Artículo de Diario de la Química Vasca:
Cada día estoy más convencido de que me hubiera gustado ser químico... o ingeniero. Estoy casi seguro que, si en 2º de BUP (4º de ESO para los más jóvenes) hubiera tenido un profesor de física y química y uno de matemáticas que hubieran sabido motivarme en ese momento crítico de la adolescencia, hubiera ido "por ciencias"... seguro.
Y es que la ciencia, en concreto la química, cada día me gusta más... y cada día, desde mi modestia, me gusta más divulgar: explicar a personas no expertas, tratando de llevarlas a palabras sencillas, las maravillas de la ciencia y de la técnica que cada día veo que se hacen en la industria.
Al hacerlo, cuando me invitan a dar una charla o escribo alguna colaboración, no puedo evitar sentirme un poco intruso... al fin y al cabo, ni soy científico, ni soy comunicador.
Es quizás por ello que sigo con devoción los blogs y las publicaciones de muchos y muy buenos divulgadores, tanto científicos como periodistas, y aprendo mucho de ellos y de ellas todos los días. No puedo nombrar todos, ni quiero aburrirles con ello, pero me permitiré recomendarles el Blog del Búho de Yanko Iruin, Cóctel de Ciencias de América Valenzuela, Magonia de Luis Alfonso Gámez, Dimetilsulfuro de Deborah García Bello o Tomates con Genes de J.M.Mulet.
Leyendo muchos de sus artículos, aún me llama la atención cuando, en ocasiones, la indignación del autor o de la autora con, por ejemplo, el uso despectivo de la química en la publicidad o una campaña de una empresa de homeopatía, hace que se eleve el tono del artículo, hasta llegar a parecer incluso agresivo.
Por ejemplo, me llamaba especialmente la atención el tono de denuncia que utiliza J.M.Mulet contra esa multinacional llamada Greenpeace: "Greenpeace y el arroz dorado: historia de una infamia" o contra organizaciones más cañís "Facua y el Dalsy, ¿error o mala fe?" o lo elevado del tono de algunos titulades de Luis Alfonso Gámez: "El 8 de noviembre, Día Mundial sin Wifi y del Periodismo Gilipollas"
Yo, desde mi ignorancia, pensaba que exageraban. Que, en fin, todo sería cuestión de posturas científicas y de opiniones contrapuestas... no entendía el tono indignado en el debate.
Y en estas estaba yo, en favor de la moderación, un tanto asombrado, cuando las mismas organizaciones que indignan a mis admirados divulgadores, comienzan una campaña contra algo en lo que yo trabajo. En un ámbito en el que, si me permiten la presunción y la falta de modestia, puedo considerarme "experto": los acuerdos internacionales y el Derecho Europeo. Comenzó la campaña contra el TTIP, el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión.... y, se lo confiseo, me han hecho falta dos conversaciones sobre el tema con enemigos del acuerdo para entender, perfectamente, a los divulgadores científicos indignados.
El TTIP es un acuerdo entre la Unión Europea y los Estados Unidos que pretende extender la esencia de la construcción original del Mercado Común Europeo a la relación con los Estados Unidos: unificar las exigencias técnicas y de homologación de productos e inversiones, de modo que la unidad de mercado vaya un paso más adelante de la eliminación de aranceles y los mismos productos, exactamente los mismos, puedan venderse en Bilbao, Varsovia, Berlín.... o en Los Ángeles.
¿Eso es bueno o es malo?... pues como toda persona adulta sabe, nada es absolutamente bueno o absolutamente malo. La globalización de las relaciones económicas, la cada vez mayor unificación global de la cultura y la comunicación, nos uniformiza culturalmente. Basta visitar un centro comercial en Pamplona o en Sao Paulo y encontrarnos las mismas tiendas, con la misma ropa... sin embargo, esa misma uniformidad cultural, esa evidencia de que todos los seres humanos nacen iguales en derechos, nos ha llevado a que nunca en la historia hayamos sido más solidarios y, por ejemplo, nos movilicemos masivamente y de forma inmediata, cuando una catástrofe natural afecta a una comunidad humana a miles de kilómetros de nuestro hogar.
La ciencia, la tecnología, la industria y, sí, la globalización del comercio, han conseguido que la esperanza de vida, que el bienestar de la humanidad en todo el planeta, sea más elevado que nunca en toda la historia y eso que hemos superado todos los precipicios y alarmas de superpoblación que vaticinaban los peores augurios de Maltus. Nunca los números absolutos y, por supuesto el porcentaje, de personas en situación de pobreza han sido más bajos. Nunca hemos sido capaces de ofrecer alimentos, medicinas, atención sanitaria o agua potable a tantas personas. Nunca la mortalidad infantil ha sido más baja en todos los países del mundo.
Hace 30 años, el hambre asolaba regularmente la India. Hace 40, campaba a sus anchas en Latinoamérica. Hace 50, en China... hoy, el hambre se limita a ciertas zonas de África y casi siempre asociada a zonas en guerra y conflictos armados.
Hoy, los reportajes periodísticos de denuncia se centran en la evidente injusticia que subyace en las malas condiciones laborales y el escaso salario que cobran las trabajadoras de la industria textil en Vietnam y el contraste con nuestra occidental cultura de "usar y tirar" que alimenta esa situación... pero, cuando se les pregunta a ellas, a esas mismas trabajadoras, no quieren ni oír hablar de volver a la situación anterior a la existencia de ese contraste. Su situación anterior era mucho peor.
¿Quiere decir eso que debemos conformarnos?, ¿que el hambre en África debe parecernos "normal"?. No, en absoluto. Solamente quiere decir que el modelo con el que avanzamos funciona. Que debemos corregir sus ineficiencias y equilibrarlo aún más. Debemos lograr la transición hacia una economía baja en carbono, promover la reutilización y el reciclaje y conseguir una verdadera economía circular a nivel global, equilibrando recursos y productos, alcanzando un verdadero Desarrollo Sostenible para todos.
Por favor, si tienen dudas de los que les digo, comprueben en esta herramienta: Gapminder. Elijan el indicador que quieran, los países que quieran, pinchen en la barra inferior para el año de partida y pinchen en "play".... ¿de verdad que piensan que lo estamos haciendo tan mal como dicen? Y, sí, para avanzar en esos objetivos, el comercio es una herramienta fundamental.
Pero, más allá de mi convicción personal en que las bondades de la ciencia, de la tecnología o del comercio, superan con mucho a sus inconvenientes, mi indignación se basa en que todos los argumentos que he escuchado en su contra se basan en abiertas mentiras o en la ignorancia culpable de su emisor:
"Es un tratado secreto que pone en riesgo el espíritu fundacional de la Unión Europea"¿secreto?, en esta página web la Comisión Europea publica todos los documentos relativos al acuerdo. De hecho, hay demasiada documentación... y, en fin, "el espíritu fundacional de la Unión Europea", fue poner en común el comercio del acero y del carbón... ah, y favorecer la investigación y el uso de la energía nuclear... ¡qué cosas!.
"Esa estandarización que pretende el acuerdo va a rebajar el nivel europeo de protección del medio ambiente y de los consumidores" Pues el texto del acuerdo dice exactamente lo contrario. De hecho, el hermano pequeño del TTIP, el acuerdo con Canada y cuyas 1.650 páginas pueden consultar en el Diario Oficial de la Unión Europea, dice, literalmente en su artículo 24.5.2:
"Ninguna de las Partes podrá dejar de aplicar su legislación medioambiental o hacer excepciones de la misma, o bien ofrecer que no se aplique o que se hagan excepciones, para fomentar el establecimiento, la adquisición, la expansión o la retención de una inversión en su territorio."
Y, en fin, si leen todo el capítulo 24, podrán ver que reproduce el espíritu con el que se redactan todas las exposiciones de motivos de la normativa de la Unión Europea: favorecer la unidad de mercado manteniendo un elevado nivel de protección del medio ambiente y prohibiendo expresamente cualquier rebaja por parte de cada uno de los países de esos niveles de protección.
"Sí, vale... pero ningún estúpido pondría lo contrario en un tratado" pero... ¿entonces el problema son los tratados o es otra cosa?...
"La multinacionales americanas nos van a obligar aplicar las normas de los Estados Unidos y comer carne con hormonas y peligrosos aditivos" Vayamos por partes: las multinacionales, americanas o de cualquier otro país, no tendrán más remedio que cumplir la normativa que las autoridades europeas impongan. ¿Va el TTIP a modificar la normativa europea?: No. Es absolutamente imposible que los reglamentos y directivas europeas que regulan la seguridad alimentaria se modifiquen sin un proceso regulatorio público en la Comisión, el Consejo y el Parlamento Europeo... es decir, es imposible que el TTIP modifique la normativa europea sin que nosotros, los europeos, queramos modificarla a través de nuestros representantes, con luz y taquígrafos.
Pero, quizás lo que más me llama la atención de esta afirmación, es la absoluta ignorancia del nivel de la regulación americana en este tema. Cualquiera que haya estudiado o trabajado en el campo de la seguridad alimentaria, de los medicamentos o de los cosméticos... sabe que la referencia mundial en este campo es la "regulación FDA"... sí, efectivamente, las normas que emanan de la agencia americana que regula esta materia, la Food & Drugs Administration.
"La multinacionales americanas van a poder opinar sobre proyectos normativos europeos y oponerse a ellos si van en contra de sus intereses" y, para sostener dicha afirmación, hasta enlazan este documento: "TTIP- EU proposal for Chapter: Good Regulatory Practices" que, si lo leen con detalle, no es más que un procedimiento de transparencia bastante estándar en la producción normativa que asegura que cualquiera con un interés legítimo pueda opinar sobre los borradores normativos y que sus opiniones sean escuchadas... lo que no quiere decir que las partes del acuerdo, la Unión Europea y los Estados Unidos, vayan a hacer necesariamente lo que los emisores de esas opiniones digan.
Hoy en día, con la excusa del TTIP o sin ella y gracias a las facilidades que ofrece Internet, todos podemos opinar sobre proyectos normativos. Nosotros lo hacemos constantemente en el proceso regulatorio del Gobierno y el Parlamento Vasco (y hasta, en ocasiones, nos han hecho caso). Lo hace Greenpeace y lo hace FACUA. Lo ha venido haciendo el "poderosísimo" lobby de la industria del tabaco oponiéndose a todas las prohibiciones que la normativa europea y estatal ha ido introduciendo... y fíjense cuanto caso le han hecho.
"La multinacionales podrán demandar a los gobiernos ante tribunales privados si toman decisiones contrarias a sus intereses" y, una vez más, para sostener dicha afirmación, suelen poner como ejemplo titulares como este: "España suma su demanda número 27 por los recortes a las renovables". No deja de ser curioso que, precisamente, se ponga como ejemplo una decisión política que, es evidente perjudica los intereses de los inversores pero, además, parece claro que es perjudicial para el medio ambiente...
En este tipo de acuerdo, las partes no consienten en que los conflictos que puedan surgir de su aplicación los resuelvan los tribunales de una de las partes y suelen crear, o bien acogerse a sistemas ya creados de arbitraje.
Por ejemplo, el CETA entre Canada y la UE, el artículo 8.27 establece cómo se creará el tribunal de arbitraje:
"8.27.2. En el momento de la entrada en vigor del presente Acuerdo, el Comité Mixto del AECG (CETA) nombrará a quince miembros del tribunal. Cinco de los miembros del tribunal serán nacionales de un Estado miembro de la Unión Europea, cinco serán nacionales de Canadá y cinco serán nacionales de terceros países."
¿Privado?, representantes nombrados por los gobiernos... no sé de dónde sale eso de considerar el arbitraje "privado"... quizás se debe a una confusión con el uso más habitual del término arbitraje, en Derecho Privado Civil y Mercantil... pero, ¿es una confusión excusable o esa afirmación se realiza de mala fe?
Y, entonces llegamos al cenit del debate, cuando alguno te dice:
- "Para entender el TTIP no basta con leer el texto. Interpretarlo con expertos es clave, así como observar dinámicas pasadas." - a lo que yo, sorprendido, contesto:
- "Dinámicas a las que me dedico profesionalmente desde hace 19 años... ¿soy suficientemente experto?"
- "No. Dinámicas comerciales que involucra la cooperación reguladora desde 1985."
Signifique lo que signifique esta última afirmación.... pero, lo que venía a decir mi interlocutor, es que él, un periodista que presume de llevar un año siguiendo el proceso del TTIP, sí tiene autoridad para afirmar que es el demonio hecho texto legal y yo, un pobre ciudadano, no la tengo para llevarle la contraria... impresionante.
Voy concluyendo que me he dejado llevar por la indignación... La oportunidad que abre el CETA y el TTIP es para las pymes. Y esta oportunidad es especialmente importante en nuestro sector. Los costes de lanzamiento de un producto, que incluyen, entre otras muchas cosas, diseño de tipos, homologación, registro, tasas, analíticas, diseño de envases y etiquetas y un largo etcétera, son prácticamente los mismos, vendas 100 toneladas o vendas 100.000. Pero, resulta obvio que repercutir esos costes en el coste unitario de cada una de esas toneladas, no va a ser igual.
Si los costes de lanzamiento habituales y, en fin, no digamos ya si hubiera un sistema de reconocimiento mutuo de registros de sustancias químicas, que ni siquiera el TTIP se atreve a proponer, no deben repetirse en cada mercado, una pyme mejorará su capacidad competitiva de forma sustancial. No permitan que les engañen: la compartimentación técnica de los mercados favorece a las empresas más grandes.
Supongo que, como le sucede a los divulgadores científicos más reputados de este país, estoy dispuesto a debatir con quien quiera sobre el TTIP y estaré encantado de escuchar todos los argumentos contrarios al tratado y a la globalización en general que quieran... pero, en fin, que traten de engañar a la opinión pública, difundiendo mentiras, resulta muy indignante.
Volver a www.aveq-kimika.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario