Juan R. Rallo analiza la careta socialdemócrata que se intenta poner ahora Podemos como táctica para alcanzar el poder, más aún ante la debacle económica a la que ha llevado Syriza a Grecia en solo seis meses de gobierno. Esta careta la muestran con distintas manifestaciones, así como con su solución a tomar, que no es otra cosa que volver a las políticas neokeynesianas de Zapatero previas al 2010 (Plan E, aumento de las transferencias estatales a los sectores dependientes e hiperendeudamiento público), para con el tiempo llevar a cabo su ideología más radical.
Artículo de Libre Mercado:
La derrota y absoluta claudicación de Tsipras ante Merkel no sólo ha dinamitado la estrategia populista en Grecia (hasta el punto de que Syriza se ha descompuesto y la casta de Nueva Democracia aspira a recuperar el Gobierno), sino que también ha supuesto un jarro de agua fría para Podemos. Syriza ha ilustrado que, en apenas seis meses, es posible devastar hasta cotas insospechadas una economía que parecía imposible que cayera más bajo: un terrible panorama que, con razón, ha enervado las suspicacias de los votantes españoles acerca de un posible Gobierno de Podemos (de ahí su caída libre en las encuestas) y que, en consecuencia, está obligando al partido morado a reconsiderar su táctica electoral.
En un reciente debate de Fort Apache, Pablo Iglesias reconocía que, tras el fracaso de Syriza, la política del choque de trenes unilateral contra Merkel ha dejado de ser viable. El farol de amenazar con salir del euro para que los alemanes nos sigan costeando la burbuja estatal española ya no cuela, toda vez que los alemanes han demostrado que están dispuestos a que el euro se rompa. Y, según Pablo Iglesias, esto supondría un desastre económico mayúsculo para los países periféricos:
Tú sales del euro y dices "podemos devaluar", algo que no está mal pero que provoca que no puedas importar absolutamente nada (…) Es verdad que puedes decir que eres un país muy barato y que puedes traer muchísimos turistas, pero tienes que imponer un corralito inmediatamente.
Pero si Podemos rechaza salir del euro en la coyuntura actual no es tanto por el desastre y el sufrimiento que acarrearía a la población española, sino porque un empobrecimiento generalizado de semejante magnitud condenaría a Podemos –o a Syriza– a perder las siguientes elecciones. De nuevo Pablo Iglesias:
Los bolcheviques contaban con la ventaja de no tener que presentarse a las elecciones. Entonces, cuando tú les dices a un montón de ciudadanos que tienen dinero en euros en el banco que se lo conviertes en nuevo dracma… es que tú te tienes que presentar a las elecciones. Si a mí me das el margen de 20 años en los que no tengo que presentarme a las elecciones, a lo mejor sí [a lo mejor sí me planteo salir del euro].
Es el miedo a perder el poder, y no a depauperar a una generación entera de españoles, lo que tácticamente está llevando a Podemos a renunciar a la peseta.
Así las cosas, ¿a qué aspira Podemos? Esencialmente a dividir a la socialdemocracia europea para que abandone los programas de austeridad y recupere algunas políticas keynesianas basadas en la obra pública y en la redistribución de la renta; a insertar una cuña ideológica en los partidos de izquierda para forzarles a escoger entre morir haciendo seguidismo de Merkel o virar hacia un keynesianismo más duro. En palabras resignadas de Pablo Iglesias:
La única alternativa que veo en un horizonte enormemente poco pretencioso es volver a una política de inversiones desde el Estado, una política neokeynesiana que plantee ciertas formas redistributivas.
Es decir, la gran revolución que plantea Podemos en el corto plazo es regresar a la política económica de Zapatero previa a 2010: Plan E, aumento de las transferencias estatales a los sectores dependientes e hiperendeudamiento público. La rebelión de la izquierda anticasta es la rebelión de una izquierda imberbe que se niega a despertar del sueño de la burbuja y que sigue confiando en la omnipotencia estatal para superar las leyes de la economía, de la contabilidad y de la física misma: ante una recesión, endeudarnos para gastar; ante una crisis de solvencia, imprimir para no tener que pedir prestado; ante una elevada inflación, establecer controles de precios para seguir gastando mediante la imprenta monetaria.
Mas, al igual que sucedía con la salida del euro, no pensemos que Podemos abraza esta revolución de hojalata por convencimiento ideológico, sino por mero tacticismo político. Los dirigentes de Podemos siguen pensando que el capitalismo es intrínsecamente malvado y que debería ser eliminado y suplantado por otros modelos de planificación estatal; pero hoy por hoy no les queda otra que encogerse de hombros ante su incapacidad para impulsar su proyecto liberticida dentro del contexto actual. Otra vez Pablo Iglesias:
Todo eso no es cuestionar la economía de mercado, tampoco el mal intrínseco al capitalismo, eso es hacer política con los instrumentos que tienes. Si tuviéramos armas nucleares y un ejército enorme, pues de otra cosa estaríamos hablando. Hablamos de un país del sur de Europa que no tiene petróleo; porque, claro, si Tsipras tuviera petróleo entonces podría decirles a los alemanes: "Ahí os quedáis que yo controlo el precio del petróleo a nivel mundial"; pero este no es el caso de Grecia y no es el caso de España. ¿Qué puedes hacer? Bailar con esos mínimos elementos que tienes.
Sin petróleo (Venezuela) o armas nucleares (URSS), ni el socialismo del s. XX ni el del s. XXI son viables: a Podemos sólo le queda por reconocer que con petróleo y con armas nucleares tampoco han sido históricamente viables, sino que más bien han concluido en fracasos estrepitosos.
En definitiva, después del fracaso de Syriza, Podemos se reafirma en abrazar tácticamente la socialdemocracia neokeynesiana como única forma de alcanzar y retener a medio plazo el poder político. Porque sólo desde el poder político podrán ir construyendo la hegemonía política que les permita avanzar en su objetivo estratégico a muy largo plazo, a saber, enterrar el orden social liberal y la economía de mercado. Caduco pragmatismo socialdemócrata a corto plazo, fanática ideologización liberticida a largo plazo. La moderación de hoy es sólo la careta para estructurar el cambio institucional radical de mañana.
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