lunes, 28 de noviembre de 2016

Mercadona: un supermodelo para consumidores, trabajadores y proveedores

Juan Rallo expone el modelo de Mercadona y los datos de su realidad con trabajadores y proveedores, que dista mucho de la visión que pretenden hacer ver algunos, refutando sus intencionados desacreditadores mensajes que pretenden instalar los enemigos y odiadores de todo aquello que produce valor, tiene éxito y genera riqueza en el mercado. 

Artículo de El Confidencial:
Foto: Juan Roig, presidente del grupo de supermercados Mercadona.Juan Roig, presidente del grupo de supermercados Mercadona.
Inditex y Mercadona son probablemente los dos modelos de negocio más exitosos que jamás se hayan creado en España. Lo son, además, por méritos propios: a diferencia de buena parte del empresariado extractivo patrio, ni Amancio Ortega ni Juan Roig han florecido bajo el paraguas de los privilegios políticos. Al contrario, los dos hombres más ricos de España han alcanzado tal posición partiendo desde cero a través de la generación de valor para los consumidores. Ni siquiera, y para desgracia de muchos medios de comunicación, han necesitado recurrir a la machacona publicidad para vender sus productos: el boca a boca del cliente satisfecho ha bastado para catapultarlos hasta la cumbre. Dos iconos de cómo el libre mercado recompensa a aquellos capaces de satisfacer mejor que los demás las necesidades de un mayor número de personas.
Acaso por ello, gran parte de la intelectualidad nacional contraria al libre mercado se haya propuesto desacreditar a estas dos compañías: a la postre, para el pensamiento filomarxista, toda acumulación de capital privado solo puede proceder de la explotación humana, de modo que resulta imprescindible reescribir el relato vital de esas compañías desde el prisma del parasitismo y del robo. Sobre Inditex ya se han vertido suficientes toneladas de basura como para que ciertos colectivos sociales echen espumarajos de rabia cada vez que se pronuncia el nombre de la empresa de Arteixo. No sucedía todavía lo propio, empero, con Mercadona: el supermercado por antonomasia de España sigue gozando de extraordinaria reputación entre los ciudadanos, y parece que algo había que hacer al respecto.
Ahí es donde entra el programa de 'Salvados' de este domingo: poner de manifiesto que Mercadona no se ha enriquecido gracias a su excelencia a la hora de satisfacer al consumidor, sino merced a la explotación de sus trabajadores y de sus proveedores. Un breve análisis de los datos, sin embargo, nos permite poner de manifiesto que la realidad es más bien la opuesta: Mercadona no solo no explota, sino que enriquece enormemente a sus trabajadores y proveedores en tanto en cuanto los coloca dentro de una extraordinaria cadena de valor capaz de satisfacer de manera tremendamente eficiente las necesidades de los clientes (a los que sintomáticamente denominan 'el Jefe' dentro de la empresa valenciana).

Trabajadores

Mercadona cuenta con 76.000 trabajadores con contrato indefinido, cifra que ha crecido en 15.000 personas durante la crisis (una media de cinco personas diarias). O dicho de otra manera, durante los años en los que la economía española destruía casi el 13% de todos sus puestos de trabajo, Mercadona incrementó su plantilla en un 25%.
Tales empleos, además, se alejan notablemente de los tan extendidos sueldos de miseria que se extienden por la economía española: el sueldo de todo nuevo trabajador base (cajeros o reponedores, por ejemplo) son 1.277 euros mensuales, el cual va incrementándose un 11% cada año hasta alcanzar los 1.728 euros mensuales en el cuarto año. Además, Mercadona distribuye cada ejercicio entre sus trabajadores alrededor del 25% de sus beneficios antes de impuestos en forma de prima por objetivos: en 2015, esta prima fue de 277 millones de euros y accedieron a ella el 98% de sus empleados, una media de 3.750 euros por trabajador adicionales a su remuneración básica. Así pues, contabilizando las primas, el sueldo bruto de un trabajador base que lleve cuatro años en la empresa supera los 2.000 euros mensuales: por encima del 70% de los empleados españoles y prácticamente el doble del salario mínimo que Unidos Podemos aspira a implantar en 2020.
Todo lo anterior es, a su vez, compatible con las grandes facilidades que proporciona la empresa para la conciliación de la vida familiar: en 2015, el 6% de sus 50.000 trabajadoras optaron por ser madres alargando a cinco meses la baja por maternidad, y el 20% de la totalidad de la plantilla escogió disfrutar de jornadas reducidas para poder cuidar de sus hijos menores de 10 años. Tan flagrante ha sido la preocupación de Mercadona por sus trabajadores que hace unos meses la Organización Internacional del Trabajo puso a la compañía valenciana como ejemplo global de “empleo estable, compromiso y éxito”.
'Salvados' ha pretendido desmerecer este envidiable modelo de relaciones laborales apuntando a unos contados casos de conflictividad por bajas sanitarias: en concreto, Mercadona reclama a sus trabajadores una colaboración activa con los servicios médicos de la empresa para que las bajas no se alarguen innecesariamente por el mero hecho de que un facultativo de la Seguridad Social así se lo conceda. Y, a menos que adoptemos la muy ingenua visión de que ningún trabajador jamás intenta abusar de las bajas médicas y que jamás ningún facultativo se lo permite, no parece descabellado que la firma valenciana reclame una segunda opinión y una cierta proactividad en la rehabilitación laboral: al cabo, ausentarse del trabajo acarrea costes que no repercuten únicamente sobre la cuenta de resultados de Mercadona, sino sobre la prima laboral (con cargo a los beneficios) que perciben el resto de sus compañeros.


Clientes en los pasillos de un supermercado Mercadona. (EFE)
Clientes en los pasillos de un supermercado Mercadona. (EFE)
En este sentido, no debería ser necesario recordar que todo sistema de control es imperfecto y es susceptible de fallar, ya sea diagnosticando falsos negativos (el trabajador intenta engañar y el mecanismo de control no lo detecta) o falsos positivos (el trabajador no intenta engañar pero el mecanismo de control sí detecta engaño). 'Salvados' ha centrado su atención en algunos falsos positivos que han perjudicado a trabajadores acaso inocentes —obviando, claro, la persistencia de otros tantos falsos negativos a los que el programa no ha visibilizado y que perjudican a la empresa—, queriendo vendernos como un escándalo que Mercadona haya sido condenada en algunas ocasiones por tales errores. Pero precisamente los tribunales u otros mecanismos no jurisdiccionales de resolución de conflictos sirven para que esos falsos positivos sean reparados, sin que ello implique la existencia de conspiración estructural alguna dentro de la firma para esclavizar a sus empleados.
De hecho, dice mucho a favor de Mercadona que las únicas muestras de 'explotación' laboral que 'Salvados' haya sido capaz de detectar sean unas pocas controversias en torno a asuntos intrínsecamente conflictivos y que por necesidad emergerán siempre en la gestión de grupos humanos compuestos por 76.000 personas. Sería del todo inverosímil que entre las decenas de miles de trabajadores que han pasado por la plantilla de Mercadona a lo largo de sus varias décadas de historia no se encontrara ningún caso de conflicto laboral en el que la compañía se haya equivocado: de ser así, ni los directivos ni los trabajadores de Mercadona serían seres humanos, con sus virtudes y sus defectos. La cuestión, pues, no debería ser esa, sino si la compañía está diseñada para machacar sistemáticamente a los trabajadores en maximizar sus beneficios: y, atendiendo a las condiciones laborales base y al generoso reparto de beneficios, parece harto evidente que es más bien todo lo contrario.

Proveedores

Sería un error reducir las repercusiones económicas de Mercadona a la propia compañía como ente aislado. El modelo de negocio de Mercadona no puede entenderse sin la red de sus 125 proveedores de referencia (a los que la empresa denomina ‘interproveedores’), los cuales abastecen en exclusiva a los supermercados con productos baratos y de calidad. Si bien estos 125 interproveedores y sus 47.000 trabajadores no se integran jerárquicamente en la estructura de Mercadona —no forman orgánicamente parte de la empresa—, sí mantienen con ella unos fuertes vínculos contractuales: a cambio de poder colocar sus productos a la amplísima clientela de la empresa valenciana, los interproveedores adoptan como propias las políticas de precios, de inversión y de transparencia que se aplica la propia Mercadona. Es decir, nos hallamos ante un gran clúster industrial tejido alrededor y coordinado por la matriz valenciana (evidentemente, la dirección de Mercadona se implica en supervisar y asesorar el enfoque empresarial que efectúan esos interproveedores a cuyos productos les confiere una exposición privilegiada dentro de sus supermercados).
Y, al igual que sucede con los trabajadores, sobre Mercadona también pesan acusaciones de despiadada 'explotación' de sus suministradores. En 'Salvados', hemos podido escuchar protestas de un interproveedor anónimo que se quejaba de que Mercadona apenas le permitía conservar un margen de beneficios del 2%, o de un representante de los agricultores que protestaba por que Mercadona les obligaba a vender por debajo de coste.
Mas, de nuevo, la realidad de las cifras no les da la razón. De los 19.059 millones de euros que ingresó Mercadona en 2015, 14.376 millones (el 75% del total) fueron a parar a sus proveedores y 3.873 a otros gastos (esencialmente, salarios del personal). Dicho de otra manera, el margen de beneficios antes de impuestos de Mercadona por cada unidad vendida fue de tan solo el 4,2%; el margen después de impuestos apenas se ubicó en el 3,2%, y el margen después de impuestos y de reparto de la prima a sus trabajadores decayó hasta el 1,7%. ¿A qué vienen las quejas del interproveedor de que solo se queda con un margen de beneficios del 2% cuando la propia Mercadona retiene un margen inferior al 2%nbsp;
No, los críticos de Mercadona confunden exigencia con explotación. La cadena de supermercados es —y debe ser— exigente con sus interproveedores para que estos preserven excelentes estándares de calidad y de precio. Tal exigencia en la eficiencia no busca, sin embargo, ser repercutida sobre la cuenta de resultados de Mercadona, sino esencialmente sobre la de los consumidores: la filosofía del “siempre precios bajos” de la compañía valenciana traslada los ahorros en sus costes de aprovisionamiento a menores precios de venta, con la más que obvia intención de seguir siendo competitivos ante los clientes, esto es, ante 'el Jefe'. La alternativa a esta exigencia de competitividad por parte de Mercadona no sería una vida más relajada y provechosa para los proveedores: sería quedarse fuera del mercado, por cuanto los consumidores escogerían a otros productores globales a quienes adquirir su mercancía.
Por eso, las quejas de los agricultores de que están vendiendo por debajo de coste por culpa de Mercadona tampoco tienen ningún sentido: si han de vender por debajo de coste, es simplemente porque durante esa temporada han sobreproducido un determinado producto y el consumidor final no está dispuesto a comprar todo ese exceso de producción a los altos precios a los que ellos quieren venderlo. Así que una de dos: o producen menos o bajan el precio, pero desde luego no son los agricultores —ni tampoco Mercadona— quienes marcan cuánta cantidad de frutas y hortalizas y qué precio desean comprar los consumidores (¡faltaría más que el productor pudiera imponernos qué comprar y cuánto pagar!). Recordemos: Mercadona apenas retiene 1,7 céntimos de beneficios por cada euro que vende. Los bajos precios del agro no proceden de ahí, sino de su sobrecapacidad estructural. 

Conclusión

Mercadona, como Inditex, es un modelo de excelencia empresarial al servicio del consumidor. Si Mercadona no existiera, lo que sucedería no es que trabajadores y proveedores no serían 'explotados', sino que no obtendrían ni los salarios ni los ingresos de que disfrutan hoy merced a insertarse en el exitoso modelo de negocio de la compañía valenciana. Esta ha sido capaz de estructurar un mercado de distribución comercial hiperproductivo, dentro del cual trabajadores y proveedores cosechan unas elevadas rentas: pero es el celo de los directivos de Mercadona por cuidar, conservar y desarrollar ese modelo de negocio hiperproductivo el que, en última instancia, permite que la rueda siga girando en beneficio de todostambién de trabajadores y proveedores.
Sin ese celo por mantener los estándares de calidad total sobre el conjunto de la cadena de valor, la rueda se habría detenido hace tiempo, porque usted, 'el Jefe', habría optado por subirse a otro coche. Quienes cargan contra Mercadona, pese a pagar salarios muy superiores a la media y pese a multiplicar la facturación de sus interproveedores, deberían empezar por plantearse cómo sería posible preservar ese provechoso modelo organizativo sin una permanente supervisión y un continuado ajuste mutuo entre cada una de sus partes.

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