El prominente diplomático chino, Wu Jianmin (fallecido en junio), y es triste, tiene que dar una lección (en este breve vídeo de dos minutos) sobre el desastre de la obsesión igualitarista (una enfermedad contagiosa, como bien define), que crece en Occidente, y sus graves repercusiones, que ya sufre en sus carnes la propia Occidente y su estancamiento secular.
Y precisamente los chinos saben bien de esto, pues vivieron en sus propias carnes dicha utopía, que se llevó por delante cerca de 60 millones de seres humanos en la "creencia de que se podían enriquecer al mismo tiempo y de la misma manera".
Una "enfermedad"...que "tiene su origen en el populismo, con el que se pueden ganar muchos votos, que es lo que cuenta" en el político.
No se puede decir más claro, y es valiente escucharlo ante la actual dictadura de lo políticamente correcto, pero esto es precisamente una lección que se conoce cuando se estudia la naturaleza y acción humana (y los incentivos que lo mueven a actuar), que se corrobora no solo en la teoría, sino también en la evidencia observable, que se corrobora con el fracaso de todas las utopías socialistas, que buscan siempre la ingeniería social y la creación de un "nuevo hombre" no importando los medios para ello (dictadura, totalitarismo, imposición, violencia, eliminación de la libertad de opinión distinta, y de toda libertad contraria al mandato establecido, persecución y eliminación de los que no piensen igual...).
Ejemplos los hay múltiples y el resultado siempre ha sido el mismo. Pero la ola igualitarista en manos de populistas y demagogos que venden utopías y mercantilizan y juegan con los sentimientos y necesidades humanas resurge siempre en nuevas generaciones o lugares que no han vivido de primera mano dichas utopías y sistemas centrados precisamente en alcanzar dicho igualitarismo.
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