Teresa Lázaro muestra otro dato que evidencia la insostenibilidad del sistema de pensiones de reparto, donde la irresponsabilidad política y el electoralismo y demagogia siguen agravando su situación a futuro, con lo que ello supondrá para la sociedad.
Artículo de Voz Pópuli:
Los pensionistas vizcaínos realizan su concentración semanal en demanda de unas pensiones públicas dignas. EFE
Son muchas las señales que nos alertan cada día de los complicados problemas que atraviesa el sistema de pensiones en España. Este jueves ha sido el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, el encargado de poner un nuevo dato sobre la mesa que evidencia la magnitud de los retos que vienen por delante: las nuevas pensiones superan en un 45% a los nuevos salarios.
Eso supone un serio problema para la financiación de un sistema de reparto, que se nutre de las cotizaciones de los trabajadores de hoy para financiar a los pensionistas de hoy. Si llevamos la afirmación de Granado a las cifras, el cálculo nos lleva a que los nuevos salarios están rondando los 800 euros, por debajo del nuevo SMI que entrará en vigor en 2019.
A pesar de la tensión que supone esto para el sistema lo cierto es que la pensión media de las nuevas altas ha empezado a moderarse por el efecto de las reformas. Se mantuvo al alza hasta el año 2015, pero en 2016 y 2017 los nuevos pensionistas cobraron algo menos y todo apunta a que en 2018 se mantendrá la tendencia.
Es cierto que la crisis también puede haber influido, sobre todo en aquellos trabajadores que fueron expulsados del mercado laboral poco antes de convertirse en pensionistas. En España se utilizan los últimos años de la vida laboral para calcular la pensión y quedarse en paro a los 60 años puede repercutir y mucho en la prestación que se recibirá después.
Pero el efecto principal hay que buscarlo en la reforma del año 2011, diseñada por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero que, precisamente, buscaba recudir las pensiones iniciales del sistema para generar cierto ahorro en la Seguridad Social, que hoy por hoy sigue teniendo un déficit próximo a los 20.000 millones de euros. Y parece que lo está consiguiendo.
La reforma de 2011
¿Qué cambios trajo la reforma? Fundamentalmente tres: la prolongación progresiva de la edad de jubilación a los 67 años en el año 2027 (hoy está en 65 años y 6 meses); el aumento del requisito para cobrar el 100% la pensión de 35 a 37 años y el cambio del periodo de cómputo para calcular la pensión de 15 a 25 años, también de forma paulatina (se completará en 2022).
Todos pueden afectar a la pensión inicial de los nuevos jubilados, pero sobre todo la última medida, puesto que los trabajadores suelen cobrar los sueldos más altos al final de su carrera laboral. Así que ampliar el número de años que se tienen en cuenta y tirar hacia atrás, inevitablemente disminuirá la prestación.
En la reforma socialista se incluyó también el factor de sostenibilidad, un mecanismo automático diseñado para ajustar aún más las pensiones iniciales vinculándolas a la esperanza de vida. Pero lo cierto es que no se desarrolló hasta la reforma de 2013 del PP. En ese momento, se decidió que empezara a aplicarse en 2019, pero la presión de los pensionistas ha hecho que su entrada en vigor se posponga hasta 2023.
A pesar del efecto de la reforma en la pensión media de las altas, lo cierto es que sigue superando en casi un 50% la cuantía de las pensiones que se van dando de baja del sistema tras el fallecimiento de los pensionistas. La pensión media de las bajas no llega a mil euros en los últimos datos publicados por el Ministerio de Trabajo.
Un sistema del siglo XXI
Lo que está claro es que habrá que plantear una reforma capaz de hacer frente a estos retos de sostenbilidad. Granado se ha mostrado partidario de avanzar hacia un sistema más flexible, con jubilaciones también flexibles en función de las necesidades de las personas y su estilo de vida.
A su parecer, se pueden hacer cosas para hacer más sostenible el sistema, pero hay que pensar en todo, incluso en las prestaciones que puede que no tengan mucho sentido en el futuro: como las de viudedad o en favor de familiares.
La reforma, a su parecer, tiene que abordar los ingresos y los gastos, y recoger la nueva realidad laboral del país con opciones como el teletrabajo. "Si pretendemos una Seguridad Social del siglo XIX en el siglo XXI nos vamos a estrellar", ha avisado.
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