lunes, 2 de julio de 2018

Difamar, privatizar y despedir

Carlos Rodríguez Braun analiza y refuta la reiterada y manifiesta mentira política en cuestión de sanidad que es empleada demagógicamente por los políticos socialistas, en este caso Susana Díaz (PSOE). 

Artículo de Libre Mercado: 
Susana Díaz | EFE
Leí en el diario Málaga Hoy que la presidenta andaluza, Susana Díaz, acusó a Juan Manuel Moreno Bonilla, líder del PP andaluz, de "difamar a la sanidad pública para después privatizarla".
Es habitual en la mentira política profesional el demonizar al adversario. Lo interesante de este caso no es eso, que es muy habitual en la izquierda, sino la estrategia demonizadora, que está equivocada por partida doble, porque ni el PP quería privatizar la sanidad, ni privatizarla es el epítome de todos los males.
El afirmar esto último sólo tendría justificación si la sanidad pública fuera gratis, como el maná. Dado que, evidentemente, no lo es, entonces la llamada defensa de lo público equivale en realidad a defender que el Estado quite a los ciudadanos lo que es suyo. Y si alguien cree que esto es bueno, debería demostrarlo primero, y no darlo por supuesto.
Hablando de dar cosas por supuestas, afirmar que el PP tiene como objetivo privatizar la sanidad es un supuesto que carece de toda base. El Gobierno de Rajoy subió los impuestos como nunca en la historia de España precisamente para no privatizar la sanidad. Ni privatizar nada. Esto queda probado por la evolución del gasto público, que no fue reducido de manera apreciable durante la crisis. Lo que sí se redujo fue el gasto privado, por los mayores impuestos.
Susana Díaz, como si fuera muy distinta de los políticos conservadores, aseguró que en Andalucía "ni se recorta, ni se privatiza ni se despide a mansalva". Esto es verdad en el sector público andaluz, pero también es verdad en el sector público del resto de España. Por la prioridad que todos los políticos de todos los partidos conceden a ese sector a expensas del privado, resulta que donde se recorta y despide es en ese sector que, como el coronel de García Márquez, no tiene quien le escriba.

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