miércoles, 10 de abril de 2019

Sin recorte del gasto, no habrá revolución fiscal

Juan Rallo analiza las pretensiones de PP y Vox de rebajar los impuestos de sus programas, que deben ir en cualquier modo acompañados de mayores rebajas de gasto (el PP ni siquiera lo está planteando, mientras que Vox debería reducir más la partida) para evitar aumentar el déficit y hacer viable la propuesta (pues existen las limitaciones internas de Ciudadanos (en un hipotético tripartito) y externas de la Comisión Europea (regla del déficit). 
Por supuesto, los otros partidos se lo saltan por el lado de mayor gasto público en aún mayor medida acompañados de aumentos de impuestos. 
Puestos a elegir, es mejor lo primero (más dinero en tu bolsillo, menos desequilibrios, menos captación de rentas ajenas por parte de lobbies y grupos de interés, menos capacidad de corrupción, mejor asignación de recursos, más libertad de elección...

Artículo de El Confidencial: 
Foto: Foto: iStock.Foto: iStock.
Los programas de Vox y del PP son bastante coincidentes en materia fiscal: los dos aspiran a eliminar los impuestos que gravan la riqueza (patrimonio y sucesiones), así como a rebajar la tributación de la renta personal y empresarial; ninguno de ellos, a su vez, ha propugnado la más leve minoración de los impuestos sobre el consumo, y, en conjunto, su coste en términos recaudatorios oscilará entre los 20.000 millones de euros (en el caso del PP) y los 30.000 millones de euros (en el caso de Vox).
En este sentido, las dos formaciones confían en que sus reformas tributarias sean autofinanciables: esto es, los dos partidos confían en relanzar tanto el crecimiento económico como para que la recaudación no se reduzca en términos absolutos. La cuadratura del círculo, empero, se antoja complicada considerando que nuestro país no solo necesitaría ver aumentada su recaudación para autofinanciar la rebaja impositiva, sino también para acabar con un déficit público que se ubicará entre los 25.000 y los 30.000 millones de euros a final de ejercicio.
Acaso por ello, y tratando de aportar algo más de realismo a sus cuentas, desde Vox han reconocido que necesitarán meter la tijera a 24.000 millones de euros en gastos estatales, cosa que el PP ha optado por omitir de sus compromisos electorales (al contrario, ha señalado un compromiso inequívoco con mantener el Estado en su tamaño actual: recortes sí, pero para aumentar el gasto en otras rúbricas del Presupuesto). Es verdad que, de momento, Vox tampoco ha detallado de un modo realista cuáles serán las partidas específicas que pretende suprimir, pero al menos parece aceptar una premisa que desde el PP de Casado se han enrocado en negar: que si queremos bajar impuestos sin socavar la sostenibilidad financiera del sector público, deberemos previamente recortar el gasto.
De hecho, más allá de las razones económicas que, con un volumen de pasivos estatales cercano al 100% del PIB, desaconsejan frontalmente hacer gaseosos experimentos con Laffer, existen dos razones políticas que van a volver absolutamente imperativo recortar hondamente el gasto si PP y Vox de verdad tienen la intención sincera de impulsar una (mini)revolución fiscal dentro de España y no meramente engatusar a los votantes durante la campaña electoral.
En primer lugar: salvo que todas las encuestas estén por entero desnortadas, la única combinación parlamentaria con la que PP y Vox podrían sacar adelante su agenda impositiva sería pactando con Ciudadanos (la famosa coalición de la 'triderecha'). Los de Albert Rivera ya han dejado sobradamente claro en numerosísimas ocasiones que no creen en los efectos milagrosos de Laffer (incluso han llegado a descalificar el programa tributario del PP como “populismo fiscal”) y, a su vez, también se han mostrado tajantes en su compromiso con la estabilidad presupuestaria. O traducido al román paladino: Ciudadanos no apoyará ninguna rebaja fiscal que suponga aumentos —aunque fueran transitorios— del déficit y de la deuda pública.
Si PP y Vox quieren contar con el voto favorable de la formación naranja a su paquete de rebajas impositivas, deberán presentar un plan presupuestario con recortes de gasto lo suficientemente abundantes como para mantener el déficit a raya (si bien, dados los galones socialdemócratas —que no liberales— de Ciudadanos, es cuestionable siquiera que los de Rivera acepten una disminución del gasto público de unos 20.000 millones de euros).
En segundo lugar: España continúa informalmente bajo la tutela de Bruselas (y si rebasamos nuevamente el 3% de déficit, volveremos a hallarnos formalmente bajo su Protocolo de Déficit Excesivo). Eso significa que ni la nueva Comisión Europea ni las grandes potencias continentales van a tolerar que nuestro país reduzca impuestos aumentando su déficit: en la actualidad, la deuda pública española se financia barata en los mercados porque contamos con el respaldo implícito de gobiernos solventes como el alemán o el finés; esos gobiernos basan gran parte de su solvencia en los muy altos impuestos que soportan sus ciudadanos; de modo que, ¿alguien se cree que esos mismos gobiernos van a subvencionar nuestra deuda para que bajemos nuestros impuestos y les hagamos la competencia en el ámbito tributario? No: Europa solo tragará —y, aun así, habría que verlo— con una intensa rebaja impositiva si esta no implica un aumento apreciable del déficit público, para lo cual —nuevamente— será imprescindible recortar el gasto.
En suma, al margen de las dinámicas económicas, existe una doble restricción política que hará completamente inviable una fuerte rebaja impositiva en España que no vaya de la mano de una fuerte rebaja del gasto público: la restricción interna (Ciudadanos) y la restricción externa (Bruselas). Si Vox y, sobre todo, el PP no son conscientes de ello, ahora mismo tan solo están prometiendo algo que no van a poder cumplir —a saber, disminuciones impositivas sin recortes del gasto—; si son conscientes de ello y no lo dicen, simplemente le están ocultando información relevante al votante.
En todo caso, ya sea por inconsciencia o por tacticismo electoralista, si honestamente quieren bajar impuestos en España (ojalá que sí), más les vale que vayan preparando una lista con los muchos recortes del gasto que van a tener que impulsar. Si no, como ya dije, la (mini)revolución fiscal se quedará en un mero gatillazo fiscal.

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