jueves, 10 de noviembre de 2016

Montoro, el amigo de todos los funcionarios

Pablo Molina sobre las nuevas intenciones de Montoro (primera de muchas en la idea de aumentar el gasto público AÚN MÁS), de aumentar el salario de los funcionarios. Es decir, aumentar los impuestos a los contribuyentes para financiarlo, en una situación de déficit descontrolado, elevadísimo esfuerzo fiscal por parte del contribuyente y alta deuda pública y privada y elevadísimo paro (estas nuevas subidas resta capacidad a las empresas para contratar e invertir y a los trabajadores para consumir y a ambos para devolver deuda, siendo nocivo para la economía). 


Todo ello dificulta aún más la sostenibilidad de las cuentas públicas, ante el mastodóntico tamaño del sector público, la verdadera burbuja que queda en España sin pinchar (tras pincharse la financiera y la productiva -destacando esencialmente el sector inmobiliario-). 

Pero el político se debe a los lobbies y grupos de presión organizados a costa del conjunto de la sociedad y grupos desorganizados. 

Artículo de Libre Mercado: 
Cristóbal Montoro | Europa Press

El ministro de Hacienda, que tantas satisfacciones nos ha dado a lo largo de los últimos cuatro años, ha decidido seguir trayendo la alegría a los corazones de todos los contribuyentes anunciando una mejora salarial para los funcionarios. Según Cristobal Montoro, los integrantes de la función pública española han demostrado una capacidad de sacrificio sin precedentes durante esta crisis económica y ahora es justo que el Estado (o sea, usted y yo) les recompense con las regalías que dejaron de recibir en los tiempos más duros, ya felizmente superados.
Está muy bien que los empleados públicos reciban esta muestra de afecto del jefe de las arcas del Estado, sobre todo si el cariño va acompañado de una regularización al alza de los complementos salariales. Pero aún estaría mejor Montoro si reservara un poco de ese cariño a los contribuyentes, que además de financiar estas alegrías presupuestarias hemos soportado sus continuas subidas de impuestos con un estoicismo cercano a la santidad.
Pero lo peor para nuestros bolsillos no es financiar esta recuperación del poder adquisitivo de los empleados públicos. Lo preocupante es que esto es, con toda seguridad, el comienzo de una serie de medidas destinadas a expandir el gasto público con el impulso decidido de Ciudadanos y el aplauso unánime de la desleal oposición. Pasó la crisis económica, o eso dicen, y los dieciocho gobiernos de España se frotan las manos porque en los presupuestos del año próximo van a poder gastar (todavía) mucho más.
La subida de sueldo a los funcionarios es sólo el pistoletazo de salida de una serie de hachazos a nuestro bolsillo que nos llevará, poco a poco, a los tiempos imperiales de la burbuja inmobiliaria, cuando los políticos autonómicos cesaban a sus asesores porque no les proporcionaban ideas para derrochar a espuertas con la suficiente velocidad.

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