Carlos Rodríguez Braun analiza la crítica de Varufakis a Piketty, crítica que evoca a los economistas marxistas de posguerra en su critica a los socialistas, y que deviene en una paranoia dificilmente concebible por alejada de la realidad.
Artículo de Expansión:
En su asombrosa crítica a Piketty, como suelen hacer los antiliberales, Varufakis convierte al capitalismo en una persona. Y encima, mala. Esta paranoia, indispensable para preparar el terreno al socialismo, acaba por explicar todo lo que sucede como resultado de un intento consciente de un sistema consciente para fortalecerse y sobrevivir.
Así, hubo una conspiración de los políticos keynesianos que planificaron la expansión de la demanda y los mayores salarios reales, y organizaron Bretton Woods “para prevenir que el mundo de posguerra regresara a la depresión…y produjeron la edad de oro del capitalismo”. Y así, entre pavadas y “excedentes” que van y vienen, lo que viene es la recomendación marxista clásica, la revolución: según Varufakis, Piketty no reconoce “que esta es una crisis del sistema que necesita un tratamiento sistemático”.
Inevitablemente, esto evoca a los economistas marxistas de posguerra, para los cuales lo peor de lo peor eran los socialistas, a quienes acusaban de querer defender el capitalismo en vez de propiciar la revolución. La primera acusación sin duda carecía de fundamento, porque difícilmente se defiende el capitalismo socializándolo cada vez más. Pero de esto mismo acusa Varufakis a Piketty: “Sus recomendaciones de política económica tienen un efecto sedativo, y en última instancia dan poder a personas ávidas de imponer políticas que harán aumentar todavía más la desigualdad”.
No hay ninguna base para concluir semejante cosa, pero aún menos para el paso siguiente: Varufakis anuncia, tembloroso, que Piketty es la quinta columna ¡del liberalismo!: “La filosofía política implícita en la obra, invita a una réplica futura por parte del campo liberal que será devastadora para los que se dejen seducir por los argumentos, la filosofía y el método del autor francés”.
Para el exministro griego, no puede haber lucha contra la desigualdad dentro del capitalismo, y quienes la propugnan, como Piketty, los que buscan “el Santo Grial de algún grado óptimo de desigualdad”, son la mayor amenaza contra el igualitarismo.
Agárrese usted: “La lectura de El capital en el siglo XXI me recordó cómo la causa de igualitarismo es socavada a menudo por sus principales y más famosos defensores. John Rawls, a pesar de la elegancia y la sofisticación de su ‘velo de ignorancia’, hizo un daño incalculable a la causa igualitaria, ofreciendo una teoría estática de la justicia que se derrumbó el momento en que un francotirador liberal talentoso le dio entre ceja y ceja. El libro del profesor Piketty será, estoy convencido, una presa todavía más fácil para los equivalentes de Robert Nozick, de hoy o de mañana. Y cuando suceda esto, la multitud que ahora celebra El Capital en el Siglo XXI como un firme aliado en la guerra contra la desigualdad tendrá que ponerse a cubierto.”
Pues no lo creo en absoluto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario