Como se puede observar, los ingresos de la Seguridad Social superan el nivel precrisis (donde se alcanzó el máximo histórico -hasta ahora-), mientras el gasto aumenta un 42,5% en el mismo periodo 2007-2016.
Lo cual evidencia varias cosas. Uno, el mantra tan manipuladoramente repetido de que el problema del Sistema de la Seguridad social es de ingresos (recordemos, el nivel actual se sitúa en máximos históricos por encima del nivel de ingresos del periodo de burbuja, donde la actividad económica estaba inflada, el paro era la mitad y los ingresos fiscales eran artificialmente elevados).
El problema evidentemente no es de ingresos, tras haberse incrementado en mucho todos los impuestos a niveles récord, con las consecuencias que conlleva para lastrar la economía, devolver la deuda de empresas y familias, destruir empleo y reducir la inversión.
El problema es de GASTOS, unos gastos que no dejan de incrementarse descontroladamente, y que lo harán intensamente con el paso de los años por la envejecida pirámide poblacional que tenemos, que casi doblará el número de pensionistas en las próximas décadas. Hecho frente al que los políticos no pueden actuar de manera más irresponsable y contraproducente, negando entre otras cosas la realidad para emplearlo como herramienta política (una manera más de demostrar lo que realmente les preocupan los ciudadanos, y no alcanzar el poder...).
Unos ingresos en máximos históricos, por cierto, que han sido favorecidos por la reforma laboral,
La segunda cuestión es el mantra de que el problema de la Seguridad social es obra de (cómo no) la reforma laboral. Es evidente cuál es el problema al respecto tal como se ha comentado, habiendo sido justamente la reforma laboral (si bien ha sido muy insuficiente y reducida) un elemento positivo, que ha permitido contribuir a una mayor generación de empleo e incremento en consecuencia de ingresos.
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