En el imaginario del político solo hay un objetivo. Extraer más rentas del ciudadano para acrecentar su poder y recursos para gastar arbitrariamente, alimentando la corrupción, el clientelismo y las dádivas a los suyos.
El tripartito de izquierdas en Portugal ha tenido una nueva idea. Poner más impuestos a aquellas viviendas que sean más luminosas. Éste sí es un bien llamado impuesto al sol. Un paso más en el robo institucionalizado alentado por los propios votantes, que incrementará el coste de tener una vivienda (y la reducción consecuente de su nivel de vida, poder adquisitivo, capacidad de consumo y de ahorro, capacidad para devolver las elevadas deudas de familias, de aumentar la pobreza energética...). Y no os preocupéis. Luego surgirá el impuesto al fresquito, para aquéllas casas que menos sol les de en verano, y así se afectará al 100% de las viviendas, robando más a los ciudadanos.
Pero los impuestos son magníficos (menos el cultural, que ahí parece haber un consenso de que son terribles y dañan enormemente a la gente y el sector. Al parecer en el resto de cosas no, y hay que subirlos).
Mientras tanto en España, los partidos políticos mantienen el mismo consenso de subir impuestos como si no hubiera un mañana (y nunca mejor dicho por las consecuencias que supone), y el gobierno de Rajoy, tras subir impuestos a sociedades, se plantea cuáles subir ahora.
Todo menos reducir el escandaloso e insostenible gasto público (y no enfadar a los numerosos lobbies y grupos de presión que viven de él a costa del ciudadano), y devolver al ciudadano lo que es suyo legítimamente.
Seguimos aumentando, como diría Étienne de la Boétie, la "servidumbre voluntaria".
Artículo de ABC:
El primer ministro portugués, Antonio Costa, tras una reunión con Mariano Rajoy - EFE
La imaginación no se le puede negar al Gobierno socialista portugués, pues se afana en inventar nuevas tasas que, al final, repercuten en el ciudadano tanto o más que la austeridad frontal. Ahora se trata del llamado 'impuesto al sol'.
Los sufridos ciudadanos se encuentran desde este 18 de noviembre con una carga extra si sus domicilios son muy luminosos, tanto en caso de ser exteriores como los interiores más agraciados por la luz.
Resultado: un 15% más en el desembolso del impuesto municipal de la vivienda, una medida que ya comienza a desatar polémica y fuertes críticas.
Es una prueba más de que el Ejecutivo de António Costa es rehén de los vaivenes y las ocurrencias de los comunistas y del Bloco de Esquerda (partido próximo a Unidos Podemos), que constituyen su respaldo imprescindible en vista de que el PS no alcanza por sí mismo la mayoría parlamentaria en la Asamblea de la República.
La flamante tasa llega después de la que grava el patrimonio para inmuebles por encima de los 500.000 euros, que ya ha puesto en guardia a ciertos sectores que añoran el anterior Gobierno socialdemócrata de Passos Coelho.
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