Carlos Rodríguez Braun analiza y responde brevemente las afirmaciones del economista José María Cubillo al respecto de los refugios fiscales (mal llamados paraísos.
Artículo de Libre Mercado:
Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda | Europa Press
José María Cubillo, que es doctor en Economía, nada menos, escribió en el suplemento Negocios de El País:
¿Alguna vez se han preguntado cuántas prestaciones sociales se dejan de dar como consecuencia de los impuestos que no cobramos por los capitales que emigran a paraísos fiscales? ¿Cuántas prestaciones por desempleo menos? ¿Cuántas guarderías? ¿Cuántas intervenciones quirúrgicas y tratamientos médicos más se podrían pagar con el dinero que se deja de ingresar?
Esta es una muestra de lo que he denominado la falacia del Estado que está, que consiste en suponer que, como el Estado está y hace cosas, entonces esas cosas que el Estado hace porque está no se harían si el Estado no estuviese. Como hace guarderías con el dinero que nos quita, entonces si no existiera no habría guarderías. Eso es mucho suponer, pero mucha gente lo supone.
También mucha gente incurre en el siguiente error del doctor Cubillo, que afirma que no pagar impuestos "afecta al bienestar común (…) afecta a la solidaridad (…) Quienes defraudan no solo defraudan a Hacienda: defraudan a todos". Aquí el error consiste en que la solidaridad no puede ser obligatoria, y el bienestar común no puede estar relacionado sólo con lo que el Estado da a los ciudadanos, ignorando lo que les quita.
Los defraudadores dañan a Hacienda, sin duda, pero no "a todos". Para que esto fuera cierto, el Estado debería ser una institución voluntaria, como una empresa, una comunidad de vecinos o un club. En esos casos la conducta de los morosos repercute negativamente en los accionistas, los propietarios o los socios. Pero el Estado no es una institución más de la sociedad civil, e identificarlo con ellas puede conducirnos al totalitarismo.
Sigue el doctor Cubillo atacando los paraísos fiscales:
No han sido capaces de encontrar una fuente de ventaja competitiva propia, que les permita enfrentar la competencia global, más allá de la aplicación de una normativa laxa y desleal (…) su fuerza reside en su capacidad para convertirse en territorios francos, en lugares de tregua para piratas financieros. Una posición tan lábil como fácil de revertir, si un conjunto significativo de países serios decidiera hacer oposición activa y acordara poner coto a esta situación. No se les puede pedir mucho. La ética es un elemento esencial de la sociedad que se encuentra en peligro de extinción, ya que hasta quienes deben defenderla la mancillan sin reparo alguno.
Yerra el doctor de principio a fin. Por supuesto que los paraísos fiscales son competitivos: de hecho, compiten en los impuestos, y con gran éxito. Es curioso cómo los Estados están todo el rato vigilando y defendiendo la competencia pero no quieren competir ellos lealmente. Es falso asimismo que en esos paraísos haya solo criminales; esta caricatura lo que hace es ocultar la razón por la cual dichos paraísos fueron creados, a saber, porque los impuestos subieron mucho en el grueso de los países del mundo. El doctor no puede analizar los tax haven e ignorar este punto: haven significa "refugio", no por casualidad.
Precisamente por eso, es aventurado pensar que basta con perseguir a los paraísos fiscales para acabar con ellos: si la brecha fiscal continúa como hasta ahora, el incentivo a aprovecharse de ella será siempre demasiado grande como para que no haya algún paraíso en alguna parte.
Y, por fin, por favor, doctor, no se nos ponga estupendo con eso de que se ha extinguido la ética. Igual lo que corre peligro es la profunda inmoralidad conforme a la cual los poderosos pretenden que es plausible arrebatar a sus súbditos por la fuerza la mitad de sus ingresos.
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