Pero por su bien, por supuesto...
Artículo de El Confidencial:
David Leo se lleva el mayor premio otorgado por un concurso en Telecinco. (Mediaset España)
Forzado a disponer de tu albedrío, /tragas tu perra vida en tragaperras; //
más guerras no conoces que las guerras /a puño abierto en pie contra el hastío.
David Leovigildo García Gil
“Un individuo es atracado al salir de su trabajo temporal y el ladrón le roba la mitad de su ganancia”. Tantas veces hemos leído esta historia que no le prestamos atención, a pesar del disgusto que nos causa. Sin embargo, cuando ese trabajo esporádico, irregular, generado durante varios años, aunque cobrado de una vez, alcanza los 1.866.000 euros y el ladrón es el Ministerio de Hacienda, la noticia es más llamativa. Aunque, desgraciadamente, su reiteración sea el pan nuestro laboral y fiscal de cada día.
La historia que no leerán en los medios es la siguiente. Un joven descubre la poesía con 14 años. Apasionado por ella y por la literatura en general, Leo, que así se llama nuestro protagonista, se presenta y gana con 17 años el Premio Hiperión de poesía con su obra 'Urbi et Orbi'. Para quien no lo sepa, se trata del premio más prestigioso en ese minoritario género, y Leo quien con menos edad lo ha ganado jamás.
Decide dedicarse a ello, y se prepara concienzudamente. Enamorado de las letras en lengua española, decide estudiar filología hispánica en la Universidad de Málaga. No sé sus padres, personas cultas y preparadas, pero puedo imaginar las caras de muchos otros ante la decisión tan poco 'útil' y 'de provecho' del hijo. Mientras da clases de lengua y literatura española en un posgrado para extranjeros, decide en 2013 empezar a preparar su participación en un conocido concurso de la televisión. Tras dos años de preparación, se presenta al 'casting' en 2015 y en 2016 gana el bote mayor que jamás se ha llevado nadie en ese concurso.
Hasta aquí, la historia más o menos conocida de Leo y sus casi dos millones de euros. El premio a un esfuerzo, a un trabajo constante, a muchas horas de estudio y a cambiar ocio por trabajo, el premio en definitiva a un valor añadido se traduce en una renta irregular (la renta alcanzada no se ha generado en un único ejercicio, sino que es el fruto de varios años) de un importe muy elevado.
Y aquí es cuando el sueño se trunca. Porque esos casi dos millones se transforman por arte de un decreto en la mitad. Leo tendrá que tributar inicialmente un 21%, que le retendrá la cadena de TV, para posteriormente tributar por el tipo marginal máximo de la comunidad en donde reside, Cataluña en este caso, la que mayor tipo aplica con diferencia. Eso significa que Leo tendrá que pagar el 50% de su premio a Hacienda, como bien me apuntaba Anna Rossell en Twitter. Todo siempre de acuerdo con la ley tributaria del catedrático de Hacienda Pública y Ministro del ramo D.Cristóbal Montoro, tachado por algunos de neoliberal.
- hay que gravar más las rentas más altas
- el de Pasa Palabra ha ganado 1 millón y hacienda se queda el 50%
- qué injusto#coherencia
Ahora, repasemos los detalles. Leo estuvo dos años preparando el acceso al concurso, posiblemente mucho más tiempo que D. Cristóbal la oposición a la cátedra. En ese tiempo, Leo ha dejado de ingresar cantidades alternativas al haber dedicado su tiempo no a trabajo remunerado alguno, sino a prepararse. Fruto de su talento, de su preparación, del tiempo dedicado durante varios años, consigue el premio a su inversión. Un premio muy importante, quién va a discutirlo, pero con un gran riesgo de fracaso. Una respuesta errónea de las 25 y todo ese talento, todo ese esfuerzo, todo ese tiempo dedicado hubiesen transmutado en un grito de desolación.
Detrás de sus padres y amigos, orgullosos de él, el principal apoyo lo ha encontrado en Hacienda. Sí, ciertamente se trataba de un ánimo en silencio, callado, casi conteniendo el llanto, porque jamás le llamaron del ministerio para insuflárselo. Sin embargo, cada noche, en el fragor de las respuestas, algún funcionario, algún inspector, algún secretario de Estado y quién sabe si algún ministro le empujaba hacia el objetivo. Ellos, que sin haberle dedicado un minuto de su tiempo, consiguieron que el fruto de ese talento y esa dedicación quedase partido en dos para hacerse así con el precio de un navío que, en cualquier otra circunstancia, nos parecería robado.
En una sociedad en la que se habla de valores, me pregunto cuáles son los que transmitimos a nuestros jóvenes. Talento, esfuerzo, mérito, valor, ¿para qué? ¿De qué sirve todo eso si finalmente son nuestros políticos, los representantes del pueblo, las más altas instancias en las que alguna vez fijaron sus ojos los dioses, quienes dan el peor ejemplo legislando contra esos valores con los que se llenan la boca? Trabaja, y cuando no puedas más, sigue trabajando. Porque ahí estará Hacienda para recordarte que le debes aún la mitad de la vida que te queda por vivir. Por tu bien.
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