martes, 15 de noviembre de 2016

¿Protección del clima? Asunto zanjado

Luís I. Gómez acerca de los acuerdos de "protección del clima", el calentamiento global, y las inútiles políticas sean las que sean al respecto si se siguen los cálculos de la Agencia de Medio Ambiente de las Naciones Unidas y se pretende cumplir el acuerdo de París (otra cosa son la certeza de sus premisas...). 
Pero no te dejarán de saquear el bolsillo y vivir como reyes, eso no lo dudes. 


Artículo de Desde el Exilio:
quemar_riqueza_salvar_clima
Si hacemos caso de lo que se “firmó” en Paris, el calentamiento global ha de ser limitado, hasta el año 2100, a los dos grados centígrados, preferiblemente uno y medio. Curiosamente no se describe en ninguna parte cómo garantizar la consecución de tales metas. Además, sólo dando un vistazo al termómetro en ese año 2100 sabremos si lo que hemos “planeado” habrá dado resultado o no. Que yo sepa, los viajes en el tiempo siguen circunscritos a las películas y novelas de ciencia ficción, por lo que lo de comprobar si hemos alcanzado nuestros objetivos de protección climática es pura fantasía.  Sí, nos dicen que nuestra máquina del tiempo hoy se llama “modelos climáticos”, esos que no han acertado en la predicción de prácticamente nada pero seguimos manejando como si de oráculos infalibles se tratase.
La Agencia de Medio Ambiente de las Naciones Unidas publicaba el pasado 3 de Noviembre – pocos días antes de la cumbre en Marrakech –  un nuevo estudio en el que ha calculado, sobre la base de diez escenarios y  cuatro modelos climáticos,  cómo de grande es la cantidad de CO2 que se podría emitir de manera global para no sobrepasar esa cifra mágica de 2°C:  553 gigatoneladas. En 2015, se emitieron a la atmósfera 36,2 gigatoneladas. Incluso si fuera posible congelar las emisiones globales en este nivel, apenas nos quedarían quince años para llegar a esa cantidad. Dado que las emisiones de CO2 continúan creciendo en los últimos años, el tiempo que quedaría para aplicar medidas de completa descarbonización sería aún más breve.
Descarbonización. ¿Qué significa? ¿Nos limitamos a impostar las energías renovables o los coches eléctricos? No sería suficiente. Todo lo que emite deberá ser “apagado”: el transporte automotor, incluyendo, por ejemplo, autobuses y camiones. Trenes, barcos y aviones se quedarían sin diesel o queroseno. La calefacción de gas natural sería historia, la producción de electricidad a partir de carbón también. La fabricación de acero, cemento, cerámica, vidrio y muchos plásticos quedaría cancelada. A partir de 2030 todas las personas deben ser vegetarianas, con el fin de conseguir una alimentación “climaneutral”. La vuelta a la Edad Media sería completa entorno al  2022.
Tal política es, por supuesto, absolutamente impensable, ni a nivel global ni en los países individuales. Los gobiernos que deseen cumplir con el Acuerdo de París en serio, apenas podrían mantenerse en el poder aplicando tales medidas (excepto quizás en Venezuela o Corea del Norte).  No, el mensaje del último informe de la UNEP es otro y muy claro:  si realmente un calentamiento de dos grados tiene consecuencias apocalípticas  globales y si los modelos climáticos están en lo cierto, la catástrofe climática ya no podrá ser detenida por ningún poder en el mundo.
En otras palabras: las políticas de protección del clima en su forma actual, centradas en la reducción y eliminación de emisiones, no sirven para nada. Presentar directamente, en titulares,  esta simple verdad después de décadas de propaganda, sería políticamente tan devastador como la descarbonización completa de la que les hablaba antes. Por lo tanto, la UNEP abre a los gobiernos una vía de escapatoria: continúen como hasta ahora, con las declaraciones, documentos, charlas y alguna medida simbólica, y transmitan el problema (y su solución) a la siguiente generación. Ellos sabrán cómo alcanzar niveles de emisión negativa (capturando CO2, por ejemplo).  Sólo la posibilidad de que algún día en el futuro aparezcan tecnologías capaces de capturar CO2 es la que salva el Acuerdo de París de la papelera. Y se pondrán, no lo duden, a gastar miles de millones en ello, demostrando una vez más cómo los gobiernos y la industria de protección climática abusan sin decoro de la buena voluntad de los contribuyentes… los que quieren ser “salvados” y los que no.
Y lo harán aunque ahora ya sepamos, gracias a los números de la UNEP, que alcanzar las metas fijadas en París es absolutamente imposible.

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