José Antonio Trujillo analiza cuál es el legado de Obama.
Artículo de Sur:
Trump es el legado de Obama. Sus ochos años vacíos de días y horas, de discursos correctos y leyes fallidas, de americanos sin sueño, y de sueños sin americanos, llegaron a su culmen la noche de la victoria del líder republicano en las recientes elecciones presidenciales de EEUU. El discurso del buenismo político agotaba sus últimas líneas, cuando en España nos despertábamos con demasiados politólogos buscando respuestas de urgencia. La radio parecía el hilo musical de una funeraria que no sabía como darle sepultura a un difunto que no estaba tan muerto como habían pronosticado. Las empresas demoscópicas comenzaron a dar vacaciones a los suyos y se desvanecía nuevamente el mito del cuarto poder de la prensa.
No conocíamos una ocasión como esta, en la que un candidato a la presidencia del gobierno estadounidense, tuviera más medios de comunicación en su contra, tanto en su país como fuera de él. Todos apostaban a que Hillary Clinton le bastaba no cometer errores de bulto para que los electores depositaran su confianza de forma masiva y alzarse con la victoria electoral. Sería la primera mujer presidente en un país que despediría a su primer presidente negro en loor de multitudes. Nadie estaba entendiendo lo que estaba ocurriendo en la sociedad norteamericana. Fue más fácil dar la respuesta más previsible, la interpretación preferida, antes de acercarse a la verdad e intentar describirla.
Llama la atención que la hipertrofia de medios de comunicación que tenemos en Occidente, más que acrecentar su poder de influencia sobre la sociedad, en esta ocasión han sido irrelevantes. Un mal de este tiempo, que se extiende por todos los países, es que la Prensa en mayúscula cada vez se aleja más de la realidad y de sus claves, y ha tendido a ser una militante como otra cualquiera en la defensa de unas ideas concretas. Se escribe, por desgracia, sólo para los convencidos de las causas propias. El triunfo de Trump puede representar el final de este tipo de periodismo al dictado de pensamiento único occidental.
Ni Guantánamo, ni Cuba, ni Irán, ni sus leyes fallidas de control de armas, ni su lucha para paliar los efectos del cambio climático, ni sus fallidas reformas sanitaria, penitenciaria o migratoria, formarán parte del legado del presidente que pudo ser pero no fue. Para desgracia suya, su legado sólo dará para un documental de Michael Moore. Su penitencia será preparar en estos próximos años a su mujer para que sea la próxima candidata demócrata para que intente ganarle al Trump que él no pudo vencer.
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