Diego Sánchez de la Cruz se hace eco de la reciente publicación del Índice de Competitividad fiscal, que evalúa a las economías de la OCDE, y que concluye (indicando los motivos) que el sistema vigente en España es el quinto peor de Europa y el sexto peor de toda la OCDE.
Artículo de Libre Mercado:
La Tax Foundation estadounidense acaba de publicar su Índice de Competitividad Fiscal. Tras evaluar a las economías de la OCDE, esta organización especializada en asuntos tributarios ha concluido que el sistema vigente en España es el quinto peor de Europa y el sexto peor de los países desarrollados.
De media, España logra una puntuación de 56 frente a los 66 de Dinamarca, los 69 de Canadá y Alemania, los 71 de Reino Unido, los 82 de Holanda o los 83 de Suecia. El "top 3" lo ocupan Estonia, Nueva Zelanda y Suiza, con 100, 92 y 85 puntos, respectivamente. Por la cola, solamente Polonia, Portugal, EEUU, Italia y Francia obtienen una peor puntuación que la cosechada por nuestro país.
La mala nota que recibe España tiene que ver con el escaso atractivo de su fiscalidad empresarial (Impuesto de Sociedades) así como con la forma en la que nuestra Hacienda impone los gravámenes a la propiedad. En lo primero España es el antepenúltimo país del ranking, mientras que en lo segundo apenas alcanzamos el trigésimo primer lugar de la tabla.
Esto vendría a desmentir la tesis de grupos anticapitalistas que mantienen que el modelo tributario español beneficia a las empresas y a los ricos. El estudio confirma que en ambos aspectos salimos mucho peor parados que el resto de la OCDE.
Tampoco es mucho más positivo el resultado cosechado por el IRPF, que ocupa el número 26 del listado. Por el contrario, el informe considera más favorable el modelo actual de fiscalidad indirecta (puesto 15) así como las deducciones a los beneficios empresariales cosechados fuera del país (puesto 14).
Estonia, Nueva Zelanda, Suiza y Holanda
Por categorías, el modelo ideal de Impuesto de Sociedades sería el de Estonia, que también da ejemplo con su marco de impuestos a la propiedad. Nueva Zelanda sería el caso más competitivo en lo tocante al Impuesto sobre la Renta, mientras que Suiza se llevaría la palma en lo relacionado con la fiscalidad indirecta. Por último, Holanda registra el marco más atractivo en todo lo relacionado con las deducciones a los beneficios empresariales cosechados fuera del país.
España no puede tirar cohetes con el resultado cosechado, aunque sí puede celebrar que ha mejorado dos posiciones frente al índice de 2014. El motivo: baja el Impuesto de Sociedades (el tipo general pasa del 30% al 28%) y bajan los impuestos a los dividendos y las rentas del capital (del 27% al 24%).
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