Artículo de Mises Hispano:
En este artículo del economista Jeffrey Sachs, a la empresa farmacéutica Gilead se le reprende por vender su cura de la hepatitis C, Sofosbuvir (que se vende como Sovaldi) a un precio de 84.000$ por cada tratamiento. Sachs dice que el coste de producción real del Sofosbuvir está en torno a 100$.
Sachs dice que Gilead está “estafando al contribuyente” al cobrar al gobierno precios muy por encima de los costes de producción (y el gobierno está probablemente pagando la mayoría de las medicinas de Sofosbuvir). Sachs se queja demás de que la gente morirá debido al rechazo de Gilead de rebajar el precio a algo más asequible.
Gilead, dice Sachs, compró los derechos de patente del Sofosbuvir por 11.000 millones de dólares en 2011 y llevó la medicina a sus últimas etapas de aprobación de la FDA, que se produjo al final de 2013. Gilead ganó 12.400 millones de dólares en 2014 por el Sofosbuvir y Sachs dice que las ventas de la medicina en el primer trimestre produjeron ingresos de 4.600 millones de dólares.
Sachs apunta bastante correctamente que las patentes son importantes en este caso. Pero dice que las patentes son “una herramienta importante para incentivar el I+D”, de lo que ha “abusado” Gilead y argumenta que los tenedores de patentes de “vida y muerte” deberían estar sometidos a controles de precios por parte del gobierno federal. Continúa diciendo que los pacientes a los que se les “niega el acceso” (es decir, no pueden pagar los medicamentos) deberían demandar a Gilead por riesgo imprudente. Y finalmente Sachs sugiere “protestas y activismo públicos”.
En un tuit del 6 de agosto replicándome a mí y a un médico que se había dirigido brevemente a él sobre este tema, Sachs decía: “No hay forma de considerar las disposiciones actuales ni siquiera aproximadamente eficaces o equitativas. Matan a la gente despiadadamente”.
Sachs está siendo algo insincero al representar el coste de producción del Sofosbuvir como de 100$ y el sobreprecio como 800 veces los costes (como hizo en un tuit del 7 de agosto). Hay costes fijos sustanciales en I+D, pruebas y aprobación de la FDA y similares. Cualquier empresa que incurra en estos costes espera recuperarlos cobrando un coste por encima del margen y, si los secretos comerciales y otras características del mercado le permiten hacerlo, lo hará. La queja de sobreprecio de Sachs no tiene sentido aplicada en otros casos: los autores de novelas de bolsillo de éxito masivo (y quizá el propio Sachs, autor de varios libros populares) también deberían considerarse malvados aumentadores de precios, porque el coste marginal de imprimir un libro de bolsillo es de unos pocos centavos, mientras que el precio de venta al público es de 6$ a 10$. Por supuesto, escribir el texto es una parte extremadamente costosa del proceso de producción. Una vez se lleva a cabo, la reproducción puede ser relativamente barata. Esto es cierto para un gran número de bienes y servicios para los que hay un alto coste anticipado.
Problemas con las patentes
Está claro que aquí hay algunos problemas derivados de las normas de propiedad intelectual. El gobierno perseguirá a cualquier empresa que compita con Gilead en la producción de la fórmula química concreta que ha adquirido Gilead. Así que Sachs tiene razón en que la PI es aquí relevante.Pero en lugar de ver la PI como parte del problema, defiende las patentes como básicamente beneficiosas y propone usarlas como una forma para que un gobierno fuerce a la baja los precios de una empresa. Frente a la idea extendida entre la mayoría del público y la mayoría de los comentaristas políticos, no está en absoluto claro que las patentes sean esenciales para la innovación en medicinas. Incluso cuando nuevas medicinas puedan sufrir ingeniería inversa y copiarse, la innovación aún podría recompensarse en un mundo sin leyes de patentes. Ver por ejemplo, este artículo de Nathan Nicolaisen. Las ventajas de los primeros pueden ser importantes, igual que los inevitables retrasos en aumentar la producción de medicamentos genéricos. Nicolaisen menciona una encuesta de laboratorios de I+D y directores de empresas que indicaba que creían que los secretos comerciales eran más eficaces que las patentes para conseguir un retorno sobre una inversión, Para un tratamiento más extenso de una visión de libre mercado de la PI, ver aquí el artículo de Jacob Huebert, y para una aplicación a un tema similar con respecto a una medicina que salva vidas, ver este artículo de Stephan Kinsella.
El papel de la FDA a la hora de denegar el acceso a la atención sanitaria
Sachs (al menos en este artículo) ignora el papel de la FDA en causar muerte y sufrimiento manteniendo medicinas fuera del mercado, Cuando Gilead compró la patente del Sofosbuvir, corría el riesgo de que la medicina no fuera aprobada o de que la aprobación se retrasara tanto que el coste de oportunidad de su inversión inicial de 11.000 millones de dólares se volviera bastante grande. Los beneficios inciertos pero potencialmente grandes después de la aprobación podrían ser bastante razonables, dado el riesgo que asumió Gilead. La propia FDA introduce una incertidumbre politizada en la investigación, producción y proceso de mercadotecnia de medicamentos, y por tanto aumenta los costes.Estos costes pueden aparecer como muerte y sufrimiento y como dólares. El público estadounidense tiende a pensar en la FDA como un protector frente a peligrosos efectos secundarios, como vimos con la talidomida hace décadas. ¿Pero cuántos estadounidenses han muerto debido a demoras en aprobaciones? Una demora de cinco años en traer el antibiótico Septra al mercado de EEUU puede haber costado 80.000 vidas. Una demora en la aprobación de beta bloqueantes puede haber costado 250.000 vidas.[1] La prohibición de la FDA de anunciar la aspirina como previsora eficaz de primeros ataques al corazón puede haber causado las muertes de decenas de miles de estadounidenses cada año. Pero como es fácil identificar a los dañados por los efectos secundarios y difícil identificar quién podría haberse salvado por una introducción anterior del Septra en el mercado, la FDA tiende a ser excesivamente conservadora en su proceso regulatorio.
Alguna regulación engendra más regulación
Pero una de las características más interesantes de la diatriba de Sachs contra Gilead es lo bien que se ajusta a la explicación de Ludwig von Mises del progreso natural del socialismo. En “Middle of the Road Policy Leads to Socialism“, Mises señala que un gobierno que afronte escasez de leche por sus controles de precios en la leche puede añadir a su intervención inicial una segunda intervención controlando los precios de los factores de producción usados en la producción de leche y luego (si el gobierno sigue sin reconocer los problemas esenciales de la intervención) una tercera intervención controlando los precios de otros recursos más. El sistema de precios encoge y es reemplazado gradualmente por planificación centralizada.Sachs ve problemas con los precios de la nueva medicina de Gilead. Yo también (no creo ni por un momento que el precio del mercado libre del Sofosbuvir fuera de 84.000$ por tratamiento). Pero en lugar de atacar directamente las leyes de patentes del Estado, así como el costoso proceso regulatorio de la FDA y otras intervenciones, Sachs quiere controles de precios en medicamentos que salven vidas. Es un camino recorrido a menudo hacia el socialismo y no acaba bien.
Publicado originalmente el 17 de agosto de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
[1] Miller, Benjamin y North, The Economics of Public Issues, 18ª ed. (2014), pp. 6, 7.
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