jueves, 7 de abril de 2016

Por qué no se quiere acabar con el paro

Daniel Lacalle analiza las últimas cifras de paro en España (marzo), las erradas (y continuistas del desastre) políticas de desempleo propuestas por la gran mayoría del arco electoral (que van en sentido contrario a solucionar el problema del paro), la cuestión del modelo empresarial (muy mal gestionado y trabado por la Administración), la cuestión de la flexibilidad y de los incentivos. 
Artículo de El Español:
"The offered me the office, offered me the shop they said I'd better take anything they'd got  "(The Clash)
Los datos de empleo de marzo muestran, como llevan indicando desde enero, luces y sombras. No se pueden considerar malas cifras cuando se registra el tercer mejor marzo desde 1996, se reduce el paro desestacionalizado, y cae en todas las comunidades autónomas y en todos los sectores. La afiliación a la Seguridad Social aumentó en marzo en 138.086 personas que hay que comparar con una mejora de 60.579 en marzo de 2015. En términos desestacionalizados, la creación de empleo, 59.161 puestos de trabajo, es la más intensa en 11 meses.
Adicionalmente, el empleo indefinido crece un 4,5% con respecto al último marzo y el paro juvenil se reduce un 11,1%, dos elementos esenciales en la mejora del mercado de trabajo. En términos interanuales, la reducción del paro es de un 8,02%, casi el triple comparado con el crecimiento de la economía.
Sin embargo también se deben reconocer los elementos de ralentización. Comparado con marzo de 2015, se reduce el ritmo de aumento de la afiliación y de reducción de paro. Las altas en la Seguridad Social son especialmente importantes por la correlación, como indicador adelantado, con el crecimiento de la economía. Nos mostraría que la economía está reflejando claramente el impacto de la incertidumbre política, con un crecimiento estimado del 0,6-0,7% a nivel trimestral comparado con el 0,8% anterior.

POLÍTICAS QUE NO FUNCIONAN

Pero lo más preocupante de los datos de desempleo es que las propuestas que se ponen encima de la mesa por parte de la mayoría del arco parlamentario van en el sentido contrario al de mejorar el mercado de trabajo. ¿Por qué? Por los incentivos perversos que se dan cuando muchos se benefician de los gastos que genera el desempleo. Se acude al argumento de la precariedad y la temporalidad, cuando eran más altos en 2007 que hoy, para aumentar el dirigismo ineficiente.
Desde los agentes sociales que reciben enormes subvenciones por los cursos de formación a las administraciones públicas que exigen “más fondos” para “políticas activas de empleo”, mientras aumentan trabas burocráticas y suben impuestos a los creadores de empleo, el paro se convierte en una excusa política y un arma arrojadiza. Todos dicen tener como principal objetivo la reducción del desempleo pero la realidad es que la media de paro ya años antes de entrar en el euro era del 18% -con lo cual la excusa de la política monetaria y las devaluaciones competitivas es un cuento-. Es un hecho también que desde la rigidez, asistencialismo e intervencionismo no se ha conseguido reducir el paro. Tras treinta y cinco años de dichas políticas y miles de millones gastados, Andalucía sigue siendo campeona en paro y desequilibrios. No solo no ha cambiado su patrón de crecimiento sino que perpetúa uno obsoleto. Solo crea clientelismo. Tal vez eso es lo que persigue.
Es curioso que quienes han gobernado 22 años España y 35 Andalucía nos prometan la fórmula mágica para acabar con el paro con las mismas medidas que aplicaron entonces.

MODELO EMPRESARIAL

Y es que el gran problema del paro en España se encuentra en que varias formaciones políticas ignoran la realidad de la empresa española y de la fiscalidad y administración entorpecedora. El empresario español no es un multimillonario subido en un jet a Panamá. La mayoría, un 90%, son pymes, de hecho son microempresas. Más de un millón de microempresas, alrededor de 100.000 pequeñas y poco más de 4.100 grandes empresas. Con las cuotas sociales más altas de la OCDE y el tsunami burocrático al que muchas comunidades autónomas someten a autónomos y pymes, esa pobre transición a gran empresa parece que se saboteara desde las administraciones, aunque fuera de forma inconsciente –espero-. España sigue siendo el país de Europa con las cotizaciones a la Seguridad Social más altas, con más del 28%, sólo por detrás de Italia y Portugal. En los países líderes de la UE y la OCDE, las cotizaciones fluctúan entre un 15% y el 20%.
Mientras en la OCDE la media de gasto en políticas activas de empleo no alcanzaba el 0,6% del PIB, en EEUU no llegaba al 0,15%, en la Unión Europea es de más del 1% y en España supera el 0,9%. Países que gastan mucho menos en dichas políticas o las dedican a reducir impuestos tienen la mitad de desempleo que la Unión Europea y una fracción del español.
Si gastar en políticas de empleo fuese la solución, la Unión Europea sería campeona mundial del trabajo, no reina de la OCDE de paro.
Reino Unido ha creado más puestos de trabajo en cuatro años que toda la Unión Europea junta, y, sin embargo, ¿a qué modelo queremos equiparar nuestro mercado de trabajo?. Al dirigista francés, que no solo no ha mejorado la temporalidad ni el desempleo juvenil en sus fronteras, sino que además el propio ministro Macron propone una reforma laboral similar a la española, que aquí quieren derogar.

FLEXIBILIDAD DANESA

Países como Reino Unido o Irlanda tienen mercados laborales más flexibles y más parecidos al de Estados Unidos, y bajo desempleo. Dinamarca y Holanda son países con elevadas prestaciones por desempleo, pero flexibilidad total. No solo el coste de contratación y las cuotas sociales son muy inferiores. El despido en Dinamarca es prácticamente gratis en casi todos los casos y el salario mínimo interprofesional no se impone por ley. Estos países coinciden en contar con altos índices de Libertad Económica y Facilidad para Crear Empresas. De hecho, los países con menores niveles de paro se encuentran entre los 10-20 mejores de esos ránkings. Y lo siento mucho, pero el pacto PSOE-Ciudadanos, que incorpora como “objetivo” mejorar en la facilidad para crear empresas, no lo va a conseguir aumentando impuestos eliminando deducciones y creando nuevos, subiendo cuotas al 90% de los autónomos, ni creando observatorios de “los salarios” y “competitividad”.
Un sistema de incentivos incorrecto lleva a que la tasa natural de desempleo suba y no mejore el paro. Y en un país que lleva décadas con récords de desempleo implementando el dirigismo y aumentando esfuerzo fiscal y trabas burocráticas, no lo va a reducir volviendo a implementar las mismas medidas. Necesitamos muchas más empresas y mucho más grandes. Eso no lo va a decidir un comité ni un círculo de politólogos. Acabar con el paro pasa por eliminar los incentivos económicos para que se perpetúe.

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