hallan en la media europea. El estudio remarca que nuestro país, más que en otros, se difundió una campaña de alarmismo contra los cigarrillos electrónicos y sus supuestos efectos nocivos sobre la salud, lo que motivó que las ventas se hundieran hasta en un 70%. Y achaca, en parte, al descrédito sufrido por este producto, sustitutivo del tabaco, que las tasas de fumadores hayan repuntado en los últimos años, hasta superar las de 2005, cuando se prohibió fumar en los lugares de trabajo.
En cuanto a los refrescos, el estudio incide en que Cataluña los gravara en mayo de 2017, con 8 céntimos por litro para los que contienen entre cinco y ocho gramos de azúcar por cada 100 mililitros; y 12 céntimos para los que cuentan con más de ocho gramos en esa misma cantidad. Una medida que estuvo sobre la mesa para toda España, como forma de aliviar el déficit público, pero que, finalmente, no se implantó para no castigar a la clase trabajadora.
Por ello, nuestro país se halla lejos de Irlanda y Reino Unido, los que más han penalizado estas bebidas, mientras que Finlandia y Suecia son los que más lo han hecho con las alcohólicas. Este último también presenta los impuestos más altos para el líquido de los cigarrillos electrónicos, unos dispositivos que se enfrentan a la regulación más restrictiva en Hungría. Por otro lado, las mayores tasas sobre el tabaco se encuentran en Francia y Reino Unido, país de toda la UE en el que los fumadores soportan más limitaciones.
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