Ángel García analiza la conflictiva y minada transición que está produciéndose entre la Administración Obama y la de Trump (que toma posesión en dos semanas).
Artículo de Voz Pópuli:
Decía Churchill que tener enemigos implicaba haber defendido algo con convicción en algún momento de la vida. Hablar de cordialidad entre el mandatario presente y el futuro en la última semana acerca a cualquiera a una realidad utópica en la que uno de ellos, Trump, ha seguido tratando de dinamitar la doctrina Obama en cada paso. Muchos le recuerdan, meses atrás, encabezando el Movimiento Birther que hacía dudar del lugar de nacimiento del actual presidente –dato que obligó a Obama a mostrar su partida de nacimiento hawaiana-. Pero este sendero de dos meses se está construyendo, con los últimos días demócratas en el calendario, sobre un recorrido muy largo, lleno de trabas, zancadillas y objeciones. Una enemistad, por lo tanto, que quiero explicar de un modo muy churchilliano.
Ambos se han lanzado a una arena verbal en la que rebaten cualquiera de sus actos. Y es algo que hace que la población americana esté, en principio, atónita, y que, con más pausa, asista al espectáculo con una mezcla de sorpresa y expectación. “No esperaba que esto fuera a suceder, pero es algo que, desde siempre, con las posiciones tan enfrentadas entre ambos, se puede considerar lógico” comenta un ex militar de manual, a la puerta de un Walmart, uno de esos que pasean con su gorra de veterano calada hasta los ojos y que cuenta con orgullo que sirvió en “Rammstein, Alemania, hace más de cuarenta años, a principios de los setenta”. La opinión de los veteranos suele estar, desde hace fechas, muy alejada en su mayoría de la herencia demócrata desde que Hillary Clinton, como Secretaria de Estado, asumiera decisiones que, a sus ojos, fueron equivocadas, como los sucesos de Bengasi o los manidos emails. Fue uno de los grupos sociales que hizo daño a la campana demócrata y que hizo que Hillary se defendiera de sus actos previos tratando de arañar votos. “Está claro que Obama lo que quiere es perjudicar, poner piedras en el camino a la presidencia de Trump” sostiene otro veterano, votante republicano, que no duda en afirmar que “no es normal que en apenas una semana haya desarrollado tantas medidas y haya dicho tantas cosas en contra del nuevo presidente”.
Porque Obama, aun manteniendo su velocidad de crucero en la toma de decisiones, no quiere despedirse sin dejar claras las señas de identidad de su mandato, aunque, en algunos casos, sin pisar el freno por la premura de sus actos. Oriente Medio, Rusia, el Obamacare -su bandera en el sistema de salud-, los nuevos parques nacionales o las perforaciones en el Ártico han marcado una agenda que ha dejado atónitos a los republicanos por el peso y la cantidad de las decisiones tomadas. Y entonces, como ya acostumbra, ha saltado a la palestra Trump a golpe de tweet. “Creí que iba a ser una transición cordial, NO!!!” escribió el pasado día 28 de diciembre como reacción a la política del actual presidente. Y es que la abstención en la ONU ante la Resolución 2334, que condenaba a Israel por los asentamientos en tierras palestinas, trajo cola por romper la tradicional alianza que mantenía EEUU con el país judío, siendo ésta la primera vez en años que el gobierno de Obama no se alineaba con Israel pese a las diferencias con el ultraconservador Netanyahu. El mismo día Trump aconsejaba al estado judío que “se mantuviera fuerte porque el 20 de enero –fecha de su toma de posesión- se aproximaba”. El claro desaire del actual presidente demócrata a su sucesor era evidente.
Pero la semana seguía dejando perlas. Más de cuatrocientas mil personas lograban beneficiarse del sistema de salud implantado durante el gobierno de Obama lo que de nuevo dañaba a un futuro gobierno republicano que puede tardar, según los expertos, hasta tres años en un cambio de sistema, que es lo que defiende el businessman. Además, dos nuevos parques nacionales, Bears Ears, en Utah, y Gold Butte, en Nevada, se sumaban a la larga lista de parajes protegidos del país. Hacía un guiño Obama a las demandas de los nativos americanos de la zona y marcaba distancias en relación con senadores republicanos de estos estados, opuestos a la medida y que se quejaban del abuso del poder ejecutivo del presidente en medios afines, como Fox News, donde se apoya sin rodeos cualquier decisión tomada por Trump o los suyos.
Pero no quedan ahí las disensiones. Obama, a diez días de finalizar el año, prohibió las perforaciones en busca de petróleo en al Ártico para proteger el ecosistema y promover una economía sostenible. Un claro revés a la futura administración republicana que, de momento, ha expuesto con el nombramiento como Secretario de Estado de Rex Tillerson, presidente de la petrolífera ExxonMobil, fiel defensor de las extracciones en el polo y amigo personal de Putin, una apuesta hacia la negación de un cambio climático que pasa por la obtención, a su vez, de crudo en las zonas heladas de Alaska. De momento, las extracciones estarán paradas hasta que la justicia decida, en caso de la existencia futura de un recurso más que previsible por parte republicana cuando llegue al poder.
De la relación con Rusia, de Putin y de sus alianzas, de las expulsiones de diplomáticos, de la reacción del presidente ruso de quien Trump tuiteó que “siempre supe que era un hombre inteligente” ante su decisión de no responder de la misma forma la decisión de Obama… está todo dicho porque es el punto donde más se han mostrado las disensiones entre ambos. “La decisión de las expulsiones no ha sido tomada a la ligera. Si Obama lo ha hecho ahora es porque era el momento, no para entorpecer nada. Ha demostrado ser un presidente que ha pensado mucho cuando tenía que tomar medidas” comenta, naturalmente en su defensa, un votante demócrata que asegura que “se va a despedir al mejor presidente que ha tenido este país en años”.
Cuando Obama diga adiós, en menos de tres semanas, quedará para la historia de esta breve transición una agenda que Trump imaginaba más sencilla y que le ha servido al actual presidente, según Fox News “para solidificar su legado y entorpecer la llegada del presidente número 45 en la historia del país”.
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