Artículo de Ok Diario:
Puestos a forzar la retórica, tanto un huevo como una castaña son alimentos, pero nadie con sentido común diría que se parecen. Pues lo mismo ocurre entre Iglesias y Trump, ambos son populistas, pero no les une casi nada más. El populismo es una tendencia política que pretende atraerse a las clases populares ofreciendo, demagógicamente, soluciones simples pero falsas a problemas complejos. El populista es un líder carismático que pretende hacerse pasar por uno salido del pueblo y enfrentado al establishment, como le llama Trump, o a la “casta”, como Pablo Iglesias copió de Hugo Chávez, al que convierte en el enemigo al que culpar de los males de La Gente©. Ambos coinciden en esto, pero casi en nada más.
Y ya me gustaría a mí que Iglesias se pareciera a Trump, porque en casi todo lo que se diferencian salimos perdiendo. Trump ha ganado las elecciones —y ganar ya es una diferencia fundamental con Iglesias— usando el eslogan “hacer a América grande de nuevo”; ama a los EEUU y ofrece a sus votantes devolver a su país el esplendor perdido. Por el contrario Pablo Iglesias tiene que esforzarse para disimular su verdadero sentimiento antiespañol y así recurre al término “patriota” despojándolo de su auténtico significado para hacernos creer que, en realidad, patriota significa algo así como ‘progre’. Trump respeta y hará respetar su Constitución, mientras que Iglesias insulta a quienes redactaron la nuestra y promete cargársela en cuanto pueda.
Trump propone ordenar la inmigración en su país, repatriando a todos los inmigrantes ilegales que hayan cometido delitos en EEUU. Lo mismo que ha hecho su predecesor, Obama, quien lleva ya expulsados a casi tres millones de inmigrantes ilegales, sólo la mitad de ellos con antecedentes penales. Por el contrario, Pablo Iglesias llegó a proponer una Renta Básica Universal para los inmigrantes ilegales a los que pretende acoger con los brazos abiertos -‘Refugees Welcome’- olvidando el paro y el déficit que padecemos. Trump propone bajar impuestos, legislar menos y reducir el tamaño del sector público. Iglesias, en su primera iniciativa parlamentaria, ha propuesto una “ley de emergencia social” para suministrar sanidad, luz, calefacción y vivienda a todos los que no se lo puedan permitir. Donald Trump exige actuar con “dureza e inteligencia” contra el terrorismo. Pablo Iglesias rinde homenajes al etarra Otegi y dice que los terroristas deberían salir ya de las cárceles.
Trump se graduó en la Escuela de Negocios Wharton, de la Universidad de Pensilvania, una de las más prestigiosas del mundo, tercera o cuarta en todos los ‘rankings’. Iglesias estudió en la Complutense, a la que el prestigioso ‘Academic Ranking of World Universities’ sitúa entre los puestos 301 y 400 a nivel mundial. Uno es un empresario de éxito gracias a su esfuerzo e inteligencia, el otro es un funcionario que ni siquiera ha conseguido una plaza de profesor titular. Pero lo que fundamentalmente les diferencia es que Pablo Iglesias pretende imponer su esquema moral y decirle a la gente lo que es correcto sentir y pensar, mientras que Donald Trump, como buen vendedor, adapta su discurso al sentir popular, no pretende imponer su moral. Probablemente, a lo de Pablo Iglesias haya que llamarle de otra manera, puede que el término populista no sea el más adecuado para quien, en realidad, no pretende lo mismo que su pueblo, sino cambiar a éste para que pretenda lo mismo que él. Quizá haya que empezar a llamar a Pablo Iglesias tan sólo comunista, para distinguirlo de los populistas como Trump.
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