lunes, 3 de octubre de 2016

El derecho a los deberes

Santiago Navajas analiza la cuestión de los deberes escolares, cuya erradicación están exigiendo algunas organizaciones. 
Artículo de Libertad Digital:
Un colegio catalán | EFE

Advertencia: en este artículo se mandan deberes, tareas para realizar fuera del tiempo dedicado a leerlo. Su realización puede aumentar peligrosamente su cultura, su lucidez y su capacidad de análisis. Además, puede que se convierta en un hábito y una adicción.
Ceapa, un organización progresista de padres, pretende que los deberes desaparezcan "en su totalidad", así que ha convocado una huelga de sus hijos para que no hagan las tareas escolares. Lo siguiente, conjeturo, será organizar una huelga contra la realidad. Por ejemplo, para pedir la anulación de la ley de gravedad, porque sus pobres niñitos se caen y se raspan las rodillas... En su gran mayoría, los profesores se coordinan para mandar tareas apropiadas en cantidad y calidad sin que venga ningún Comité de Padres a vulnerar su libertad de cátedra. Los profesores, que ya son presionados para que aprueben arbitrariamente a mayor gloria de las estadísticas, ahora tienen que soportar el acoso de esos padres en su asalto al conocimiento y su corolario, los deberes. Ni que cobrasen los docentes por tarea enviada o fueran unos sádicos. Por supuesto, podríamos avisar que algunos profesores sí mandamos deberes para que se apunten los alumnos interesados en sacar el bachillerato francés o más de diez en las reválidas. Así todos felices. La Ceapa y sus vástagos se libran de trabajo extra y nosotros de alumnos y padres favorables al dolce far niente. Herederos de (permítanme que les ponga deberes) La cultura de la queja (Hughes), La derrota del pensamiento (Finkielkraut) y La tentación de la inocencia (Bruckner), que se han creído las patrañas de Ken Robinson y sus demagógicos sermones digitales en las TED Talk (más deberes, estimado lector) a favor de la creatividad y contra la memoria (que es como estar a favor de la velocidad mientras se despotrica del tocino). De esos sofismas patéticos, estas huelgas ridículas. Gustavo Bueno denominó a toda esta morralla sentimentaloide "pensamiento Alicia" (más deberes). Porque se ha muerto, que si no esta noticia lo hubiese rematado…
Sospecho que estos demagogos de las AMPA son de Letras (ojo, no digo que todos los de Letras sean así). Porque los de Ciencias sabemos que es metafísicamente imposible aprender matemáticas o física sin hincharnos a hacer ejercicios. De los mejores docentes de mi vida fueron tanto don Manuel, profesor de Matemáticas, que nos avisaba de que era mejor morir (haciendo deberes) que perder la vida (o sea, el tiempo), o como doña María Luisa, la profesora de Lengua con la que nos dejábamos las pestañas y las dioptrías en Bachillerato haciendo análisis sintácticos que harían temblar a Chomsky: gracias a ella me pasé un COU sin hacer absolutamente nada porque mis nuevos compañeros no sabían distinguir entre un sujeto y un predicado. Y ahora puedo leer las complejas frases de Proust (¡más deberes!) sin perder la esperanza de comprenderlas ni el gusto por su lectura. La perniciosa pedagogía de la sonrisa es a la educación lo que la homeopatía a la medicina: pretenden curar el cáncer de la ignorancia con ingesta de zanahorias en lugar de con quimioterapia (más tarea para el fin de semana: estudiar lo que le pasó a Steve Jobs por no hacer sus deberes médicos).
El origen de esta campaña antideberes está en la concepción de Rousseau, planteada en el Emilio (exacto, sufrido y excelente lector: más deberes), de que desde la más tierna infancia la educación debe consistir en un laissez faire para que el niño desarrolle espontáneamente suscompetencias. Como corolario de esta concepción progresista de la naturaleza humana vienen los ataques contra las instituciones académicas. Es lo que denomina Steven Pinker el "mito del buen salvaje" en su libro La tabla rasa (ejem...). En paralelo, estamos viviendo el éxito de pseudoteorías como la del apego, que han infantilizado a los padres y creado una generación de milennials consentida y malcriada. Hemos pasado pendularmente de la cristianísima creencia de que este mundo es un valle de lágrimas al dogma progre de que el mundo debe ser una especie de Disneylandia permanente en la que todo debe ser diversión (frívola) y felicidad (impostada). Luego los niños terminan creyendo que Mickey Mouse existe de verdad y los padres que Paulo Freire es la reencarnación de Papá Noel, cuando no es más que un Paulo Coelho con ínfulas educativas.
La pedagogía de la sonrisa abomina de cualquier actividad que se haya hecho en el pasado tachándola automáticamente de "tradicional". Maniqueos y simplificadores de la realidad educativa, esta secta pedagógica sataniza cualquier tipo de estrés porque considera en su puerilidad culpable que sólo cabe el "derecho al juego". Pero los profesores que quieren enseñar y los alumnos que anhelan aprender tienen derecho a los deberes. La letra entra no con sangre pero sí con mucho sudor y alguna lágrima. Como decía Morfeo en Matrix: "Bienvenidos al infierno de la realidad". O, más poéticamente, Ellen Sturgis Hooper,
dormía y soñé que la vida era belleza; desperté, y encontré que era deber.

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