miércoles, 28 de octubre de 2015

Socialismo en el Fascismo

David Muñoz analiza el término fascismo (una rama del socialismo y estatismo), su movimiento político y origen y las fuentes de las que bebía, analizando las diferencias y semejanzas entre el fascismo en Italia (donde nació) y en Alemania y la relación también con el socialismo marxista o bolchevique (comunismo).

Para profundizar en ello, es más que recomendable la célebre obra de Ludwig Von Mises, "El Socialismo", una obra de por sí, de obligada lectura.


Artículo de Política Ahora: 

socialismo en el fascismo

El término  fascismo  es, posiblemente, uno de los más utilizados en la terminología política e histórica. El fascismo, en sentido estricto, es un movimiento político que nació en Italia ligado a la figura de Benito Mussolini.
El uso del término fascismo se ha extendido para referirse a los movimientos autoritarios y totalitarios de “extrema derecha” que nacieron en el período de entreguerras en Europa. El ejemplo más relevante fue la versión alemana encabezada por Adolf Hitler, el nacional-socialismo (nazismo). En España, en cierta medida, para muchos la dictadura de Francotuvo rasgos típicos del fascismo y lo incluyen junto al fascismo italiano y alemán, aunque ya expliqué por qué el franquismo no es un tipo de fascismo.

El fascismo italiano: Mussolini

Mussolini comenzó su andadura política en el Partido Socialista italiano. También era el director del diario Avanti, periódico de cabecera del socialismo italiano. Cuando estalló la Gran Guerra en 1914, dicho partido se hallaba dividido con respecto a la política que debía adoptar. Un grupo se adhería a los principios rígidos del marxismo, en el segundo grupo influía profundamente el odio tradicional en contra de Austria y, en su opinión, la primera tarea de los italianos debía ser la de libertar a sus hermanos irredentos. Comenzando Mussolini a apoyar al primer grupo, se dio cuenta que por dicho camino perdería la fama que ya tenía por aquella época y finalmente cambió de opinión y se convirtió en el defensor más fanático del ataque que Italia debía lanzar en contra de Austria. 1
El fascismo se creó entonces mediante la nacionalización de determinados sectores de la izquierda revolucionaria, y quienes desempeñaron el papel central en su orientación conceptual fueron sindicalistas revolucionarios -intelectuales o teóricos que procedían de la matriz marxista y del Partido Socialista- que abrazaron el nacionalismo extremista. Más adelante se creó el programa de los fundadores del fascismo en 1919, en el que se pedía la instalación de una república, en lugar de la monarquía, y la implantación de reformas radicalmente democráticas y socialistas2
El programa de los fascistas, tal y como se formuló en 1919, era vehementemente anticapitalista. Cuando los fascistas llegaron al poder, habían olvidado los puntos de su programa que se referían a la libertad de pensamiento y de imprenta y al derecho de asociación. En este sentido fueron discípulos de Bujarin y Lenin. Era una política intervencionista, pero con los años se aproximó más y más al patrón nazi del socialismoPero Mussolini no podía permanecer mucho tiempo sin una filosofía económica de su propia invención. El fascismo se hizo pasar como una filosofía nueva, ignorada hasta entonces y desconocida en todas las demás naciones.
Del deshecho de las utopías socialistas, los sabios del fascismo exhumaron la idea del socialismo gremial (socialismo corporativo). Esta variedad de socialismo había sido muy popular entre los socialistas británicos en los últimos años de la Primera Guerra Mundial y en los siguientes al Armisticio. Pero resultaba tan impráctico que pronto desapareció de la literatura socialista. Cautivó a mucho público, dentro y fuera de Italia, y se escribieron innumerables libros, folletos y artículos en elogio del “stato corporativo”. Todo se redujo a palabras vacías, pues los fascistas nunca hicieron intento alguno para llevar a la práctica el programa corporativista, el self-government industrial, y no había tal autogobierno de las corporaciones, pues el gabinete fascista no toleró la intromisión de nadie en su control absoluto de la producción. Todos los planes para el establecimiento del sistema corporativo permanecieron en letra muerta.
En definitiva, el fascismo no era un producto original de la inteligencia italiana, como proclamaban sus defensores, pues comenzó por una escisión en las filas del socialismo marxista, que fue una doctrina importada sin lugar a dudas. Su programa económico era prácticamente idéntico al del socialismo alemán no marxista, y su agresividad, copiada de los Alldeutsche o pangermanistas, precursores de los nazis. La forma de conducir los asuntos públicos era una réplica de la dictadura de Lenin, y el corporativismo, ese adorno ideológico objeto de tanta propaganda, tenía origen británico. El único ingrediente autóctono del fascismo fue el estilo teatral de sus procesiones, exhibiciones y festivales. 4
El historiador César Vidal también ha dejado clara la condición socialista del fascismo haciendo referencia a las siguientes palabras del Duce: “Durante toda mi vida fui socialista internacionalista. Cuando estalló la Gran Guerra vi que todos nuestros partidos que eran internacionalistas se convirtieron en socialistas nacionalistas. Eso me pasó a mí y eso es el fascismo“. ¿Alguna duda de que el fascismo era y es socialista? Mussolini despejó esas dudas.
Continúa Vidal comparando la figura de Mussolini con la de Lenin en el primer cuarto del siglo XX, ambos reconocidos internacionalmente. Se basa en el marcado carácter anti-liberal de ambas ideologías, fascismo y comunismo, por lo que ambas formulaciones demostraron parecerse más entre sí que con los regímenes democráticos liberales. “Tanto fascismo como bolchevismo se definían como Estados totalitarios que deseaban absorber el control de todos los comportamientos ciudadanos (…) Pese a ser un hecho frecuentemente olvidado, de manera no del todo desinteresada, la nacionalización de la propiedad vino impulsada desde principios de siglo por el bolchevique Lenin y el fascista Mussolini”, palabras del propio historiador en su artículo La dictadura de Mussolini.

El fascismo alemán: Hitler y el nacional-socialismo (nazismo)

Si bien se puede hablar del socialismo en el fascismo italiano, no es menos abundante la figura de este movimiento ideológico dentro del nacional-socialismo alemán, como su propio nombre indica: nacionalismo y socialismo, aunque suene a contradicción. Mussolini ya se había referido antes al paso del socialismo internacionalista al socialismo nacional. Hitler no iba, ni quería, ser menos.
Las primeras referencias que podemos encontrar en el nazismo hacia el socialismo están en los llamados 25 puntos del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (en alemán NSDAP). Medidas como nacionalizar empresas, negocios y propiedades, dejaban claramente marcado la tendencia hacia una economía planificada centralmente desde el Estado. La filosofía de los nazis, del Partido Nacional Socialista, fue la manifestación más pura y completa del espíritu anticapitalista y socialista de aquella época, junto con los bolcheviques encabezados por Lenin.
Normalmente se suele identificar al Estado nazi como capitalista, ya que muchos piensan que la mayoría de las industrias en la Alemania nazi aparentemente quedaban en manos privadas. Ludwig Von Mises aportó su propia investigación y llegó a la siguiente conclusión: la propiedad privada de los medios de producción existía solo nominalmente bajo los nazis y la sustancia real de la propiedad de los medios de producción residía en el gobierno alemán. Pues era el gobierno alemán, y no los propietarios privados nominales, el que ejercía todos los poderes sustantivos de propiedad: él, no los propietarios privados, decidía que se iba a producir, en qué cantidad, por qué métodos y a quién se iba a distribuir, así como los precios que se cobrarían y los salarios que se pagarían y qué dividendos u otras rentas se permitiría percibir a los propietarios privados nominales.
Mises identifica la introducción de controles de precios y salarios en Alemania a partir de 1936. Se impusieron como respuesta a la inflación de la oferta monetaria llevada a cabo por el régimen desde el momento de su llegada al poder. El régimen nazi infló la oferta monetaria como medio de financiar el enorme aumento en el gasto público que requerían sus políticas. Como vemos, en la Alemania nazi no había capitalismotodo era control por parte del Estado, del régimen de Adolf Hitler, nada se quedaba fuera de sus manos, una economía totalmente planificada. Ni rastro de libre mercado, y por tanto, ni rastro de capitalismo.
Éste fue el socialismo instituido por los nazis. Mises lo llamó el socialismo de patrón alemán o nazi, frente al socialismo más evidente de los soviéticos, al que llamó socialismo de patrón ruso o bolchevique.
Los propios nazis no escondían ser socialistas. Como he dicho antes, el propio nombre de nacional-socialismo deja patente la inclusión socialista en el nazismo. Pero incluso en algunos discursos decían a las masas que su objetivo era el capitalismo, había que acabar con él como buenos socialistas que eran. Como prueba de esto un discurso del propio Hitler en el que dijo sus famosas palabras: “Nosotros somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista actual porque explota al que es débil desde el punto de vista económico, con sus salarios desiguales, con su evaluación indecente de un ser humano según tenga riqueza o no la tenga, en vez de evaluar la responsabilidad y la actuación de la persona, y estamos decididos a destruir este sistema capitalista en todos sus aspectos”. También fue Gregor Strasser quien puso de relieve el anticapitalismo del nacional-socialismo: “La lucha contra el capital financiero internacional era el punto programático más importante en la lucha de la Nación alemana para su independencia económica y su libertad”. Por otra parte, es bastante conocida la vertiente socialista del propio Strasser.
Volviendo al tema de los parecidos entre comunismo y fascismo, Pacto en plena Segunda Guerra Mundial entre nazis y soviéticos incluido, las políticas de ambos regímenes eran muy parecidas. Cuando la política soviética de exterminio en masa de todos los disidentes y de violencia despiadada, suprimió las inhibiciones en contra del asesinato al por mayor, que todavía inquietaban a ciertos alemanes, nada pudo detener por más tiempo el avance del nazismo. Esta doctrina se apresuró a adoptar los métodos soviéticos e importó de Rusia el sistema de un solo partido y el predominio de este partido en la vida política; la posición principalísima que se asignó a la policía secreta; los campos de concentración; la ejecución o el encarcelamiento administrativo de todos los contrarios; la exterminación de las familias de los sospechosos y de los desterrados; los métodos de propaganda; la organización de partidos filiales en el extranjero y su utilización a fin de combatir a sus propios gobiernos, así como para llevar a cabo trabajos de espionaje y sabotaje; el empleo de los servicios diplomático y consular para fomentar la revolución. En ninguna parte hubo discípulos más dóciles de Lenin y Stalin que los propios nazis5
El plan nazi abarcaba más y era más pernicioso que el de los marxistas. Trataba no solamente de abolir el laissez-faire en la producción de bienes materiales, sino también en la producción de los hombres. El Führer no sólo era el director general de todas las industrias; también era el director general del “criadero” destinado a producir hombres superiores y a eliminar los de calidad inferior. Debía ponerse en práctica un plan grandioso de eugenesia conforme a principios “científicos”. En el comunismo (el socialismo real) no se quedan atrás, siendo la ideología que más muertes tiene a sus espaldas en los diferentes regímenes del siglo XX (y lo que llevamos de siglo XXI).
Por tanto, el socialismo estuvo presente tanto en el fascismo italiano como en el fascismo alemán, reconocido por los propios protagonistas. Como he dicho alguna vez que otra, el socialismo es violencia y coacción, estatismo puro y duro. En Italia Mussolini, en Alemania Hitler y en la URSS Lenin y Stalin, las cabezas visibles del estatismo en política. Pese a lo que algunas personas dicen, hemos visto que el nazismo no era capitalista, ni mucho menos. La ignorancia de algunos y la pasividad de otros han ido contaminando con esa idea del nacional-socialismo capitalista.
El gran parecido entre los regímenes fascistas y comunistas no es casualidad. Es consecuencia del socialismo y estatismo, dos caras de la misma moneda, que impregnaba a los tres Estados totalitarios más famosos del siglo XX. En nosotros queda condenar sus políticas liberticidas y convencer con la palabra y no con la violencia que el socialismo no ha traído nada bueno al mundo, al igual que ni los fascismos ni el comunismo soviético llevaron el progreso a sus respectivos países. En nosotros queda también rechazar a quienes quieran repetirlo.
1: Mises, Ludwig Von; Socialismo, pp. 589, 590.
2: Payne, Stanley; El fascismo, pp. 28-30.
3: Mises, Ludwig Von; op. cit., p. 591.
4: Mises, Ludwig Von; op. cit., p. 593.
5: Mises, Ludwig Von; op. cit., pp. 595, 596.

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